VIII. ENTRE ECLIPSES Y COMETAS: REMINISCENCIAS DE LA VIDA DE JOAQUÍN GALLO

JOAQUÍN GALLO SARLAT

ESTA síntesis biográfica está basada en el libro Joaquín Gallo Monterrubio, astrónomo, universitario y hombre cabal, editado por el que esto escribe. Igual que aquella obra, el presente trabajo ha sido dividido en cuatro partes, atendiendo a las diferentes etapas de la vida del biografiado, convergentes en una sola trayectoria: la astronomía.

La primera, etapa comprende su niñez y juventud durante los años de 1882 a 1910. La segunda parte abarca de 1910 a 1929, fecha en que el observatorio pasa a formar parte de la Universidad Nacional Autónoma de México. La tercera etapa corresponde a su vida dentro del claustro universitario, de 1929 a 1946. La última parte se desarrolla hasta 1965, año de su fallecimiento.

El nacimiento del ingeniero Joaquín Gallo Monterrubio, el 24 de noviembre de 1882, sucedió en la época en que brillaba esplendoroso el llamado Gran Cometa del 82 que tanta admiración causó entre quienes lo vieron, ya que "brilló muy grande y hermoso, causando expectación general, pues tanto su núcleo como su cauda tenían muy hermoso aspecto y gran brillantez", según relatan las crónicas de esa época.

El México en que le tocó nacer a Joaquín Gallo era, en mucho, diferente del que ahora vemos. Era una ciudad importante, sí, pero nunca con el tamaño y la población que ahora tiene. Por las noches, al alzar la vista, podían verse los astros brillando en el cielo, pues en ese tiempo tampoco había luz eléctrica en el alumbrado público.

El cometa de 1882, al igual que sus predecesores, fue considerado por muchos pregonero de males y desastres; sin embargo, como ya se ha demostrado infinidad de veces, esos funestos presagios no se cumplieron por carecer de la más mínima base científica, y en cuanto al desarrollo de la cultura en nuestros países, podemos —haciendo uso de la licencia literaria— afirmar que el cometa del 82 trajo una cauda de gente importante, ya que, nacidos en esa época, tenemos a José Vasconcelos, Antonio Caso, Isidro Fabela, Alejandro Quijano, Manuel M. Ponce, Salvador I. Reynoso, Joaquín Gallo Monterrubio y otros ilustres mexicanos.

Otro suceso ocurrido ese mismo año y que de alguna manera habría de influir en la vida científica del ingeniero Gallo fue la orden que el gobierno de Porfirio Díaz dio al entonces director del Observatorio Astronómico de Chapultepec, ingeniero Ángel Anguiano, para que trasladara ese centro de investigación a la entonces alejada y muy tranquila villa de Tacubaya. En ese lugar, y a partir de 1884, empezó la construcción del edificio expresamente proyectado para el Observatorio Astronómico Nacional.

El padre de nuestro biografiado, Eduardo L. Gallo, editor de libros y miembro del cuerpo directivo de la Lotería Nacional, llevaba de la mano al pequeño Joaquín a la azotea de su casa; pasaba con él largo tiempo mirando el cielo, enseñándole las estrellas más brillantes y los nombres de los planetas y constelaciones. Joaquín se aficionó tanto a este estudio, que con frecuencia subía en las mañanas a contemplar la salida del Sol, marcando en el pretil la dirección por donde aparecía el astro rey en las distintas épocas del año.

Alguna vez fue con su padre a Tacubaya a visitar el edificio en construcción del observatorio. Pudieron ver a Saturno rodeado por sus anillos y algunas de sus lunas, utilizando el telescopio refractor montado provisionalmente en los jardines del edificio adjunto. ¡Quién habría de decir a Joaquín Gallo que, andando el tiempo, él sería el director de ese observatorio en construcción! Esto debió de haber sido hacia 1891, cuando Joaquín tenía nueve años de edad, pues su padre murió en 1893.





Figura 1.Telescopio refractor de 5 metros de distancia focal y lente de 38 centímetros de diámetro. En 1891 se encontraba instalado provisionalmente en los jardines del ex arzobispado de Tacubaya.

En 1901 se inscribió en la Escuela Nacional de Ingenieros para cursar la carrera de ingeniero geógrafo. El 24 de diciembre de 1908, presentó su examen profesional. Su título está fechado el 3 de febrero de 1909 y firmado por Justo Sierra, ministro de Educación Pública y Bellas Artes.

Pero ya antes, desde 1902, había ingresado al Observatorio de Tacubaya para realizar prácticas de astronomía, y al año siguiente se le aceptó como meritorio gratificado, siendo exigua, naturalmente, esa gratificación.





Figura 2.Construcción del edificio del Observatorio Astronómico Nacional en Tacubaya. Fotografía tomada hacia 1895.

En esa época, los astrónomos de Tacubaya estaban trabajando intensamente en la obtención de las placas fotográficas necesarias para cumplir con el compromiso internacional que, años antes, había contraído el gobierno de México, a través del Observatorio Nacional, de participar en la elaboración del Catálogo fotográfico y carta del cielo. Por las noches sin Luna y despejadas, los encargados de manejar el telescopio refractor especialmente adquirido para este proyecto, tomaban las fotografías y, según nos dice Luis G. León (1911):

La placa con su imagen latente de la cuadrícula y de las estrellas, es llevada al cuarto obscuro y sometida a las operaciones siempre interesantes, y aun emocionantes del revelado y fijado. Las operaciones de manipulación en el cuarto obscuro fueron verificadas por los Sres. Francisco Estañol y Joaquín Gallo, este último, joven meritorio del Observatorio.


Durante unas vacaciones, en 1904, Joaquín Gallo tuvo oportunidad de visitar el ya desde entonces prestigiado Observatorio de Yerkes, aprovechando la rebaja en el pasaje que los ferrocarriles estadounidenses daban a los asistentes a la Feria Mundial que se celebraba en San Luis, Missouri, ya que el pasaje de ida y vuelta costaba sólo 60 dólares, ¡y los dólares de ese tiempo se cotizaban a la par con el peso! Durante su visita a ese observatorio tuvo ocasión de familiarizarse con un espectroheliógrafo, aprovechando posteriormente la experiencia ahí adquirida para poner en operación un instrumento similar del observatorio de Tacubaya. Durante ese mismo año, se le nombró astrónomo interino.

Acompañando a Valentín Gama, subdirector del observatorio de Tacubaya, fue a España a observar en Almazán, provincia de Soria, el eclipse total de Sol que tuvo lugar el día 30 de agosto de 1905.

Llegando a ese país, se le encargó que buscara el sitio más apropiado para la instalación del campamento de la expedición mexicana. Puso tanto empeño en reunir la información pertinente y en la búsqueda del lugar más adecuado, que cuando las expediciones de franceses y estadounidenses llegaron a España recurrieron a él para ubicar sus respectivos campamentos, quedando éstos en las cercanías del solar ocupado por los mexicanos.

Los instrumentos que nuestros compatriotas llevaron para observar ese eclipse eran un fotoheliógrafo, un celostato, dos cámaras fotográficas de distancia focal larga (19 y 8 metros respectivamente) y algunos instrumentos meteorológicos.

De los sucesos ocurridos el día del eclipse, nos habla Valentín Gama en el informe que posteriormente entregó a Felipe Valle (1908) y que éste hizo publicar:


El día 30 amaneció perfectamente despejado, el Sol brillaba con todo su esplendor; pero, por desgracia, a las 10 a.m. aparecieron los primeros cirrus en el Norte, ya a las 10.30 se cubrió el cielo completamente de éstos y de cúmulo-stratus y cúmulos a diferentes alturas: los altos-cirrus marchaban hacia el Nordeste, las nubes bajas permanecían casi inmóviles.

Una luz cenicienta había sucedido a la blanca del Sol; un débil huso del astro se percibía a la simple vista a través de las nubes, y faltando ya poco tiempo para el principio de la totalidad cada uno marchó a su sitio a esperar la señal convenida.

Al acabar la totalidad dábamos por seguro que ningún resultado satisfactorio se había obtenido, pues la cantidad de nubes no disminuyó; pero afortunadamente casi todas las fotografías se lograron, mostrando algunas buenos detalles, y otras poca corona[...]


Aprovechando ese viaje, nuestros astrónomos reforzaron o establecieron nuevos contactos con científicos de su especialidad en Europa y los Estados Unidos, contactos que posteriormente servirían a Joaquín Gallo durante sus muchos años dedicado profesionalmente a la astronomía.

A su regreso de Europa, continuó participando en los trabajos que le correspondían al observatorio de Tacubaya en la Carta del cielo y catálogo fotográfico. También se dedicó a la espectroscopía solar y a la actinometría. 1

Por ese tiempo es designado astrónomo titular, y comienza a intervenir en la preparación del Anuario del Observatorio, publicación periódica que dirigiría posteriormente hasta 1945.

Entre 1908 y 1909 vuelve a salir primeramente a Polotitlán, Estado de México, donde instala un campamento desde el que observa un eclipse anular de Sol; después, visita los observatorios de Lick y Mount Wilson en California, Estados Unidos, y finalmente, viaja acompañando a Felipe Valle a los congresos de astronomía en París y de geodesia en Londres. Visitaron también los observatorios de París, Marsella, Roma, Messina, Barcelona, Berlín, Greenwich y Oxford.

A su regreso, Joaquín Gallo y los demás astrónomos del Observatorio de Tacubaya se dedican a estudiar y admirar el Cometa Halley. Desde tiempo inmemorial, estos objetos han causado pánico en mucha de la gente que los ve, pánico que la astronomía se ha encargado de demostrar que no tiene ningún fundamento científico. Durante la primera parte de 1910, los astrónomos de todo el mundo tuvieron que dedicar largas horas de su trabajo a tranquilizar los ánimos de la gente.

Acerca de la espectacularidad que este cometa presentó, Gallo (1949) nos dice que "[...] se veía la cauda del cometa con una extensión de 180°, es decir, mientras el núcleo estaba cerca de la parte Este del horizonte, la cauda llegaba hasta el horizonte Oeste".

El 22 de junio de ese mismo año, el ingeniero Joaquín Gallo contrajo nupcias con la señorita Julia Sarlat Dueñas, con quien habría de compartir los siguientes 55 años de su vida.

El 1º de septiembre de 1910 muere Felipe Valle, director del observatorio de Tacubaya. Pocos días después, el ingeniero Valentín Gama fue nombrado para ocupar ese cargo, quedando Joaquín Gallo como su ayudante.

El 20 de noviembre de ese año da principio la etapa violenta de la Revolución Mexicana. Con ese estallar revolucionario termina para el ingeniero Gallo, como para la mayoría de los mexicanos, una época de su vida que puede ser calificada de tranquila y romántica.

Durante esa etapa, la vida cultural del país sufrió un estancamiento; las escuelas y universidades resintieron en su vida normal de enseñanza e investigación las consecuencias de la lucha armada. Las pocas instituciones científicas que había en México detuvieron su trabajo, pues no era posible obtener ni lo más indispensable para continuar las investigaciones.

Gama fue nombrado rector de la Universidad Nacional en septiembre de 1914, dejando interinamente como director del observatorio al ingeniero Gallo. A fines de ese año, volvió por poco tiempo al observatorio y, cuando el presidente Eulalio Gutiérrez lo nombró secretario de Agricultura y Fomento, se separó definitivamente del instituto del que había sido director desde 1910.

De la situación por la que pasó la astronomía mexicana en esos años violentos, nos habla el ingeniero Gallo (1960): "El Observatorio Astronómico ha tenido una interrupción en sus labores; en 1915 fue clausurado de enero a marzo y de junio a septiembre, cuando la ciudad de México y sus alrededores eran campo de lucha entre las fuerzas de don Venustiano Carranza y Francisco Villa."

A pesar de las muchas dificultades que el ingeniero Gallo y su reducido grupo de colaboradores tuvieron que enfrentar durante los años difíciles de la revolución, siempre hicieron esfuerzos por continuar honrosamente con su trabajo y muy especialmente con el compromiso internacional contraído por México de efectuar la fotografía de la zona correspondiente al observatorio de Tacubaya para la Carta del cielo y catálogo fotográfico. Asimismo, se logró continuar de manera ininterrumpida la publicación del Anuario del Observatorio, cuyo primer número apareció en 1881.

Durante esa época se logró emprender algunos otros trabajos, especialmente aquellos que de alguna manera tenían repercusión social. De esto nos vuelve a hablar el ingeniero Gallo:


Cuando se reanudaron las labores en 1915, se encontró que los Telégrafos Nacionales tenían uniformada la hora en todas sus líneas; que los Ferrocarriles recibían señales de Estados Unidos y de acuerdo con la posición de sus estaciones empleaban la conveniente; así en Guadalajara, Jal., los FCN recibían la hora del meridiano 105 o de la montaña; en el FC del Pacífico la hora de California; en los Telégrafos la hora de México. Por tanto una preocupación constante fue la unificación de la hora. Se empezó por solicitar que los FC diesen al Observatorio la cantidad que pagaban a EUA por el servicio de las señales, comprometiéndose el Observatorio a suministrarlas de hora en hora. No había contestado el ingeniero Pani, director de los Ferrocarriles, cuando ya se tenía la línea de la Estación Tacubaya hasta el Observatorio. Apurado se vio el mecánico, Sr. Alva, en adaptar un antiguo reloj para hacer contactos eléctricos cada sesenta minutos. Se dio el servicio pero los FC no dieron la subvención solicitada. Las mismas señales se trasmitieron a los Telégrafos.

Desde que estableció definitivamente el gobierno el Sr. V. Carranza se empezó a tramitar la unificación de la hora, pero no fue sino hasta 1920 cuando se decretó que la hora de México, la capital, rigiera provisionalmente en toda la República, excepto en los estados de Sinaloa, Sonora y territorios de California.

Se estableció, desde 1916, que el Observatorio diera la hora telefónicamente por las mañanas y este servicio se extendió tanto que no eran suficientes dos teléfonos y dos personas que atendieran las llamadas que se calcularon en unas 80 por minuto. La hora por radio, dada por la XEQK, vino a aliviar mucho esa atención. Como dato curioso voy a narrar que por 1917, al hacer sus experiencias el Sr. Prieto, cuyos conocimientos eran notables, instaló un receptor provisional con el que oía música de San Antonio, Texas. Muchas personas iban a oírla, prefiriendo eso a ver las estrellas; creo que fue en el Observatorio donde se oyó por primera vez música del extranjero.



Nuestro biografiado se preocupó siempre por transmitir sus conocimientos astronómicos a la gente joven; es así como en 1911 se inicia como profesor de cosmografía en la Escuela Nacional Preparatoria. En 1915 comienza su cátedra en la Escuela Nacional de Ingenieros y a partir de 1920 forma parte del profesorado de la Facultad de Filosofía y Letras. Su labor pedagógica siguió de manera ininterrumpida hasta 1946.

Joaquín Gallo estaba convencido de que "la cultura de un pueblo se juzga por la falta de supersticiones y por sus conocimientos astronómicos", razón por la cual, durante toda su vida, dio gran importancia a la divulgación de la astronomía. A este respecto nos dice (Gallo, 1960):

La labor de extensión cultural se inauguró en 1916, abriendo las puertas del Observatorio al público, pues había la costumbre que, para ver un astro a través del telescopio, diese el permiso el secretario de Fomento. Las visitas se establecieron los sábados, pero hubo necesidad de permitir que los jueves también fuese el público a observar. No faltó repórter americano que tomara fotografías de la gente formada, en gran cantidad, deseosa de llegar al ocular para ver Saturno, por ejemplo. Las escuelas tenían días especiales para asistir a conferencias de sus maestros o del personal del Observatorio y para ver la serie de fotografías que se exhibían en el octágono y la colección de instrumentos antiguos que se habían empleado en diversos trabajos. Las conferencias se sustentaron en Puebla, Toluca, Querétaro, San Luis Potosí, Guanajuato, León, Monterrey, Tampico, Veracruz, Jalapa, sin costo alguno para la Universidad o para los gobiernos estatales, gracias a la venta de tablas de logaritmos calculados por Carlos Rodríguez, editadas por el Observatorio. Siempre se procuró dar noticias y explicaciones astronómicas, sea por los diarios o por radio. En la biblioteca se sustentaban las conferencias ilustradas con proyecciones.

Como representante de México, viaja Gallo en 1918 al Congreso de la Sociedad Astronómica Norteamericana celebrado en Estados Unidos. Con el mismo carácter, va en 1922 al Congreso de la Unión Astronómica Internacional, efectuado en Europa.

El año de 1923 fue crucial para Joaquín Gallo, pues lo dedicó a preparar todo lo concerniente a la observación del eclipse total de Sol que ocurriría el 10 de septiembre de ese año y que sería visible a lo largo de una franja que cruzaría México desde Ensenada, Baja California, hasta Chetumal, Quintana Roo.

Gallo fue encargado por el gobierno de la República de prestar toda la ayuda necesaria a las diferentes expediciones científicas que vendrían de otros países. Los astrónomos mexicanos, encabezados por Gallo, se dividieron en dos grupos para la observación de este evento; uno se instaló en la Hacienda de Laguna Seca, San Luis Potosí, y el otro en las cercanías de la estación de ferrocarril de Yerbanís, Durango.

Nuestro gobierno aprobó un presupuesto de diez mil pesos para los gastos de las expediciones nacionales, traslado de instrumentos, manutención, compra de placas fotográficas, etc. A pesar de la aprobación, el dinero no llegaba, sufriendo Gallo humillaciones sin cuento, y finalmente tuvo que poner dinero de su propio peculio para los gastos iniciales de compra de material fotográfico.

A pesar de la difícil situación económica del observatorio, los resultados obtenidos por los astrónomos mexicanos fueron publicados, primeramente como una memoria técnica (Gallo, 1923), y posteriormente con carácter informativo y de divulgacion (Gallo, 1924).

Posteriormente al eclipse, Gallo viajó a Los Angeles, California, donde se celebró una reunión para analizar la información obtenida por todos los astrónomos que asistieron a ese eclipse.

Durante su ausencia, quedó como encargado del observatorio el ingeniero Francisco Escalante, pero fue cesado por órdenes superiores por tener contacto con algunas personas pertenecientes a la orden de los Caballeros de Colón. Era la época de la persecusión religiosa emprendida por Calles y, durante ella, se pedía a los empleados públicos que concurrieran a patentizar su apoyo incondicional a la política del Presidente mediante manifestaciones, pero a quienes no acudían se les cesaba. Sin duda no fueron fáciles esos años para la ciudadanía y, menos aún, propicios para la investigación científica.

Durante toda la época revolucionaria, Joaquín Gallo vivió dentro de un espíritu de austeridad, ajeno a todo boato y, a veces, con dificultades enormes desde el punto de vista económico, pues en ocasiones el erario no tenía dinero ni para pagar el sueldo de los pocos empleados del observatorio. Pasaban las decenas, que era la forma como se pagaba entonces, y pasaban otras decenas y, de vez en cuando pagaba el gobierno alguna cantidad a cuenta de lo atrasado.

En 1928 recibe Joaquín Gallo el grado de doctor en ciencias por la Northwestern University de Chicago y, un poco antes, realiza en colaboración con el doctor Ladislao Gorcinsky importantes estudios sobre actinometría, trabajo que valió para que el gobierno polaco le otorgara una condecoración.

Esta es, puede decirse, la segunda etapa de la vida del ingeniero Gallo, durante la que se dedicó a la investigación astronómica y a la divulgación de sus conocimientos, pero a la vez, llena de problemas e incomprensiones. Llega hasta el año de 1929, en el que el Observatorio pasó a depender de la Universidad Nacional de México —cuando ésta logró su autonomía—, aunque no en forma completa, pues el rector era designado por el presidente de la República.





Figura 3. Observatorio Astronómico Nacional en Tacubaya. Fotografía tomada en 1929.

El principio de la tercera etapa de la vida astronómica de Joaquín Gallo se inicia con el cambio de adscripción del Observatorio. El 11 de julio de 1929 apareció el Decreto presidencial que incorporaba ese centro de investigación a la estructura universitaria.


En octubre de 1929 se hizo la entrega del material, instrumentos y útiles del Observatorio por riguroso inventario. Creo innecesario decir que el Sr. Lic. Ignacio García Téllez, rector de la Universidad, se sirvió seguirme considerando como Director del Observatorio, después de haberlo entregado, lo mismo que la Estación Magnética de Teoloyucan. Había que celebrar ese paso; se solicitó que la antigua Avenida Zaragoza, se llamara Avenida Observatorio; que se asfaltara el pavimento de ella hasta frente a la Dirección de Geografía y se reanudaron las labores con entusiasmo, lográndose fotografiar al planeta X, llamado después Plutón, descubierto en el Observatorio Lowell, en Flagstaff, Arizona, el 31 de marzo de 1930 y se comunicó al Observatorio Harvard la posición y magnitud de ese planeta transneptuniano.





Figura 4. Don Joaquín Gallo (segundo de izquierda a derecha) y algunos de sus colaboradores, en los patios del Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya.

Al ser ratificado el doctor Joaquín Gallo Monterrubio como director del Observatorio Astronómico Nacional, pasa a formar parte del Consejo Universitario y de algunas de sus comisiones. Posteriormente, fue designado interinamente secretario general y fungió como rector, por breve tiempo, cuando el licenciado García Téllez se ausentó para llevar a cabo su campaña electoral, pues pretendía la gubernatura de su estado, Guanajuato.

En l930 Joaquín Gallo recibe el grado de doctor en ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Durante la época en que el general Lázaro Cárdenas quiso imponer obligatoriamente la educación llamada socialista a todos los niveles de enseñanza, la Universidad Nacional, secundada por otras universidades de la República y por parte muy importante de la ciudadanía, se opuso y enarboló la bandera de la "libertad de cátedra", despertando la ira del gobernante, quien retiró el subsidio, por lo que la Universidad Nacional Autónoma de México sufrió penurias sin cuento, pero logró que se respetara el derecho a la libre enseñanza universitaria y a la libre investigación, sin obedecer a doctrina alguna.

Esa época de lucha contra el poder del gobierno fue muy dura, pero gloriosa, pues campeaba el espíritu de libertad y, la universidad triunfó, pues por lo menos a nivel universitario, esa educación no se estableció.

Claro es que el observatorio resintió también la penuria que atravesó la universidad bajo el lema que le impuso el rector Manuel Gómez Morín de "Austeridad y Trabajo". Largos años pasaron para que la situación económica mejorara, pero no lo suficiente para la adquisición de instrumentos modernos para la investigación astronómica.

Los rectores con los que a Joaquín Gallo le tocó trabajar fueron: licenciado Ignacio García Téllez, ingeniero Roberto Medellín, licenciado Manuel Gómez Morín, doctor Fernando Ocaranza, licenciado Luis Chico Goerne, licenciado Mario de la Cueva, licenciado Rodolfo Brito Foucher, doctor Gustavo Baz, doctor Salvador Zubirán e ingeniero Nabor Carrillo.

Concurre como invitado a la inauguración, en 1939, del Observatorio de McDonald, Texas, estrechando vínculos de amistad y de recíproca colaboración científica con destacados astrónomos del mundo.

El 7 de abril de 1940, observa en la ciudad de Chihuahua el eclipse anular de Sol. Ese mismo año publica la Memoria correspondiente (Gallo, 1940). En ella nos dice, entre otras muchas cosas:

Muy interesante es la observación hecha por el Sr. Dr. Gilberto Pérez Rodríguez, secundado por una pléyade de radioaficionados. Sabido es que las trasmisiones de radio de la ciudad de México no se escuchan en Chihuahua durante el día, es decir, mientras dura la acción solar, la ionósfera no está en condiciones de reflejar las ondas con un ángulo tal que llegue a esa lejana capital. [...] repentinamente se oyeron las estaciones de México a las 15h 10m con gran intensidad. A esa hora la superficie eclipsada del Sol era sensiblemente un 65 por ciento.

El 23 de noviembre de 1940, se realizó una ceremonia por los XXV años que cumplía Joaquín Gallo como director del observatorio de Tacubaya. Con ese motivo, el rector de la Universidad, doctor Gustavo Baz, le hizo entrega de un diploma y una medalla conmemorativa por los servicios prestados a la ciencia mexicana y a la Universidad Nacional Autónoma de México.

A fines de 1943, en plena segunda Guerra Mundial, Joaquín Gallo parte hacia Perú, encabezando una misión mexicana para observar el eclipse total de Sol que ocurrió el 25 de enero de 1944. Luis Enrique Erro, director del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla 2 , tuvo mucho empeño en que se realizara esa misión, consiguiendo del gobernador del estado de Puebla y del presidente de la República, general Manuel Ávila Camacho, algunas facilidades para el viaje, sin embargo, a última hora Erro no pudo asistir.

El viaje resultó un tanto azaroso, pues a bordo de un pequeño barco de guerra de nuestra armada, el Querétaro, sorteando riesgos y dificultades, se trasladó la misión hasta El Callao, puerto principal cercano a la capital peruana, de donde emprendieron un recorrido de 770 kilómetros por una carretera en regular estado, para llegar a Chiclayo, en el norte de Perú en donde se llevó a cabo la observación, dejando muy bien plantada la bandera de México, pues la nuestra fue la única misión extranjera que concurrió a efectuar la observación de ese eclipse, por el riesgo de viajar durante la guerra. Un poco después de su regreso a México, Félix Recillas publicó (Recillas, 1944) una descripción de este viaje.

Por causas de enfermedad, el 28 de agosto de 1946 se retira Joaquín Gallo de sus labores en la universidad, en el observatorio y en las cátedras. Se le designa director honorario del observatorio y el Consejo Universitario lo nombra investigador emérito.

Así llegamos a la cuarta etapa de la vida del doctor Gallo, quien el 30 de abril de 1947 entrega el Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya al doctor Guido Münch, encargado de la dirección, junto con todas las pertenencias bajo riguroso inventario y dejando también la casa que durante tanto tiempo había ocupado en el propio observatorio.

Un poco después publica un Curso de cosmografia (Gallo y Anfossi, 1949) que, arreglado por el maestro Anfossi, fue declarado texto oficial de la materia en la Escuela Nacional Preparatoria. Y, a la fecha, continúa siendo impreso en nuevas ediciones para uso de los estudiantes de preparatoria.

Durante su tiempo libre cuida de su salud y se dedica a escribir folletos y memorias sobre los eclipses que observó durante su larga vida de astrónomo.

Ya anteriormente había escrito algunos folletos de divulgación que se distribuían en forma gratuita: EL Sistema Solar, Las estrellas, Las nebulosas y una Carta lunar son algunos de ellos. Había escrito además numerosos artículos en periódicos y revistas.

Estuvo presente en la inauguración, en Tonantzintla, Puebla, de la Estación de Observación Astronómica de la Universidad Nacional Autónoma de México. Durante 1951/1952 es miembro de la junta de Gobierno de la Universidad, de la que se retira al cumplir la edad de 70 años, según los reglamentos. En 1959 inaugura el planetario construido por la Sociedad Astronómica de México, primero de la República. En 1960 celebra sus bodas de oro matrimoniales. En 1962 la Sociedad Astronómica de México le rinde homenaje y le otorga una medalla por haber dedicado toda su vida a la astronomía.

Muere a las 5.15 de la mañana del 19 de octubre de 1965 y es sepultado el día 20, diciendo la oración fúnebre el licenciado Mario de la Cueva, en representación de la Universidad.

En la madrugada de esos días podía observarse en todo su esplendor el cometa Ykeya-Seki, por lo que podemos decir que la vida de este astrónomo, universitario y hombre cabal, transcurrió entre cometas y eclipses.

BIBLIOGRAFÍA

Gallo, J., "The Eclipse Expedition of the Mexican National Observatory", Popular Astronomy, vol.31, núm. 9, 1923.

—, El eclipse total de Sol del 10 de septiembre de 1923, Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya, México, 1924.

—, Memoria de la observación del eclipse de Sol, Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya, Imprenta Universitaria, México, 1940.

—, Panorama de la astronomía en México, edición particular, México, 1960.

—, y A. Anfossi, Curso de cosmografía, Publicistas e Impresores Beatriz de Silva, México, 1949. La séptima edición de esta obra fue editada en 1977 por Editorial Progreso, México.

Gallo Sarlat, J., El ingeniero Joaquín Gallo Monterrubio, astrónomo, universitario y hombre cabal, edición particular, Cerrada Presa Escolta 185, San Jerónimo, C. P. 10200, México, 1982.

León, G. L., Los progresos de la astronomía en México desde 1810 hasta 1910, Tipográfica de la Viuda de F. Díaz de León, México, 1911.

Recillas, F., "Mexican Eclipse Expedition", Sky and Telescope, núm. 31, 8-9, 1944.

Valle, F., Informe del director sobre el resultado de la Comisión Mexicana para la Observación del Eclipse Total de Sol del 30 de agosto de 1905, Observatorio Astronómico Nacional, Imprenta y Fototipia de la Secretaría de Fomento, México, 1908.

La espectroscopía estudia la composición química mediante el análisis de la luz, mientras que la actinometría es la parte de la física que se encarga de la medida de las radiaciones en general y de la radiación solar en particular.
Véanse, por ejemplo, los trabajos de B. Bok y P. Pimi en este volumen.