VII. EPÍLOGO

PUESTO que un buen número de temas han sido tratados en los capítulos anteriores, creemos que ha llegado el momento de resumir los principales resultados antes de pasar a tratar brevemente el problema de los procesos físicos o los mecanismos que pueden estar actuando en el acoplamiento de la fluctuante energía solar al sistema terrestre y producir las correlaciones observadas.

De todos los misteriosos vínculos entre el Sol y la Tierra que hemos visto en este libro, la interacción entre el viento solar y la magnetosfera terrestre, con sus consecuentes efectos (auroras, perturbaciones magnéticas y ionosféricas, etc.), es la mejor entendida ya que los mecanismos físicos que comprende están bien definidos. El mecanismo básico en la interacción es la transferencia de energía del viento solar a la magnetosfera.

Algunos de los efectos observados en la Tierra (subtormentas y auroras) son, entonces, el resultado de la liberación de la energía que se ha ido almacenando en la cola magnetosférica.

Por otro lado, la conexión entre el Sol y el tiempo y/o el clima, ha sido la más buscada pero también la más elusiva. Las consecuencias económicas y sociales, hasta de los más pequeños cambios en el clima, pueden ser profundas. Datos históricos sobre el tiempo, y registros climáticos derivados de indicadores indirectos —los anillos de los árboles, los sedimentos marinos profundos, los núcleos de hielo, y otros residuos fósiles— muestran que el clima ha variado considerablemente en épocas pasadas. Los resultados mostrados en los capítulos anteriores indican que existe una relación estrecha entre la actividad solar y los fenómenos meteorológicos, tanto de corto como de largo periodo.

Ninguna de las correlaciones mostradas es perfecta, lo cual podría sugerir que las fluctuaciones en los parámetros meteorológicos, como la presión atmosférica, la temperatura, la cantidad de precipitación, los vientos, la ciclogénesis, etc., tienen lugar ya sea que exista o no una fluctuación en la actividad solar. Sin embargo, puesto que se da una correlación estadísticamente significativa en muchos casos, parece que la actividad solar, cuando ocurre, puede producir cambios o perturbaciones en el tiempo y el clima.

Aunque muchos investigadores rechazan cualquier posibilidad de una influencia de la actividad solar en el tiempo o el clima, las evidencias presentadas en este libro son bastante sugerentes. Indican que puede haber un vínculo genuino entre los procesos transitorios liberadores de energía en el Sol y las respuestas meteorológicas, lo que implica que es de fundamental importancia impulsar con mayor resolución la investigación sobre el tema. Partiendo de un punto de vista escéptico, estas relaciones no han sido probadas ni desaprobadas y, por lo tanto, requieren de mayor atención. La manera apropiada y única de colocar estas relaciones sobre bases firmes es por medio del estudio de los mecanismos causales. Esta manera de atacar el problema requiere de la postulación e identificación de procesos físicos y químicos específicos, lo que debe ser seguido por un programa experimental capaz de evaluar el proceso propuesto. La sutil naturaleza de dichos mecanismos requiere de la investigación simultánea de numerosos parámetros a través de varias disciplinas, por lo que es difícil intentar dar aquí una visión de los procesos físicos comprendidos en este tipo de relaciones solar-terrestres.

Creemos que la actividad solar sí es un disparador de eventos climáticos en nuestro planeta y, por tanto, trabajamos activamente para poder dilucidar cómo los actores de las tormentosas relaciones Sol-Tierra interaccionan entre sí.