PRÓLOGO

En mi curso de ingreso a El Colegio Nacional, en 1975, conocí a René Garduño, y durante éste nació su interés por la disciplina que cultivo: la física del clima, en particular sobre el modelo termodinámico que yo había creado. Desde entonces mantenemos una relación estrecha, no sólo académica sino institucional y amistosa, y un trato especialmente intenso de 1978 a 1980, época en que estuve adscrito a la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Dirigí sus tesis de licenciatura (física) y de maestría (geofísica), ambas en la Facultad de Ciencias. La primera versó sobre las anomalías de temperatura del océano y la segunda sobre el efecto climático del aumento de bióxido de carbono (C02) en la atmósfera. Este último tema marcó su carrera académica, ya que desde entonces constituye su principal proyecto de investigación.

Anteriormente en la Facultad de Ciencias y desde 1985 en el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, René ha colaborado conmigo en diversas mejoras y aplicaciones de mi modelo del clima; destaca un refinamiento progresivo que llevó a la parametrización analítica del espectro de absorción de la radiación terrestre por el C02 y el vapor de agua de la atmósfera. Por otro lado, retomó una investigación mía de 1967 y con ella calculó el perfil de humedad atmosférica como una función analítica de variables climáticas comúnmente medidas. Incorporando esta segunda mejora a la primera, pudimos modelar el efecto climático de retroalimentación por vapor de agua. Adicionalmente, introdujo una parametrización alternativa de la nubosidad. Ahora tenemos en el modelo termodinámico los tres principales mecanismos retroalimentadores: el de cubierta de hielo y nieve (ya incluido desde antes), el de nubosidad y el de vapor de agua.

Además del efecto climático del aumento de C02, René participa en otros proyectos de investigación, como el estudio de la sensibilidad por el incremento de la constante solar y la predicción climática a corto plazo en la República Mexicana. Producto de estas investigaciones han sido artículos internacionales, ponencias en reuniones científicas en el país y el extranjero, etcétera.

Otro aspecto de su labor académica es la docencia, ejercida principalmente en la Facultad de Ciencias a lo largo de 17 años, labor que incluye la coordinación de laboratorios, la elaboración de material didáctico, diversas asignaturas impartidas en decenas de semestres y la dirección de algunas tesis en proceso.

También destaca su apoyo institucional tanto a la Facultad de Ciencias y al Centro de Ciencias de la Atmósfera, como a otras actividades universitarias y profesionales. Ejemplos de estas actividades son su continua participación en comisiones evaluadoras y académico-administrativas, organismos colegiados, en el Congreso Universitario de 1990 (como delegado) y sus cargos actuales de subdirector en la Dirección General de Asuntos de Personal Académico de la UNAM y de secretario general de la Unión Geofísica Mexicana.

René es, además, un divulgador activo de la ciencia, especialmente la del clima, por medio de sus numerosos artículos en periódicos y revistas, conferencias, programas televisivos, radiofónicos y entrevistas. Culminación de su afán de difusión científica es el presente libro que me complace prologar, por afecto personal, y porque a través de él comunica a un público amplio mis investigaciones sobre el clima desarrolladas a lo largo de tres décadas y con su colaboración, durante los últimos lustros.

Además, este libro es diáfano, conciso y ameno; refleja fielmente el conocimiento que tenemos del clima, y desmiente errores y aclara confusiones del saber popular. Cabe mencionar que durante la realización de esta obra René no descuidó su deber académico primordial: la investigación, que enriqueció su labor de difusor de la ciencia.

Quiero resaltar una de sus características personales, que se manifiesta en esta obra: su vocación de maestro, cuyo fruto son los numerosos discípulos que le reconocen parte de su formación académica y humana. Algunos de ellos son ahora sus colaboradores y amigos.

Este libro seguramente llevará las enseñanzas de René a un grupo amplio que sabrá aprovecharlas, sobre todo jóvenes preuniversitarios que espero capten en su lectura la emoción intelectual por la investigación y la ciencia, y que algunos de ellos queden motivados por nuestra disciplina, lleguen a formarse en ella y sigan nuestro camino. Espero, finalmente, que por este medio trasmita su vital y acendrado espíritu universitario.

JULIÁN ADEM

Agosto de 1992