LAS CANCIONES DE NATACHA
Juana de Ibarbourou Uruguaya (1895-1979)
Se enojó la luna,
se enojó el lucero,
porque esta niñita
riñó con el sueño
Duérmete Natacha,
para que la luna
se ponga contenta
y te dé aceitunas.
Duérmete Natacha
para que el lucero
te haga una almohadita
de albahaca y romero.
La loba, la loba
le compró al lobito
un calzón de seda
y un gorro bonito.
La loba, la loba
salió de paseo
con su traje rico
y su hijito feo.
La loba, la loba
vendrá por aquí,
si esta niña linda
no quiere dormir.
(Por los campos verdes
de Jerusalén
va un niñito rubio
camino a Belén.)
Le dan los pastores
tortas de maíz,
leche de sus cabras
y pan con anís.
El niñito tiene
los rizos de luz.
Duérmete, Natacha,
sueña con Jesús.
— Señor jardinero,
deme usted a mí
un capullo pálido
y otro carmesí.
Los pondré en la almohada
donde mi Natacha
hunde su mejilla
rosadita y blanca.
Y al día siguiente
tendrá usted, así,
dos rositas blancas
y dos carmesí.
La señora Luna
le pidió al naranja
un vestido verde
y un velillo blanco.
La señora Luna
se quiere casar
con un pajarito
de plata y coral.
Duérmete, Natacha,
e irás a la boda
peinada de moño
y en traje de cola.
El sueño hoy no quiere
venir por acá.
Anda, ratoncito,
a ver dónde está.
— Señora, mi ama,
yo lo vi bailar
con dos damas rubias
en la casa real.
— Dile que Natacha
sí quiere dormir;
que mi niña es buena
como un serafín.
Que venga en seguida
y le daré yo
un collar de plata
y un limón de olor.
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