XI. LA INFLUENCIA DE LA ASTRONOMÍA SOBRE EL DESARROLLO TECNOLÓGICO

LA RAZÓN de ser de la astronomía es la búsqueda de un conocimiento, cada vez mejor, de cómo es el Universo. El valor cultural de esta búsqueda es muy grande. Es parte del instinto humano el acumular información sobre la naturaleza, y esta acumulación de conocimientos nos ha permitido aprovechar los recursos de nuestro medio ambiente. Pero aun cuando no veamos en ello una utilidad obvia, la curiosidad persiste y nos lleva a estudiar temas que no tienen una relación directa (al menos aparentemente) con nuestras necesidades para vivir mejor. La experiencia demuestra que los conocimientos científicos aparentemente más alejados de lo cotidiano pueden, después de un cierto tiempo, cambiar a fondo precisamente a lo cotidiano. Existen muchos ejemplos de esta influencia de la ciencia, en nuestro caso de la astronomía, sobre el desarrollo tecnológico.

La civilización griega tuvo gran interés en hacer mapas del cielo, en catalogar a las estrellas y a las constelaciones. Quizá comenzaron a hacerlo principalmente por curiosidad pero pronto quedó claro que el conocer el cielo era crucial para una actividad importantísima: la navegación. De hecho, existe evidencia de que ya los polinesios viajaban de isla en isla guiándose por el Sol y las estrellas. Las grandes expediciones que caracterizaron al pasado no hubieran sido posibles sin un buen conocimiento del cielo. Un buen navegante podía establecer la posición de su buque en el mar aun en condiciones de cielo parcialmente nublado. A través de los huecos entre las nubes buscaban alguna estrella, la cual reconocían por su color y brillo y a partir de su posición en el cielo podían estimar sus coordenadas. Aun en nuestros tiempos, una buena parte del comercio internacional se realiza por mar y hasta principios de nuestro siglo XX la navegación dependió del conocimiento del cielo. Por supuesto, en la actualidad la determinación de la posición de una nave se hace con técnicas muy sofisticadas, en ocasiones valiéndose de los satélites que se han puesto en órbita para ayudar a la navegación y procesando las señales recibidas mediante una computadora.

Ya que hablamos de satélites artificiales, tan importantes en la tecnología contemporánea, es necesario recordar que los fundamentos teóricos de su movimiento provienen de la astronomía. El prodigioso científico británico Isaac Newton desarrolló las ecuaciones que gobiernan el movimiento de los satélites artificiales en su interés por comprender los movimientos de nuestro satélite natural, la Luna. Seguramente no se imaginó Newton la importancia que los satélites tendrían en nuestra vida. Ahora las transmisiones de televisión, la comunicación telefónica entre continentes, el apoyo a la navegación marítima y aérea y otras actividades, se realizan utilizando satélites. También existen satélites que continuamente observan la Tierra para informarnos sobre nuestra situación meteorológica, geológica, e inclusive agrícola. Y todo esto se inició porque Newton quiso entender por qué la Luna orbitaba alrededor de la Tierra.

La astronomía tiene requerimientos técnicos muy apremiantes. Requerimos de telescopios y radiotelescopios cada vez más grandes y también más precisos. La tecnología de alta calidad en áreas como la óptica, la mecánica y la electrónica, se ha desarrollado en buena parte gracias al acicate de la astronomía. Luego estos conocimientos se traducen en mejores maquinarias y mejores instrumentos. Entonces, de nuevo la astronomía planteará un proyecto, un requerimiento que va más allá de lo que necesita la industria. Y de nuevo se iniciará este ciclo beneficioso tanto para la astronomía como para la tecnología.

Veamos otros ejemplos. El óptico francés Henri Chrétien desarrolló durante su vida importantes diseños ópticos que mejoraron la calidad de los telescopios y de los instrumentos que se usan en la astronomía. Existe un diseño de telescopio llamado del tipo Ritchey-Chrétien que fue inventado por el óptico francés y por el astrónomo estadounidense George Ritchey. El mayor telescopio con que cuenta México, con espejo principal de 2.1 metros de diámetro, está construido de acuerdo con el diseño Ritchey-Chrétien, y está ubicado en la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California Norte. El telescopio espacial (llamado telescopio Hubble en honor al hombre que descubrió la expansión del Universo) que será puesto en órbita en los años próximos por los Estados Unidos también tiene óptica Ritchey-Chrétien. Gracias a la amplia experiencia que había acumulado Chrétien construyendo telescopios, pudo resolver un problema muy importante de la cinematografía. En las décadas de los cuarentas y cincuentas el cine comenzó a enfrentar la competencia de la televisión y a perder público. Como una nueva manera de atraer audiencias, los magnates del cine comenzaron a buscar alguna novedad que le añadiera atractivo a la proyección de películas. Finalmente, encontraron que años atrás Chrétien había inventado un sistema óptico que permitía filmar y proyectar imágenes dos y media veces más anchas que las del cine convencional. Este proceso de filmación y proyección fue comprado a Chrétien y bautizado con un nombre muy familiar: ¡El Cinemascope! La introducción de este proceso de pantalla ancha fue muy exitoso y permitió la recuperación de público.

Conozco la historia de Chrétien en detalle por una afortunada situación. Los herederos de Chrétien (que dejó una jugosa herencia gracias a su descubrimiento del Cinemascope) decidieron crear un premio con su nombre para ser otorgado a astrónomos observacionales jóvenes. En 1984 tuve el alto honor de recibir este premio y fue cuando me adentré en la biografía de Chrétien, encontrando que además de sus diseños astronómicos que ya conocía, había inventado el Cinemascope.

Recuerdo que de niño fui a ver la película El manto sagrado, quizá atraído por la publicidad: era la primera película filmada en Cinemascope. Ignoraba entonces que muchos años después mi vida se iba a volver a ver influenciada por la figura extraordinaria de Henri Chrétien.

La investigación astronómica también ha tenido mucho que ver con la investigación del proceso llamado fusión nuclear, el cual se espera resolverá los problemas energéticos de la humanidad en el siglo XXI. La fusión nuclear ocurre en el interior de las estrellas y si la pudiéramos producir y controlar en la Tierra tendríamos una fuente de energía "limpia" (sin los problemas de desechos radiactivos que presenta la fusión nuclear en el proceso que se emplea actualmente en las plantas nucleares) y prácticamente inagotable.

Cuando veo los reducidos presupuestos que existen para la investigación astronómica en nuestro país, me pongo a buscar nuevos ejemplos en que la astronomía beneficia a la tecnología. Quizá con muchos ejemplos puedan nuestras más altas autoridades entender que es importante apoyar a la ciencia básica, apoyar a la astronomía. También en nuestro país se han dado ejemplos en que la astronomía ha beneficiado a la tecnología. Hace algunos años, una empresa estaba muy interesada en computarizar maquinaria, o sea en lograr que un equipo realizara una serie de maniobras programadas por computadora y que se llevaran a cabo sin asistencia de un operador humano. Esta empresa encontró que el único sitio en México que podía resolverles su problema era el Laboratorio de Electrónica de nuestro Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México. El proyecto se concluyó satisfactoriamente y la empresa pudo poner en el mercado maquinaria computarizada diseñada en México. ¿Cómo pudieron los electrónicos de nuestro Instituto realizar esta tarea? La respuesta es sencilla. Por muchos años habían estado diseñando y construyendo telescopios que se mueven guiados por una computadora. Para ellos fue relativamente fácil adaptar sus sólidos conocimientos de los telescopios a las maquinarias.

Pero, aquí entre nos, aun cuando estas aplicaciones tecnológicas son buenas y nos ayudan a justificar nuestra existencia ante la insensible burocracia, insisto en que no son el propósito fundamental de la astronomía. Queremos conocer mejor al Universo, independientemente de si hay un beneficio material para la humanidad o no.