VI. SONDEO HISTORIOGRÁFICO SOBRE LA ASTRONOMÍA EN BAJA CALIFORNIA

DAVID PIÑERA

EL PRESENTE trabajo constituye una exploración inicial —no exhaustiva— del tema, por lo que se limita a comentar algunos textos, especialmente de cronistas e historiadores, que al ocuparse de Baja California han hecho referencia a aspectos astronómicos.

Miguel Venegas en su obra Noticia de la California, escrita en 1793, al referirse a los indígenas guaycuras que habitaban la región de Loreto, en el sur de la península, manifiesta textualmente que creían que "el sol, la luna y los luceros eran hombres y mujeres: que todas las noches caían al Mar de Poniente y se veían precisados a salir a nado por el oriente". 1 Explica asimismo que "las otras estrellas eran lumbradas" que hacía en el cielo el Espíritu Visitador de Guyiangui, enviado por Gumongo, Espíritu Principal. Agrega que aunque esas lumbradas "se apagaban con el agua del mar; después las volvía a encender [Guyiangui] por el Oriente". 2 Informa también que los indígenas de la isla de la Trinidad tenían una especie de Decálogo, en el que figuraba como sexto mandamiento "que no mirasen a las Cabrillas del Cielo, porque el mirarlas acarreaba muchas desdichas e infelicidades". 3

 


   


Figura 1. Portada y primera página de una reimpresión de la obra de Miguel Venegas sobre California.


En la Historia natural y crónica de la antigua California, concluida por Miguel del Barco hacia 1780, 4 encontramos que los indígenas cochimíes, del norte de la península, empleaban la palabra meyibó para nombrar el año entero. El mismo vocablo utilizaban para referirse a una de las seis partes en que dividían el año. Meyibó era la temporada de pitahayas y por lo tanto la más alegre y apreciable. La segunda era amadá-appí, temporada de tunas y pitahayas agridulces; la tercera, amadá-appí-gallá; la cuarta meyihel de frío intenso; la quinta, meyibén y la sexta, meyibén-maayí, que era la de hambre y escasez. 5

El doctor William More Gabb en su vocabulario publicado en 1877, 6 incluye las siguientes palabras empleadas por los cochimíes, para referirse a cuerpos celestes y otros fenómenos meteorológicos: ibó: Sol; kaglimbák: Luna; amigí: estrella; meyibó: día; canallí: noche; goilamibil: mañana; masibén: primavera; mesbó: verano.

Para finalizar nuestras referencias a los indígenas, mencionemos los "Textos para la etnohistoria en la frontera dominicana de Baja California", elaborados por Mauricio Mixco. 7 Tales textos son producto de la investigación realizada recientemente por el autor en la comunidad paipai de Santa Catarina, ubicada junto a la Sierra de Juárez y al norte de donde se fundó la Misión de San Pedro Mártir. En la traducción libre de uno de los textos encontramos esta idea cosmogónica paipai: "1. Metipá creó esta tierra... 7. Las estrellas, el Sol, esta luna, todo lo creó. " 8

Ahora ubiquémonos en el siglo XVII, en el que tanto la Corona española como particulares organizaron una serie de expediciones con el propósito de establecerse en la lejana California. Casi todos esos esfuerzos resultaron inútiles. Inclusive se tenía una idea muy imprecisa de California, pues había unos que opinaban que era península, mientras otros afirmaban que era isla. Justamente cuando se debatían tales cuestiones, arriba a Nueva España el jesuita Eusebio Francisco Kino, quien llegó de Europa en 1681, con una amplia formación en cosmografía 9 . Obviamente le interesó la cuestión de la peninsularidad o insularidad de la California, de tal manera que en su diario leemos al respecto lo siguiente:

En la insigne Universidad de Ingolstad de Baviera imprimió en mi tiempo un muy curioso mapa universal de todo el mundo terráqueo mi Padre maestro de matemáticas, el P. Adamo Aigenler. [...] Este mapa, que lo truxe conmigo a las Indias, [...] pone muy bien la California, no isla, sino penisla [...] En esta creencia que la California era penisla y no isla, vine a estas Indias occidentales. Y assí que llegué a México por el P. provincial Bernardo Pardo fui señalado por missionero y cosmógrafo y rector de la California y procurando salir de las dudas que havia en las materias, mudé de parecer [...] porque otros muchos mapas y los más principales cosmógrafos modernos de Alemania, Flandes. Italia, Francia, etc., decían [...] que la California era isla [...], porque las muchas corrientes de norte a sur que experimenté en las navegaciones que hize en el brazo de California eran tan continuadas y a veces tan vehementes que parecía se comunicaba esta mar con la del norte; y me incliné a que la California era isla, y por tal la dibujé en algunos de mis mapas. Pero ahora, ya gracias a su Divina majestad, con varias y en particular con tres entradas de 150, de 170 y de 200 leguas que de aquí de Nuestra Señora de los Dolores en la actual Sonora al nortueste he hecho, he descubierto con toda individualidad, certidumbre y evidencia, con la abuja de marear y astrolabio en la mano, que la California no es isla sino penisla o istmo y que en 32 grados de altura ay passo por tierra a dicha California [...]


Adviértase cómo la cosmografía o astronomía descriptiva hizo así una importante contribución para llegar a tener un conocimiento preciso de la posición de California en el globo terráqueo y de su verdadera conformación geográfica. Adviértase asimismo cómo para ello se hizo uso de la "abuja de marear o brújula, indispensable en la navegación astronómica de la época; se empleó también el astrolabio, antiguo instrumento en el que estaba representada la esfera del firmamento y que se utilizaba para observar las alturas, situación y movimientos de los astros.








Figura 2.
Mapa antiguo de la Nueva España donde se representa a California como isla.

En el mismo diario de Kino encontramos este otro interesante fragmento:


Saliendo de San Dionisio y junta de los ríos Colorado y Grande, a las 50 leguas de camino al sudueste, llegamos a la nación quíquima y cutgana y hasta al desemboque de los referidos ríos [...] En 3 {de marzo de 1702}, a mediodía, pessamos el sol con el astrolabio, y hallé 52 grados de altura de sol; que, añadiéndole los seis y medio de declinación austral que esse día tenía, eran 58 grados y medio; y el cumplimiento de 90 grados son 31 grados y medio y esta era la altura de polo o latitud geográfica en que nos hallávamos. [...]


Vemos aquí cómo tomando en cuenta la posición del Sol determinaron la distancia a que se encontraban del ecuador, estableciendo así la latitud de la desembocadura del río Colorado, en la parte norte de California. Aquí observamos de nuevo la aplicación de los conocimientos astronómicos de la época y el empleo del astrolabio, antecesor del sextante.

Refirámonos ahora a otro asunto en el que Kino no fue tan afortunado como en la cuestión de la peninsularidad de California. Nos referimos a la polémica que tuvo con don Carlos de Sigüenza y Góngora sobre si los cometas podían tener o no efectos perniciosos para los hombres. Esta polémica se dio en la ciudad de México y podría pensarse que no tuvo ninguna relación con California, pero creemos que hay base para pensar que sí la hubo, según veremos enseguida. Como se sabe, Kino logró interesar a doña María Guadalupe Lancaster, duquesa de Aveiro, en la empresa de las misiones de California, de tal manera que ella aportó considerables fondos económicos para ese fin. 10 Kino entró en contacto con ella estando en Europa. Ya próximo a embarcarse para la Nueva España le ennvió algunas cartas en las que, entre otros asuntos, hace referencia a un cometa que en todo el mundo se vio a fines de 1680 y principios de 1681, meses en que están fechadas tales cartas.

En una de ellas Kino escribe a la duquesa que el cometa:


Significa y amenaza muchas fatalidades [...] muchas calamidades para la Europa, particularmente para tres o quatro reinos significa muchas esterilidades, hambre, tempestades, algunos temblores de la tierra, grandes alteraciones de los cuerpos humanos, discordias, guerras, muchas enfermedades, calenturas, peste, muertes de muchíssima gente y particularmente de algunas personas muy principales. Dios nuestro Señor nos mire con ojos de piedad. 11


En otra carta, como la anterior enviada de Cádiz y en el mismo mes de enero de 1681, Kino reitera a la duquesa su opinión de que el cometa es presagio "de considerables daños, de múltiples y funestos sucesos, de improductividad de la tierra", etcétera. 12

Al llegar a la ciudad de México, a mediados de ese año de 1681, se entera de que el también religioso Carlos de Sigüenza y Góngora hacía algunos meses había publicado un folleto que intituló: Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos , 13 en el que afirmó que carecían de fundamentos los efectos perniciosos que se atribuían a los cometas. Kino se sintió obligado a refutar esto publicando rápidamente un trabajo que intituló: Exposición astronómica de el cometa, que el año de 1680 por los meses de Noviembre y Diziembre, y este año de 1681 por los meses de Enero y Febrero, se ha visto en todo el mundo. 14 En tal Exposición fundamentalmente sostuvo el mismo criterio que manifestó a la duquesa en las cartas antes mencionadas, con la circunstancia de que tuvo expresiones poco consideradas hacia Sigüenza y Góngora. Éste, dolido en su amor propio de intelectual criollo, reacciona frente al europeo y elabora su célebre Libra astronómica y filosófica, 15 que es una amplia y razonada réplica a los argumentos de Kino. La opinión general es que de la polémica salió airoso Sigüenza y Góngora.

 


Figura 3. Portada de la obra de Sigüenza y Góngora donde rebate los puntos de vista que sobre el cometa de 1681 había expresado Eugenio Kino.


Al respecto, José Gaos ha dicho ( pp. XI-XII de la Presentación) que la Libra... representa, en la historia de las ideas en México, la transición de la Edad Media a la Edad Moderna; 16 el paso de la concepción "astrológica" de los cometas a la moderna concepción "astronómica" de ellos. 17 Cabe agregar que en su tiempo la polémica tuvo resonancia más allá de los límites de la Nueva España, por lo que suponemos que esto preocupó a Kino, ante el temor de que el caso pudiera dañar el concepto que de él y de sus conocimientos astronómicos tenía la duquesa de Aveiro. Sobre todo lo que podía afectar en la disposición de ésta a patrocinar la causa de las misiones de California, que tanto significaban en el corazón de Kino. Creemos que hay indicios de que tuvo tal preocupación. Por ejemplo, camino a California, en junio de 1682, escribe a la duquesa diciéndole que le remitió cien ejemplares de su referida Exposición astronómica de el cometa 18 Al año siguiente —en el que estuvo tanto en California como en Sinaloa— le escribe otra carta en la que menciona también al cometa, manifestando textualmente que "por acá no hemos dexado de ver y experimentar muchos effectos suyos". 19 En fin, apuntamos este esbozo de hipótesis con el ánimo de ver si los especialistas —que conocen bien de la materia— estiman pertinente ahondar en el asunto.

Ahora nos ocuparemos de un acontecimiento que atrajo sobre Baja California la atención de la comunidad científica europea. Me refiero a la observación del tránsito de Venus por el disco solar, realizado en el extremo sur de la península, el 3 de junio de 1769, por la expedición franco-española que encabezó el abate Chappe d'Auteroche. 20

La periodicidad del fenómeno es muy peculiar, pues hay un largo intervalo de más de cien años, seguido de uno corto de ocho y luego otro de más de un siglo. Así vemos que ha habido tránsitos de Venus por el disco solar en 1631 y 1639, 1761 y 1769, 1874 y 1882, y los próximos serán en 2004 y 2012. 21 Por ello se entiende que el fenómeno era largamente esperado por los astrónomos y su llegada causaba gran expectación. Cabe agregar que en el siglo XVIII —en el que hay que ubicarnos— se dio la circunstancia de que las observaciones que se realizaron en el tránsito de 1761 no fueron satisfactorias por razones que yo no alcanzo a comprender, de tal manera que el tránsito que se repetiría en 1769 era la última oportunidad de observar el fenómeno que tenía la generación de astrónomos de ese entonces, pues para que se diera de nuevo tendrían que transcurir más de cien años.

Así las cosas, al aproximarse el tránsito de 1769, la Sociedad Real de Londres solicitó autorización al rey Carlos III de España para enviar un astrónomo inglés que lo observara en la Nueva España, que por su ubicación geográfica se consideraba idónea para ello. Debido a la situación internacional de la época y por cuestiones de tipo político y militar, la autorización fue negada. 22

Por otra parte, el gobierno de España invitó a la Real Academia de Ciencias de Francia a que enviara para el fin de referencia a un astrónomo francés, que integraría una expedición junto con elementos españoles. La Real Academia designó al distinguido astrónomo abate Chappe d'Auteroche, quien contaba con la experiencia de haber participado en la observación de 1761, para la cual había hecho un largo y penoso recorrido, de París hasta Siberia. 23

Con suficiente anticipación, Chappe se hizo a la mar para cumplir su nueva misión científica, de la cual tenemos información por el relato que al respecto escribió y que posteriormente se publicara bajo el título deViaje a California para la observación del paso de Venus por el disco del Sol el 3 de junio de 1769.

A propósito hay que mencionar que sólo existen la edición que se hizo en francés en 1772 24 y la traducción al inglés de 1778, 25 reeditada en 1973. Al no haber traducción al español, debemos subsanar esta grave omisión dado que se refiere expresamente a Baja California.

 



Figura 4. Portada de la obra publicada por Cassini con los datos consignados por el abate Chappe sobre su viaje a California. Debido a que la Corona española guardaba celosamente todo lo relativo a sus colonias, esta obra resultó una buena fuente de información sobre la Nueva España y en particular sobre la California. Tan sólo seis años despues de haber aparecido la obra original en francés, fue traducida al inglés.


Acompañaron a Chappe en la expedición Jean Pauly, ingeniero y geógrafo del rey de Francia; Mexander Jean Noel, dibujante; Dubois, experto en la compostura de aparatos astronómicos, y un sirviente de Chappe. Los comisionados españoles fueron los astrónomos Vicente de Doz y Salvador de Medina, quienes además deberían vigilar a los franceses, pues la Corona española siempre evitó celosamente que los extranjeros penetraran a sus dominios americanos, de tal manera que ésa era la primera autorización que daba para que entrara una expedición científica extranjera. 26

El texto de Chappe relata con mucha vivacidad una serie de peripecias que les ocurrieron en el largo trayecto —de casi cinco meses— que tuvieron que hacer para llegar a su destino. Se embarcaron en Cádiz el 21 de diciembre de 1768 y tras una azarosa navegación llegaron a Veracruz. El recorrido por tierra, de ahí hasta el puerto de San Blas, en el Océano Pacífico, abundó en incomodidades y contratiempos, así como la navegación hacia la punta de la península de California, adonde por fin arribaron el 19 de mayo de 1769. 27 A pesar de todo, llegaban oportunamente para cumplir su cometido. Por ello Chappe expresa textualmente: "Sentí un torrente de gozo y satisfacción, imposible de expresar[...]". 28

Pero pronto se enteraron de que en San José del Cabo había una maligna epidemia, que causó la muerte a más de tres cuartas partes de la población, por lo que fueron advertidos de que deberían alejarse. Chappe se opuso a ello en virtud de que el cambio de sitio podría afectar los resultados de la observación y permaneció en el lugar; en donde el 3 de junio observó el fenómeno con todo éxito. Esto le costó la vida, pues a consecuencia de los vómitos y fiebres de la epidemia murió, a la edad de 47 años, siendo sepultados sus restos en suelo surcaliforniano. También fallecieron en la expedición el astrónomo español Medina y el técnico francés Dubois. Estos sucesos —tan representativos de la actitud ante la ciencia de los hombres del Siglo de las Luces— han despertado el interés de varios autores, de manera que hay una nutrida bibliografía, misma que nos concretamos a mencionar en la respectiva nota de pie de página. 29 Aquí solamente nos referimos a un documento muy poco conocido, pues hasta donde sabemos, no lo cita ninguno de los autores que se han ocupado del tema. Se trata de la historia del viaje, escrita por Pauly, el ingeniero y geógrafo, que fue uno de los supervivientes de la expedición. Su interés estriba en que complementa en algunos aspectos el texto de Chappe y además informa de lo acontecido después de la muerte de éste. Por ejemplo, explica cómo Pauly reunió todos los documentos de la observación astronómica y después de un largo viaje los entregó a la Real Academia de Ciencias de Francia. En premio a su celo fue recibido por el rey Luis XV, quien le otorgó una pensión en reconocimiento a sus servicios. Una traducción al inglés del documento, manuscrita, está en la Biblioteca de Berkeley, California, de donde obtuvimos copia, que cualquier interesado puede consultar,en el Archivo de Microfilm de nuestro Centro de Investigaciones Históricas. 30

Nos referiremos ahora a otro interesante personaje que está vinculado a la expedición científica que venimos mencionando: el ilustrado criollo don Joaquín Velázquez de León, de quien se han ocupado en diversos trabajos Roberto Moreno de los Arcos e Iris Engstrand.

 



Figura 5. Portada del libro que sobre la vida científica de Don Joaquín Velázquez de León ha publicado el profesor Moreno de Arcos.

Velázquez de León circunstancialmente se encontraba en el sur de Baja California cuando llegó la expedición francoespañola. Tenía allá aproximadamente un año, cumpliendo la comisión que recibiera en la ciudad de México, su lugar de residencia, de parte del visitador don José de Gálvez, para la búsqueda de minas y perfeccionamiento de su explotación. 31

En virtud de que cultivaba también la astronomía y las matemáticas se puso en contacto con Chappe, ofreciéndole su colaboración para los efectos de observar el tránsito de Venus. Acordaron que, para mayor seguridad, Chappe y demás miembros de la comitiva harían la observación en San José del Cabo, mientras que Velázquez de León lo haría en el Real de Santa Ana, situado un poco hacia el norte, pues en esa forma tendrían dos sitios de observación.

Aunque Velázquez de León tenía a la mano instrumentos muy limitados, realizó la observación con éxito, de tal manera que cuando comunicó sus resultados a Chappe, éste —según consigna Humboldt en su Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España— "quedó sorprendido de la armonía que había entre la observación de Velázquez y la suya. Sin duda extrañó el encontrar en California a un mexicano que sin pertenecer a ninguna academia, ni haber salido jamás de Nueva España, hacía tanto como los académicos". 32

Tales resultados pueden consultarse, en su versión latina, en el capítulo que Moreno de los Arcos dedica a la estancia de este personaje en la Baja California, en su obra Joaquín Velázquez de León y sus trabajos científicos sobre el valle de México, 1773-1775. 33 También merecieron ser publicados en la edición francesa del viaje de Chappe. 34

Cabe preguntarnos: ¿cuál fue el fruto que en el fondo se tuvo con estas observaciones? Iris Engstrand, en su obra Royal Officer in Baja California, 1768-1770, Joaquín Velázquez de León, nos informa que, una vez que se cotejaron en Europa estos resultados con los de otros astrónomos que también observaron el fenómeno, se llegó a determinar en 93 726 900 millas inglesas la distancia media que hay entre el Sol y la Tierra. 35 Al respecto comenta Engstrand que tal cálculo, realizado en el siglo XVIII, difiere muy poco de lo que sobre el particular tienen como válido los astrónomos actuales. 36

Hay otro aspecto importante de la labor científica de Velázquez de León en Baja California, y que Moreno de los Arcos menciona en su trabajo "Ilustración y colonización civil" que pronto publicaremos en la obra Panorama histórico de Baja California, conmemorativa del XXV Aniversario de la Universidad Autónoma de Baja California. 37 Desde que llegó a la península, Velázquez de León se dedicó a hacer observaciones sobre la altura del Sol y las estrellas y de ello dibujó la verdadera longitud y latitud de Santa Ana —sitio en el que residía—. Advirtió así que en cuanto a Baja California estaban equivocados los mapas europeos más célebres, "con lo que cayó en cuenta" —nos dice Moreno de los Arcos— "que estaba parado más o menos a ochenta leguas de donde creía que estaba". 38 De esto derivó que el error abarcaba también la localización de toda la Nueva España, cosa que pudo corroborar cuando posteriormente regresó a la ciudad de México.

Pasando ya al siglo XIX encontramos que en el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, que Alexander von Humboldt publicó en 1808, hay un entusiasta elogio para las excelencias de Baja California como asiento para las observaciones astronómicas. Pondera la serenidad de su cielo, libre de nubosidades, agregando que, por lo tanto, un astrónomo no puede hallar una morada más propicia que esta tierra. 39 Como vemos, parece que Humboldt vislumbró que aquí se establecería el observatorio astronómico más importante sostenido íntegramente por un país de habla hispana.

Miguel Venegas, Noticia de la California y de su conquista temporal y espiritual, Editorial Layac, México, 1943, pp. 90-91.
Ibid., pp. 90-91
Ibid., pp. 99-100.
Miguel del Barco, Historia natural y crónica de la antigua California, edición y estudio preliminar de Miguel León-Portilla, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 1973.
Ibid., p. 186.
William More Gabb, "Vocabulary of the Kutcham, H'taan, Kiliwi and Cochimi", en A. S. Gatschet. Yuma Sprachstamm in Zeitschrift für Ethnologie,Berlín, 1877, pp. 390-407.
Mauricio Mixco, "Textos para la etnohistoria en la frontera dominicana de Baja California", Tlalocan, revista del Instituto de Investigaciones Históricas y del Instituto de Investigaciones Antropológicas, vol. VII, 1977, pp. 205-226.
Ibid., p.209.
Cfr. Ernest J. Burrus, Kino escribe a la duquesa, Madrid, Colección Chimalistac. Ediciones José Porrúa Turanzas, 1964. pp. 2-3.
Amplia información sobre el apoyo de la duquesa de Aveiro a las misiones californianas se encuentra en Kino escribe a la duquesa.
Ernest J. Burrus, op. cit., p. 41.
Ibid. p. 147.
Carlos de Sigüenza y Góngora, Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos, pp. 10-17 de la Libra astronómica, edición de la UNAM.
Ejemplares de este trabajo pueden ser consultados en la Biblioteca Nacional de México y en la Huntington Library de San Marino, California, EUA.
Carlos de Sigüenza y Góngora, Libra astronómica y filosófica, edición de Bernabé Navarro y presentación de José Gaos, Centro de Estudios Filosóficos, UNAM, México, 1959.
Ibid., p. XI de la Presentación
Ibid., p. XII.
Ernest J. Burrus, Kino escribe a la duquesa, pp. 178 -181.
Ibid., p.216.
Para una explicación de este fenómeno y su utilización en la determinación de la distancia Sol-Tierra, véase el trabajo de M. A. Moreno en este mismo volumen, más adelante. (ponencia, VII)
Cornelia S, Smith, La saga del abate francés Juan Chappe d'Auteroche, La Paz, Baja California Sur, Gobierno del Territorio de Baja California Sur, 1974, p. 5.
Iris Wilson Engstrand, Royal Officer in Baja California, 1768-1770 Joaquín Velázquez de León, Dawson's Book Shop, Los Angeles, 1976, p. 69.
Cornelia S. Smith, op. cit, p. 5.
Jean Baptiste Chappe d'Auteroche, Voyage en Californie pour l'Observation du Passage de Vénus sur le Disque du Soleil, le 3 Juin 1769, reeditada y publicada por M. de Cassini e hijos, París: Chez Charles-Antoine Jombert, 1772.
Jean Baptiste Chappe d'Auteroche, A Voyage to California to Observe the Transit of Venus...with an Historical Description of the Author's Route through Mexico, reimpresión de 1778, edición en inglés: Richmond, Surry, Richmond Publishing Co., 1973.
Roberto Moreno de los Arcos, "Velázquez de León y Baja California", conferencia dictada en Tijuana, Baja California, el 15 de julio de 1980, organizada por el Centro de Investigaciones Históricas, NAM-UABCU.
Jean Baptiste Chappe d'Auleroche, A Voyage to California to Observe the Transit of Venus, p. 59.
Ibid. p.62.
Es una bibliografía muy amplia, por lo que sólo mencionaremos las obras y trabajos que consideramos de más fácil acceso: Angus Armitage, Chappe d'Auteroche. A Pathfinder for Astronomy", Annals of Science, X (diciembre, 1954), 277-293; Francisco de las Barras y de Aragón, "Paso de Venus por el disco del Sol", Anales de la Univesidad Hispalense, X, núm. 11 (1949), 25-53; James Ferguson, "The Transit of Venus", Philosophical Transactions of the Royal Society, LIII (Londres, 1764), 30; Roberto Moreno de los Arcos, "Los instrumentos cientificos del abate Chappe d'Auteroche", Anales de la Sociedad Mexicana de la Ciencia y Tecnología, México, vol. 4, 1974.
Cfr. Relación de materiales del Archivo de Microfilm, Tijuana, Baja California, Centro de Investigaciones Históricas, UNAM-UABC, 1979, p. 43 (entrada 359, rollo 34).
Roberto Moreno de los Arcos, Joaquín Velázquez de León y sus trabajos científicos sobre el valle de México 1773-1775, UNAM, México, 1977, p. 69.
Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, estudio, preliminar, revisión del texto, cotejos, notas y anexos de Juan A. Ortega y Medina, Porrúa, México, 1966, p. 82.
Es el capítulo 3, "El Viaje a la Baja California, 1768-l770" pp. 51-62.
Véase nota 23.
Iris Wilson Engstrand, op. cit., p. 92.
Ibid.
Ya publicada.
Página 10 del manuscrito.
Alexander von Humboldt, op. cit., p. 82.