XII. LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS DEL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO NACIONAL

MANUEL ÁLVAREZ Y EDUARDO LÓPEZ

ANTECEDENTES

AL REFERIRNOS a los hechos que dieron por resultado la instalación y crecimiento del Observatorio Astronómico Nacional 1 en Baja California, mencionaremos aquellos en los que directa o indirectamente muchos de nosotros participamos, lo que nos da la oportunidad de exponer "nuestra" interpretación. Al decir "últimos diez años del Observatorio" no queremos decir sus años finales, todo lo contrario, esperamos que sus quince primeros años constituyan una experiencia que podamos aprovechar y capitalizar aquellos que estamos interesados en su funcionamiento y operación.

La tradición astronómica mexicana tiene cimientos históricos, pero también refleja uno de los problemas que son "común denominador" de la mayoría de las acciones emprendidas en nuestros países ("dependientes", del "tercer mundo", "en desarrollo", etc.). Este común denominador es la existencia de "la visión global de un proyecto", pero de manera "casi exclusivamente personal", faltando esta misma visión global en términos institucionales. Los esfuerzos individuales pocas veces trascienden y es necesario revisar periódicamente los esquemas originales, que la mayoría de las veces cambian y hay que adaptarlos debido a las circunstancias en las que nos vemos envueltos.

El observatorio de Tacubaya cumplió su función en su momento histórico y el crecimiento desmesurado de la ciudad obligó, en los años cincuenta, a cerrar las instalaciones que por varias décadas habían hospedado al Observatorio Astronómico Nacional, y que se trasladaron al pueblo de Tonantzintla, en las cercanías de la ciudad de Puebla, en donde por varios años se ha continuado con el trabajo de observación. La concentración urbana y el clima hacen que el proceso se repita, y nuevamente, por razones científicas de investigación así como meteorológicas, se ve la necesidad de iniciar la búsqueda de un nuevo lugar para las instalaciones del observatorio. En esta ocasión, se procura que el lugar escogido cumpla algunos requisitos que aseguren la continuidad en el trabajo astronómico. Además, se toma la decisión de que el desarrollo del Observatorio Astronómico Nacional se haga con recursos propios, tanto materiales como, sobre todo, humanos. Decisión sabia a largo plazo, pero que dificultó el proceso como lo hemos podido apreciar a lo largo de estos años. En el propio Instituto de Astronomía 2 se desarrollan muchos de los instrumentos de trabajo, desde el diseño de los telescopios hasta la construcción del instrumental auxiliar para las mediciones astronómicas. Sin embargo, la mayor parte de estos esfuerzos han sido resultado de decisiones prácticamente "personales" en las que la discusión y análisis de los objetivos buscados entre los miembros de la comunidad astronómica han sido mínimos. La preparación de los astrónomos que han salido al extranjero y los que se están formando en México refleja esta misma situación.

UN NUEVO LUGAR PARA EL OBSERVATORIO

Al tomarse la decisión de instalar el Observatorio Astronómico Nacional en el "mejor" lugar de México, algunos miembros del Instituto de Astronomía se dieron a la búsqueda de un sitio que reuniera condiciones óptimas. Hubo una motivación adicional que logró que este proceso se acelerara: el interés por parte de algunos astrónomos de la Universidad de Arizona de instalar un telescopio en un lugar que asegurara un gran número de noches fotométricas 3 de observación. Con estos elementos, se hizó un análisis de fotografías meteorológicas tomadas por satélites artificiales, tanto en la región visible como en el infrarrojo, obteniéndose así una primera evaluación estadística a partir de una muestra al azar. Esto ocurría en 1967 y 1968, y el resultado de estos estudios indicó que la región del NW de México y del SW de los Estados Unidos era el lugar adecuado desde el punto de vista climatológico. Las primeras expediciones a la sierra de San Pedro Mártir en Baja California la establecieron como sitio óptimo. (Mendoza, 1971; Mendoza et. al., 1972; Mendoza, 1973.)

Pero ¿era el mejor lugar desde el punto de vista del apoyo logístico? ¿Cómo iba a operar este observatorio si en la región la infraestructura existente era prácticamente nula? ¿De qué manera se iba a permitir un desarrollo relativamente autónomo? Resolver este problema iba a requerir del esfuerzo conjunto de toda la comunidad astronómica y no exclusivamente de la dedicación y el espíritu de unos cuantos individuos.

LOS TRABAJOS INICIALES

De esta manera se iniciaron los trabajos y, a mediados de 1967, los investigadores Guillermo Haro, Eugenio Mendoza y Jorge Ruiz llegaron a un pequeño rancho en las faldas de la sierra de San Pedro Mártir, donde fueron recibidos amistosamente por sus dueños, la familia Meling, que habita en este lugar desde finales del siglo pasado. Explicado el motivo de su viaje, el grupo recorrió a caballo por muchas horas los senderos únicamente frecuentados por los vaqueros y los animales que pastorean en la región. Fue así como, después de buscar en varios lugares de la sierra, se decidió instalar un pequeño telescopio con el cual se iniciaron las pruebas que permitieron evaluar in situ el hogar del futuro observatorio.

Algunos años antes, una compañía maderera había abierto una brecha con el fin de explotar el bosque de coníferas de la sierra de San Pedro Mártir, bosque que en la actualidad se encuentra enfermo. De haberse otorgado la concesión para explotarlo, es probable que, con la escasa precipitación pluvial de la región, del bosque sólo permaneciera el recuerdo. La brecha tuvo nuevamente uso y Tomás Farldow y Andrés Meling, empleados para trabajar en el observatorio, comenzaron a habilitar este camino de acceso con el fin de asegurar la continuidad en el trabajo de los astrónomos que vendrían en el futuro.

Durante todo 1967 y buena parte de 1968 y 1969, la rutina de trabajo era la siguiente: un pequeño grupo de astrónomos del Instituto se desplazaba desde la ciudad de México hasta Tijuana; de allí por caminos, brechas y veredas hasta el observatorio de San Pedro Mártir. El viaje tomaba un mínimo de 9 o 10 horas. Ya en ese lugar, parte de su tiempo lo utilizaban para efectuar observaciones astronómicas de estrellas dobles con el fin de obtener una evaluación de la "calidad de la imagen". Además, hacían mediciones climatológicas con equipo que el Instituto de Geofísica de la UNAM había facilitado. Pero no sólo eso; éste grupo de astrónomos se dedicaba a cortar leña, a acarrear agua, a aserrar tablones, a construir habitaciones, a manejar de un lado para otro en medio de nieve o lluvia, etcétera. No es de sorprender entonces que en este arduo trabajo hayan participado solamente unos cuantos miembros del instituto. A fines de 1968, Guillermo Haro concluyó su periodo corno director del Instituto de Astronomía y tomó su lugar Arcadio Poveda, quien continuó apoyando la construcción del observatorio. Entre los astrónomos que dedicaron su tiempo y esfuerzo en estos primeros años podemos mencionar, además de los directores, a Manuel Méndez, Luis Carrasco, Rafael Costero, Marco A. Moreno, Salvador González Bedolla, Roberto Ortega, Rosario Peniche, Manuel Álvarez, Manuel Orona, Eugenio Mendoza y otros más, que, como ya señalamos, llevaron a cabo su labor con entusiasmo y dedicación. Todos recordamos anécdotas y hechos que matizaron nuestro trabajo, enriqueciendo sin duda nuestra existencia y modulando aquellos primeros años del observatorio.

Queremos citar aquí un párrafo escrito por Tomás Farldow, quien nos relata de manera clara lo que significaba el trabajo en esos días.

 

[...] en octubre de 1967 se abrió una brecha a San Pedro Mártir con un trascavo, los operadores eran Andrés Meling y un norteamericano [...] Se instaló un telescopio de 14 pulgadas (36 cm) y nos trasladábamos en un pick-up de doble tracción, dormíamos debajo de los pinos y cocinábamos a la intemperie y después se empezó a construir una cabaña con trozos de pino para protegernos un poco [...] El 13 de diciembre nos agarró una nevada y tuvimos que bajarnos al [rancho] Meling y el 28 del mismo mes subimos dos personas a rescatar un vehículo. Para sacarlo, subimos caminando y caminamos desde las 2 de la tarde hasta las 12 de la noche para recorrer algo así como 3 kilómetros. El siguiente día salimos con el pick-up y el trascavo a las 9 de la mañana y salimos de la nieve a las 8 de la noche [...] Regresamos el día 6 de marzo del 68 y se empezó a construir otra cabaña de dos pisos en la cual se hospedarían los jefes y los astrónomos y después se subió una "traila" y una pick-up 68 de doble tracción [...]

Los problemas de la UNAM y del país en 1968 afectaron sensiblemente al instituto y por ende al observatorio. Por aquellos años, se habían obtenido recursos económicos suficientes para la construcción del camino de acceso, los que fueron totalmente cancelados, y solamente después de más de un año de esfuerzos continuos se logró que el camino actual al observatorio fuera terminado. A mediados de 1970, pudo subir (por el nuevo camino todavía en construcción) el primer "tráiler" habitación destinado a los trabajadores. Inicialmente, los astrónomos vivíamos en tiendas de campaña y los trabajadores en una cabaña de leñadores que los vaqueros habían construido. Más adelante, a mediados de 1969, se terminó de habilitar la llamada "cabaña roja" para los astrónomos y personal técnico y se construyó otra cabaña para los trabajadores. Durante los siguientes dos años, siendo Manuel Orona el responsable del observatorio, se adquieren varios "tráilers" habitación para el personal.

PROSPECCIÓN DEL LUGAR

La observación de las estrellas y la adquisición de información climatológica continuó, como lo podemos apreciar si recordamos que en 1969 se construyó un telescopio llamado "doble haz"; además se llevaron a cabe experiencias para determinar la altura de la "zona local de turbulencia" atmosférica. El trabajo en este observatorio interesaba a otras instituciones y es así como el observatorio de París montó también, en 1969, el telescopio polar con el fin de evaluar la "calidad de la imagen" o la "cintilación atmosférica" en el observatorio. Asimismo, el High Altitude Observatory de Colorado, EUA, instaló en el año de 1968 una celda solar para medir comparativamente la insolación de ese lugar. En 1973, este mismo observatorio montó un fotómetro que medía el brillo del cielo, con lo que se podía evaluar si el sitio era adecuado para instalar un observatorio solar. Durante 1971 y 1972, el Instituto Tecnológico de California (CALTECH) hizo mediciones del ruido del cielo en el infrarrojo. Véase al respecto el artículo de Álvarez y Maisterrena (1977).

En todas estas acciones, el intercambio de ideas entre los astrónomos fue reducido y se dio de manera muy informal, y aunque la información obtenida en estas campañas de prospección fue finalmente publicada en reportes técnicos o en revistas astronómicas, su importancia en las decisiones tomadas fue relativamente pequeña.

LOS PRIMEROS TRABAJOS ASTRONÓMICOS

En 1970 se empezó la construcción de los edificios para los telescopios. Mediante un convenio de cooperación, el telescopio fotométrico de 150 cm de diámetro, cedido por la Universidad de Arizona, pasaría a la UNAM, y directamente al Instituto de Astronomía. La Universidad de Arizona podría utilizar parte del tiempo de observación para sus propios trabajos. El Dr. Harold Johnson, de esa universidad, era el responsable del proyecto y con algunos estudiantes del instituto y de la universidad comenzó su trabajo de observación a finales de ese año. Este telescopio es únicamente un instrumento fotométrico, a diferencia de la mayoría de los telescopios que son de uso general, y con los que se pueden efectuar observaciones fotométricas, espectroscópicas y fotográficas.






Figura 1. Instalación del espejo primario con diámetro de 150 cm.

Durante 1971, el doctor E. Mendoza, jefe del observatorio en esa época, y sus ayudantes, efectuaron observaciones fotométricas en el visible y el infrarrojo. Algunos astrónomos y estudiantes recién egresados de la Facultad de Ciencias fueron contratados para trabajar en el observatorio, y, prácticamente sin elementos y casi sin dirección, intentaron llevar a cabo su labor. Analizando en retrospectiva, vemos que una situación como ésta no iba a ser capaz de generar el grupo de trabajo académico que se requería en el observatorio. Durante 1972 y 1973, los astrónomos B. Mayer y Carlos Chavarría continuaron con sus programas fotométricos de observación. Otros astrónomos e investigadores que hicieron trabajo de observación en estos primeros años fueron Walter Fitch, William Schuster, de la Universidad de Arizona, Enrique Daltabuit, José Warman, Rafael Costero, Christine Allen, Estela de Lara y Luis Carrasco entre muchos más del Instituto de Astronomía. El observatorio recibió también la visita de varios astrónomos extranjeros entre los que recordamos al profesor J. Rosch, a J. Stock, al doctor Gurzadian, etcétera. Las observaciones fotométricas continuaron, y en 1973 el doctor H. Johnson integró un grupo de trabajo con astrónomos residentes en Ensenada. Los fotómetros utilizados han estado en servicio hasta la fecha y son los mstrumentos de mayor uso en el observatorio. En la actualidad, están siendo renovados y mejorados; además se diseñaron y construyeron otros sistemas de medición que los sustituirán en el futuro cercano.

A fines de 1971 se instaló la óptica del telescopio de 84 cm de diámetro cuyo espejo fue diseñado y construido en el propio instituto bajo la supervisión del doctor D. Malacara; la parte mecánica se construyó en los Estados Unidos, con una montura similar a la utilizada en el telescopio de 150 cm. Este telescopio de 84 cm, que sí es de uso general, fue equipado para operar, además de los fotómetros descritos, con un espectrógrafo, y ha sido también utilizado con otros instrumentos de medición, como por ejemplo un interferómetro tipo Fabry Perot, un espectrofotómetro, cámaras fotográficas directas, etcétera.





Figura 2. Montaje del telescopio de 84 cm.


PERSONAL DE MANTENIMIENTO Y DE APOYO

El trabajo académico en el observatorio ha estado determinado por la labor del personal de mantenimiento y de los operadores y mecánicos, quienes han desarrollado su labor de manera sistemática y con elementos que en ocasiones distan mucho de ser los óptimos para su trabajo. Algunas de las condiciones bajo las que se ha tenido (y se tiene) que trabajar son las siguientes:

a) Es necesario generar la electricidad para todo el sistema, la unidad habitacional del personal y las instalaciones científicas. Es el personal adscrito al instituto el que se responsabiliza de esta tarea y, en situaciones de emergencia, ha tenido que resolver con ingenio y valor los problemas que se han presentado.

b) A los vehículos del observatorio se les da mantenimiento y atención en los propios talleres del observatorio.

c) Durante los primeros años de trabajo, el personal de apoyo, junto con los astrónomos, permanecía durante varias semanas en el observatorio y en muchas ocasiones era frecuente encontrar a todo el personal unido en la solución de algunos problemas que todos recordamos, por ejemplo, apagar el incendio ocurrido en el verano de 1974 que destruyó varios cientos de hectáreas de pastos, o abrir caminos para salir del observatorio después de una intensa lluvia como la de agosto de 1977, o marzo de 1979, cuando toda la península sufrió los embates de la naturaleza con lluvias y nevadas intensas que obligaron a suspender las actividades durante algunos meses. En cada ocasión, podemos recordar hechos tristes y acontecimientos jocosos. Todos estos sucesos han dejado huella en los participantes y, en general, han contribuido a ir superando una a una las deficiencias en la operación del sistema. Creemos que la historia de una institución debe ser conocida por sus integrantes para evitar en lo posible la repetición de hechos que pudieran perjudicar o retrasar su desarrollo y la consecución de sus objetivos.

d) En el equipo de apoyo debemos considerar también al personal de cocina y de intendencia, con sus asuntos y problemas que resolver, y que han formado parte importante en la operación de la institución. Las cabañas de tronco y lata de los primeros años han sido sustituidas por los actuales módulos de habitación construidos entre 1973 y 1974.

e) El equipo de mantenimiento técnico se ha abocado a la tarea de mantener los sistemas astronómicos en operación y los equipos auxiliares y sistemas de adquisición de datos. Una vez más, el personal responsable de esta tarea ha sabido cumplir con su cometido, a pesar del cúmulo de carencias que ha dominado el panorama. En 1974, el telescopio de 84 cm de diámetro fue cambiado de lugar; y tanto los astrónomos como el personal de mantenimiento se unieron para llevar a cabo esta tarea.





Figura 3. Telescópio de 84 cm. de diámetro, durante los primeros años de trabajo.

f) Las actuales condiciones de vida y de trabajo en el observatorio no se asemejan en lo absoluto a las que imperaban durante los primeros años, y aunque es indudable el interés de las autoridades de la UNAM y del propio instituto para mejorarlas, la lucha de los trabajadores ha sido muy importante durante todo el proceso descrito.






Figura 4. Parte de las habitaciones que utiliza el personal que labora en el Observatorio.



INFLUENCIA EN LA COMUNIDAD

Otro aspecto del observatorio que reviste gran importancia es la difusión de la cultura e investigación, que son dos de los elementos fundamentales de la vida universitaria.

Cuando el Instituto de Astronomía, en el año de 1968, tomó la decisión de montar el observatorio en Baja California, el panorama académico que se presentaba en la península no era muy halagador. La Universidad de Baja California, fundada en 1957, tenía campus en Mexicali, Tijuana y Ensenada, y una escuela preparatoria en Tecate. En Ensenada, que resultaba ser el lugar con mejores perspectivas, se encontraba una escuela preparatoria de la UABC, la Escuela Superior de Ciencias Marinas, con una pequeña población universitaria y un incipiente Instituto de Investigaciones Oceanológicas adscrito a la Escuela de Ciencias Marinas.

Por esos años se presenta una coyuntura estructural que es bien aprovechada y que, según hemos visto, ha sido ventajosa para el desarrollo académico de la región. La descentralización de la ciencia, de la cultura y de la investigación se empieza a sentir como una necesidad real del país, y cuando el CONACYT toma la decisión de crear y apoyar centros autónomos de investigación en la provincia se propone la formación de un centro de apoyo a la astronomía en Ensenada. Las condiciones reales de la región, con antecedentes bien cimentados en oceanografía y con perspectivas muy amplias en geofísica y geología, condujeron a la creación del CICESE, 4 en septiembre de 1973. Este nuevo centro ha brindado un apoyo adecuado al observatorio, permitiendo el uso de sus instalaciones, sus sistemas de apoyo académico, su centro de cálculo, su biblioteca, y con frecuencia otros servicios e instalaciones; sobre todo, ha fortalecido el crecimiento de una población académica activa indispensable para el trabajo de investigación en el observatorio.

Como se señaló anteriormente, en 1973, el doctor H. Johnson, junto con otros astrónomos que se instalaron en la ciudad de Ensenada, integró un grupo de trabajo en el campo de la fotometría y el desarrollo instrumental. A fines de 1974, parecía que la idea con que había sido concebido el observatorio por sus iniciadores estaba en vías de realizarse. Este sentir hizo posible que en mayo de 1975 la Asociación Astronómica del Pacífico celebrara su congreso anual en Ensenada, con la asistencia y participación de numerosos astrónomos mexicanos y estadounidenses. En ese tiempo se inician los trámites para la compra y construcción de un local que albergue el centro de apoyo de Ensenada. Desafortunadamente, los acontecimientos superan a las perspectivas y, al cabo de unos pocos meses, este primer grupo de astrónomos residente en Ensenada se desmembró, con lo que se inició una época de comunicación mínima entre los investigadores de Ensenada y los de la ciudad de México. Durante varios años, Ensenada y San Pedro Mártir fueron vistos simplemente como una estación de observación astronómica, cancelándose la relación académica entre el personal de la ciudad de México y el de Ensenada. Obviamente, a los que hemos trabajado por enriquecer la vida académica, de investigación y cultura en esta ciudad, este aspecto incompleto no nos resultaba satisfactorio.

El gobierno mexicano, con el fin de facilitar y apoyar los esfuerzos de la universidad, el 12 de febrero de 1975 por medio de un decreto presidencial, declara "de interés público la conservación y restauración de la riqueza forestal de las montañas de San Pedro Mártir en Ensenada, que aseguren el desarrollo normal de la investigación astronómica, geográfica y demás disciplinas afines que lleva a cabo la UNAM en dicho lugar". Es al propio instituto y a la universidad a las que corresponde generar el esfuerzo capaz de mantener esta investigación, así como de superarla constantemente. De esta forma, la docencia y la difusión científicas vinieron a ocupar parte de la actividad del personal académico en Ensenada, así como la de algunos astrónomos que durante cortas estadías en la ciudad dictan pláticas en la Escuela de Ciencias Marinas y en la preparatoria. Se Organizan algunos ciclos de conferencias, como las "Jornadas Einsteinianas" al celebrarse el centenario del nacimiento de Albert Einstein, o un ciclo sobre el "Origen y Evolución del Universo". Además, con profesores de la Universidad de Baja California y con investigadores del CICESE, participamos en la fundación de la carrera de física en la Universidad Autónoma de Baja California, con la que actualmente se mantiene una estrecha relación académica. 5

EL MOMENTO ACTUAL

Las necesidades de investigación científica en el campo de la astrofísica han obligado al instituto a satisfacer nuevos requerimientos y, por ello, desde que se inician los trabajos del Observatorio Astronómico Nacional, se intenta contar con los instrumentos adecuados para poder competir en el ámbito internacional. En 1974, el instituto obtiene los recursos suficientes para la construcción de un telescopio de 2.12 metros de diámetro y se inicia de inmediato su diseño y construcción. El diseño de la parte mecánica del telescopio es realmente una innovación; se realizó bajo la supervisión del ingeniero José de la Herrán, del propio Instituto de Astronomía. La obra negra del edificio se inicia en 1976 y en septiembre del mismo año se realizan las pruebas de control de movimiento y guiado del telescopio en los talleres de la fábrica constructora. A fines de noviembre, la parte mecánica del instrumento (sin el espejo primario) queda finalmente instalada en su edificio del observatorio de San Pedro Mártir, pero por motivos económicos así como meteorológicos (comenzando por los ciclones del mes de septiembre de 1976 y las intensas lluvias y nevadas de otros años), se produce un retraso enorme en la terminación de este proyecto. Recordamos, por ejemplo, que a principios de 1978 las lluvias y nevadas en todo el estado provocaron una situación de emergencia que alcanzó también al observatorio. Su personal tuvo que ser evacuado por helicópteros de la Guardia Costera de los Estados Unidos que estuvieron auxiliando al gobierno del estado en el rescate de damnificados y la evacuación de zonas afectadas.






Figura 5. Construcción del edificio que alberga el telescópio de 2.12 m de diámetro.




Figura 6. Instalación de la cúpula.

A fines de 1978, la dirección de obras de la UNAM retomó el proceso de terminación y mejoramiento de las construcciones del observatorio y, nuevamente por motivos climatológicos, en marzo de 1979 el personal del observatorio tuvo que ser rescatado con helicópteros y por tierra. Sin embargo, después de que los caminos de acceso fueron reabiertos, se pudo trasladar en junio de 1979 el espejo primario desde la fábrica en Tucson, Arizona, hasta el observatorio y, finalmente, de acuerdo con un informe de José de la Herrán, la noche del 14 de julio de 1979, con la consola de guiado y control diseñada y construida en el taller de electrónica del propio instituto, se pudieron efectuar las primeras pruebas ópticas del telescopio.







Figura 7. Inauguración del Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, Baja California Norte.





Figura 8. Instalación del espejo de 2.12 m de diámetro.

Durante el resto del año todas las instalaciones del observatorio fueron remodeladas y el 16 de septiembre de 1979, con motivo de las festividades de los 50 años de la autonomía universitaria, se hace la inauguración oficial del telescopio de 2.12 metros, así como de las construcciones y telescopios en uso desde años atrás.



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Figura 9. El telescopio en operación.






Figura 10. Vista aérea de las instalaciones del Observatorio Astronómico Nacional localizado en la Sierra de San Pedro Mártir, Baja Califonia. En primer término, el telescopio de 2.12 m; le siguen el de 84 cm y el de 150 cm. Al fondo, el antiguo edificio del telescopio de 84 cm, actualmente ocupado por un pequeño telescopio de 35 cm de diámetro.

Para concluir este recuento, queremos mencionar que en octubre de 1980 se inaugura el edificio del observatorio en Ensenada, y el telescopio de 150 cm de diámetro, en uso desde 1971, es dedicado a la memoria de su promotor, el Dr. Harold Johnson, quien durante toda su vida mostró un gran entusiasmo, optimismo y vitalidad.

Esperamos ser capaces de apreciar que en esta primera década del Observatorio Astronómico Nacional en Baja California se han sentado las bases de una institución dedicada a la investigación básica. El camino por recorrer apenas se ha iniciado en este lugar. Como se ha señalado en otras ocasiones, "la astronomía es la ciencia más antigua de la historia del hombre y, sin embargo, es la ciencia que impulsa y abre nuevos derroteros al futuro de la humanidad".

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez, M., y J. Maisterrena, Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, 2, 43, 1977.

Mendoza, E. Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, 6, 95, 1971.

Mendoza, E., Mercury 1, 9, 1973.

—, J. Luna, y T. Gómez, Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, 6, 215, 1972.

El Observatorio Astronómico Nacional, fundado en 1878, estuvo instalado por más de 60 años en la villa de Tacubaya, de la ciudad de México.
En 1929, el observatorio fue entregado a la UNAM. En 1967, el Consejo Universitario creó el Instituto de Astronomía, al que quedó integrado el Observatorio Astronómico Nacional.
Noches en que la obscuridad del cielo y la tranquilidad y transparencia de la atmósfera permiten observaciones de alta precisión.
Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada, creado por decreto presidencial.
Los cursos de la carrera de física se iniciaron el 1º de agosto de 1978. Ésta fue formalmente reconocida por el consejo Universitario de la UABC en su sesión del 18 de noviembre de 1978.