INTRODUCCIÓN

La superficie terrestre ha empezado a conocerse en su totalidad durante la segunda mitad del siglo XX, después de la segunda Guerra Mundial. Si bien los continentes se han representado en mapas desde el siglo XVI, los fondos oceánicos —dos tercios de la superficie de la Tierra— se cartografiaron en grandes territorios apenas desde 1959.

Hoy día tenemos un conocimiento general sobre el relieve terrestre: los cinturones montañosos, las depresiones, las planicies y otras formas de los continentes y las cuencas oceánicas. Pero al estudioso de las ciencias de la Tierra le preocupa algo más que la descripción de la superficie de ésta, le interesa, como en todas las ciencias naturales, entender el origen del objeto estudiado.

Los conceptos modernos sobre este tema se han establecido en la segunda mitad del siglo XX y han transformado las ideas que predominaron los 50 años anteriores, por ejemplo:

1) El fondo oceánico posee una superficie más accidentada que la tierra firme; la diferencia de alturas entre depresiones y montañas submarinas es en muchos casos superior a la altura sobre el nivel del mar del Monte Everest.

2) El relieve terrestre se debe a una actividad interna permanente a lo largo de toda la historia geológica, aunque no de la misma intensidad ni en el tiempo ni en el espacio.

3) Los rasgos de la superficie terrestre son jóvenes; en su mayor parte se formaron en los últimos dos millones de años, aunque hay regiones más antiguas.

Nuestro país es una piedra angular en la estructura de la superficie de la Tierra. Su variado relieve de sistemas montañosos, altiplanos y planicies costeras, además del de la zona económica exclusiva del fondo oceánico, atrae la atención de los especialistas de todo el mundo.

Mucho de lo que se expone a continuación son conceptos surgidos de la nueva geología en los últimos cuarenta años del siglo XX; están también los principios tradicionales que no han sido modificados. Existe ya de "... la Tierra": la faz, el perfil, la superficie, la piel, la epidermis, el relieve, el pulso; libros modernos se refieren a ella como la nueva concepción, el redescubrimiento, la inquieta, la intranquila, etc. Estos títulos reflejan descripción, movimiento, novedad. Es lo que pretende este modesto libro: la descripción de algo novedoso —o no— que está en movimiento constante.

En estas páginas se tratan, muy en general, temas fundamentales de la ciencia del relieve de la Tierra, la geomorfología. Mucho ha quedado al margen; se trata sólo de un vistazo a la superficie terrestre.

El autor agradece la colaboración de sus colegas, los geomorfólogos Carlos Córdova Fernández de Arteaga, María Teresa García Arizaga, Lorenzo Vázquez Selem y José Juan Zamorano Orozco.