CONTRAPORTADA

Alejandro Nava se propuso, al escribir La inquieta superficie terrestre, explicar de manera clara lo que en la actualidad se sabe sobre algunas cuestiones que todos alguna vez nos hemos formulado: ¿cómo se crean y se mantienen las montañas?, ¿a qué se debe que ocurran terremotos?, ¿por qué nace un volcán?, ¿cómo es posible que se encuentren fósiles marinos en la cima de las montañas más elevadas y restos de plantas tropicales en la Antártida?, ¿de qué manera se formaron los archipiélagos?, ¿es verdad que existieron continentes que desaparecieron, como la legendaria Atlántida? Y la lista de preguntas podría alargarse considerablemente.

Hace poco más de dos decenios que se propuso una teoría, la tectónica de placas, ahora en plan de desarrollo acelerado y que, entre muchas otras cosas, da respuesta a las preguntas formuladas arriba. Las placas son trozos, más o menos rígidos, de la parte más superficial de la Tierra que se mueven como, por dar una imagen, pedazos de la cáscara de un melón sobre el fruto. Su interacción da o lugar a los procesos tectónicos —de construcción o estructura de nuestro planeta—. Así, la tectónica de placas explica toda una serie de observaciones geológicas, geofísicas, geográficas, que antes carecían de explicación satisfactoria. Por supuesto, la teoría de la tectónica de placas, como nos dice el autor, requiere aún de bastante refinamiento como para poder aplicarla a casos particulares que, aparentemente, no obedecen las reglas de un modelo simple a gran escala.

El libro ofrece, pues, aparte de respuestas plausibles a problemas que han desafiado la comprensión del hombre, una introducción somera más rigurosa a la teoría de la tectónica de placas que permita al estudiante, al lector interesado, hacerse una idea mejor acerca de la constitución y los procesos físicos del planeta en que vive.

Diseño: Carlos Haces/Fotografía: Carlos Franco