I. INTRODUCCIÓN

EL CONOCIMIENTO de las ciencias naturales ha avanzado paralelamente con la humanidad. El hombre, desde sus albores, se ha preguntado el porqué de su presencia en nuestro planeta y el significado de ésta dentro de su entorno en el Sistema Solar y en el Universo mismo. También, desde sus principios, veneró y utilizó cuatro elementos fundamentales que alimentaban sus fuentes de inspiración, de curiosidad y de temor: la tierra, el aire, el fuego y el agua, que siguen siendo los ingredientes vitales y aún válidos que rigen la estructura de las ciencias naturales, aunque con otro significado.

La inquietud de los estudiosos de las ciencias de la Tierra se deriva de la observación y la experimentación directa en el ecosistema que los rodea, acompañadas, en ocasiones, de un misticismo filosófico y hasta religioso, cuando no logran satisfacer plenamente su infinita curiosidad científica.

Particularmente, los estudiosos de la geología, como los de otras corrientes científicas y filosóficas, han tenido que luchar contra los dogmatismos sociopolíticos de su época. Esto se debe a que el progreso no ha sido continuo en sus múltiples etapas.

La ciencia geológica en México ha tenido un despertar vertiginoso en los últimos 30 años, después de haber pasado por un letargo prolongado de varias décadas. El conocimiento general que se tiene sobre la geodinámica del territorio se ha enriquecido en la medida en que grupos multidisciplinarios de científicos y técnicos aportan nuevos datos o cuando la información anterior se organiza y reinterpreta, de acuerdo con los criterios que dicta el conocimiento de la corriente científica actual. En ambos casos, se manifiesta continuamente la necesidad de intensificar los estudios en todos los campos de la ciencia y, en particular, de la geología, ya que de ella también depende la localización de los recursos minerales y energéticos contenidos en el mar, y en la superficie expuesta del continente. Por varios años esta provincia continental se ha estudiado local y regionalmente, no así la zona marina, por no contar con la infraestructura adecuada ni con el convencimiento social y político sobre la importancia científica y económica que el mar representa.

No se pretende que este ensayo sea un documento bibliográfico sobre las aportaciones históricas y contemporáneas de todos los estudiosos de las ciencias de la Tierra que han contribuido enormemente a la concepción actual que tenemos de México. Sin embargo, sí se intenta que en el transcurso de la obra se destaquen algunas investigaciones para ilustrar la importancia de la geodinámica del país y de su generación potencial de recursos minerales y energéticos, que serán estratégicos en un futuro próximo.