IV. LOS MAPAS

Al principio fueron los mapas.

TURCO GRECO

EL MAPA es uno de los grandes inventos del hombre, como el libro y la computadora. Al igual que muchísimos artículos de uso común, el mapa no tiene un progenitor reconocido, aunque se sabe que Anaximandro hizo un mapa en el siglo VI a. c. y el también griego Eratóstenes, tres siglos después, elaboró el primero con coordenadas. Es un caso semejante a la escritura o a las primitivas armas de guerra: surgieron en distintos lugares y épocas como una necesidad. Con el tiempo se transformaron y lo siguen haciendo.

El mapa es —entre otras cosas— la imagen del mundo, de una región o país; una síntesis de sus características físicas y socieconómicas. Hacer un mapa significa reunir un volumen determinado de información —por los medios más diversos, desde la compilación hasta las observaciones detalladas en el campo y los estudios en el laboratorio—, organizarla, sintetizarla y expresarla en el papel por medio de una simbología especial. Al igual que los libros o las revistas, los mapas son de una gran variedad: para la docencia, la divulgación, la solución de problemas específicos, expresión de investigaciones prolongadas, etc. Una característica importante del mapa es que prácticamente no existe el que no cambia con el tiempo. La información que contienen requiere de actualización porque los objetos o fenómenos que se representan, o nunca acaban de estudiarse o su transformación exige la actualización; además, cambia también la manera de representar elementos concretos o abstractos.

La elaboración de mapas a pesar de su antigüedad, o por esta razón, sigue evolucionando paralelamente con numerosas disciplinas, principalmente las geociencias, con las que se complementan.

Un mapa es la expresión gráfica de un elemento o fenómeno de la naturaleza o la sociedad, reducido para su representación un número de veces, que es la escala. Los pueblos antiguos hicieron mapas para reconocer elementos cercanos de interés: cerros, ríos, otros poblados, etc. Los mapas de hace algunos milenios —y en gran parte hasta nuestros días— se produjeron con fines militares. Por lo mismo, su uso estuvo limitado a un grupo social determinado.

Los imperios del pasado necesitaron mapas para conocer sus dominios y organizar su política expansionista. También desde hace algunos milenios se hacen mapas para representar la posición de las estrellas. Esto tuvo importancia práctica, por lo menos desde los tiempos de la antigua cultura egipcia: el conocimiento de las estaciones del año en relación con las lluvias, el invierno o la sequía y también surgieron las prácticas todavía existentes, en las que la fantasía humana pretende encontrar en el cielo el destino de cada persona y anuncios de acontecimientos importantes.

Mapas antiguos se han descubierto en muy diversas porciones del planeta. En las islas Marshall se hicieron con fibras de palma y conchas pequeñas para representar las islas y la dirección de los movimientos del mar en el litoral. La historia de los antiguos mexicanos está en los códices, y documentos semejantes se han encontrado prácticamente en todas las culturas antiguas. Se tallaron en roca, cuero, corteza de árbol, madera, hueso. Entre los más antiguos se han encontrado de 10-15 mil años en colmillos de mamut.

Cerca de las ruinas de Babilonia se encontró un mapa hecho de arcilla cocida. Se le atribuye una edad de 5 900 años y muestra la Mesopotamia atravesada por el Éufrates, formando un delta al unirse al río Tigris en su desembocadura en el actual Golfo Pérsico.

LOS PRECURSORES

El mapa más antiguo de la Tierra que se conoce es obra de Anaximandro (610-547 a.C.) y es un reflejo del estado de conocimientos geográficos de la época.

Hecateo (546-480 a.C.) continuó los estudios geográfico-cartográficos y es el segundo sabio griego autor de un mapa del mundo.

A Eratóstenes (276-194 a.C.) se debe la idea de trazar meridianos y paralelos, aunque lo hacía en forma arbitraria; también definió el horizonte y la línea ecuatorial. Sus cálculos demostraron la esfericidad de la Tierra al estimar la longitud de la circunferencia del planeta por una simple proposición de geometría: la proyección de los rayos solares al mismo tiempo en dos ciudades lejanas, Alejandría y Siena, le permitió obtener el ángulo de una extensión longitudinal conocida, de donde dedujo los valores restantes. Intentó perfeccionar el mapa del mundo con base en los numerosos viajes que entonces se realizaban por el Mediterráneo. Hizo la medida de la circunferencia terrestre aunque no la aplicó en su Carta Geográfica.

El astrónomo griego Hiparco de Nicea, del siglo II a.c. superó la obra de Eratóstenes. A diferencia de aquél, se valió de la posición de los astros, de la ascensión recta y la declinación, con lo que la geografía obtuvo un método para fijar la posición de los puntos geográficos con su longitud y latitud. A él se debe la invención del astrolabio, instrumento que utilizó para observar el cielo y precisar las coordenadas de los mapas, y fue el primero que dividió la circunferencia en 360 unidades, refiriendo esta división también a la de la Tierra; es el padre de la trigonometría esférica e inició la cartografía basada en el posicionamiento astronómico.

Estrabón (64-24) es el último de los grandes geógrafos anteriores a la era cristiana. Escribió una geografía que se utilizó por muchos siglos, lo mismo que varios libros en los que describe los países del Mediterráneo. Su obra, eminentemente humana, es la contraparte de la geografía científica o matemática que desarrolló Eratóstenes.

EL NACIMIENTO DE LA CARTOGRAFÍA

Claudio Tolomeo (siglo II), griego o egipcio, es mejor conocido como el astrónomo autor de la idea errónea del Universo, sostenida durante catorce siglos, según la cual la Tierra ocupa el centro y los planetas giran a su alrededor. Sin embargo, el gran mérito de Tolomeo radica en la geografía. Para muchos autores representa una nueva etapa en esta ciencia, continuando la obra de Hiparco y Eratóstenes. Su obra Geographia Hiphegesis consiste en ocho volúmenes, un mapamundi y 26 mapas. No trató como Estrabón los problemas de la geografía humana, sino la científica. Fue el primero en proponer el concepto de las coordenadas y desarrolló técnicas para la construcción de globos terráqueos y su proyección en mapas.



Claudio Tolomeo.


Tolomeo adoptó y mejoró el sistema reticular que se usa actualmente en la cartografía. Dividió el círculo y la esfera en 360 grados y de la subdivisión de los grados obtuvo los minutos y de éstos los segundos. Definió la Tierra como una esfera y realizó una proyección en plano de un cuadrante. Su obra fue hecha en el siglo II de nuestra era y hay quienes afirman que los mapas son posteriores al texto, posiblemente del siglo XIII, aunque no se haya demostrado o negado esta aseveración.

La cartografía de la Edad Media es rica en cantidad. Fueron publicados muchísimos mapas, lo mismo regionales que mundiales, basados en la idea de la Tierra plana, adornada con dibujos que pretendían expresar las leyendas bíblicas. Catorce siglos estuvo basada en la obra de Tolomeo, sin superarla. Para varios autores, Tolomeo es el primer geógrafo científico que registra la historia; sin embargo, cronológicamente lo es Eratóstenes.

La cartografía fue una disciplina más que vio frenado su desarrollo en la Europa cristiana por el dominio del dogma sobre la razón. Desde el siglo III y hasta el XIV por lo menos, no hubo innovaciones sustanciales. Era normal que Jerusalén apareciera en el mapa representando el centro del mundo.

En el siglo XII la cartografía también tuvo desarrollo en el mundo musulmán, al igual que otras disciplinas. Idrisi es el cartógrafo más reconocido en el mundo árabe hacia 1159. Aisladamente hubo innovaciones hasta el siglo XIV. Por otro lado, los viajes de Marco Polo influyeron en dos atlas importantes del mismo siglo: el Laurentino (1351) y el Catalán (1375).

A partir del siglo XIII se multiplicaron las cartas de marear o navegación marina, conocidas desde el siglo XIX como portulanos, hechas por los hombres que recorrían el Mediterráneo y los mares vecinos.

EN LA ÉPOCA DE LOS GRANDES VIAJES

DE EXPLORACIÓN

Fue el portugués Américo Vespucio (1454-1512) quien bordeando las costas de Brasil describió en forma escrita el continente que lleva su nombre. Entonces, al igual que Colón, los navegantes europeos seguían configurando el continente unido con Asia. El primer mapa en que se habla de América fue obra de Martin Waldseemüller o Hylalacomylus en 1507, basado en la descripción de Américo Vespucio.

Con Mercator (1512-1594) se inicia una nueva etapa en la cartografía, en la época del Renacimiento. Al igual que varios de sus contemporáneos, también fue víctima del fanatismo religioso. Pasó algunos meses en la cárcel, de la que salió por la influencia de amistades. Los nuevos mapas que pretendían basarse en las observaciones directas fueron motivo de alarma para algunos inquisidores. Publicó los primeros mapas modernos de Gran Bretaña y de Europa y en 1569, el primero del mundo, de acuerdo con la proyección original por él ideada, continuando la escuela de Tolomeo.

Fue la época del gran desarrollo de la cartografía, entonces no solamente expresión del conocimiento sino del arte. Dice al respecto M. Reyes Vayssade: "El verdadero esplendor de la cartografía como ciencia y como arte sobrevive al conjuro de tres sucesos históricos coincidentes e interdependientes: la era de los descubrimientos geográficos, la invención de la imprenta y el auge del movimiento renacentista en todos los campos del arte y el pensamiento."

La cartografía tuvo verdaderas escuelas, cuyo predominio fue pasando de un país a otro. La mayor parte del siglo XVI dominó la escuela italiana y tuvo a su mejor exponente en Abraham Ortelius, autor de la obra Theatrum Orbis Terrarum. La escuela holandesa fue la principal en el siglo XVII, y a finales del mismo, y por casi cien años, destacó la escuela francesa fundada por Nicolás S. d'Abbeville (1600-1667).

Philippe Buache (1700-1773) mejoró la técnica utilizada para expresar el relieve en mapas topográficos. Antes se utilizó el sombreado para las elevaciones. Los mapas con curvas de nivel, altimétricos y batimétricos, se empezaron a elaborar en el siglo XVIII. El holandés Merwede, en 1719 representó las profundidades subacuáticas con curvas batimétricas; Philippe Buache hizo un mapa del Canal de La Mancha, publicado en 1753; otro había hecho Fernando de Noronha de un litoral. Se atribuye a Mile de Muereav haber aplicado por primera vez el método de las curvas de nivel en un mapa de la superficie terrestre en 1749, de acuerdo con G. R. Crone.

Hasta fines del siglo XVIII se difundió y perfeccionó el método de elaboración de mapas con curvas de nivel y en 1820, en el Hand-Atlas, editado en Alemania, se aplicó por primera vez la escala de colores que hace resaltar el relieve. Fue durante la segunda mitad del siglo XVIII que se definieron las alturas absolutas en los países europeos, lo que era indispensable para el trabajo cartográfico.



Gerhardus Mercator.


En el siglo XIX el avance de la cartografía se dio en los países poderosos de entonces, los que dominaron los mares y continentes lejanos: Portugal, Italia, Países Bajos, Francia e Inglaterra y fue la de este último país de las más destacadas. A principios del siglo XIX A. Humboldt (1769-1859) hizo una contribución importante con su método utilizado para representar con isolíneas un fenómeno meteorológico, elaborando los primeros mapas de isotermas anuales.

El primer atlas general (mundial) es el Hand-Atlas, que se publicó por partes desde 1817 y hasta 1830 y se reeditó durante un siglo. A partir de entonces los atlas se popularizaron y se fueron superando en lo cualitativo y cuantitativo. En un principio trataban más que nada temas físicos y humanos. Posteriormente, casi cada país ha hecho un atlas, inspirado por el nacionalismo y por la necesidad de conocer y divulgar la información sobre su territorio. Este proceso continúa, ya que son trabajos que requieren de actualización permanente.

Desde los inicios del siglo XIX se realizan levantamientos topográficos continuos en todo el mundo. Es el primer avance importante de la cartografía global. El segundo consistió en la ampliación de los atlas y el empleo de la cartografía temática en la geografía física y humana.

EN EL SIGLO XX

En los primeros años de este siglo, Killarney aplicó otro método para representar el relieve, combinando colores y sombreado.

El desarrollo de la aviación en la década de los años 20 favoreció el de las fotografías aéreas, que se popularizaron como herramienta de trabajo a partir de la mitad de la década de los años treinta y con mayor énfasis al terminar la segunda Guerra, lo que habría de influir sustancialmente en la cartografía.

Pasaron siglos para que los mapas básicos alcanzaran el grado casi de perfección de hoy día. Para la mitad del siglo XX, aunque bien representados los océanos en los mapas, muy poco se sabía del relieve de su piso. Fue sólo a partir de 1959 que el hombre empezó a conocer la superficie terrestre en su conjunto, gracias a los instrumentos que realizan observaciones indirectas.

Atlas y mapas temáticos

Los mapas temáticos tienen su antecedente en Tolomeo, quien los elaboró de tipo histórico. En forma aislada aparecieron desde el siglo XVIII mapas específicos para representar algún fenómeno de la naturaleza, además de los históricos que fueron los más comunes. En la segunda mitad de este siglo se popularizaron los términos mapa y cartografía temáticos y en esta época se han multiplicado en grado superlativo.

El mapa ha sido siempre un reflejo del estado de desarrollo de determinadas disciplinas científicas. Si actualmente hay decenas o cientos de mapas temáticos diversos, esto da una idea del estado actual de las geociencias. Uno de los más conocidos es el publicado en 1936 sobre la agricultura de EUA. Destacó por su originalidad. Posteriormente han sido editados mapas complejos en diversos países, resultado de investigaciones prolongadas e incluso multidisciplinarias, apoyadas por instituciones científicas y financieras.

Dice el geógrafo soviético Nicolay F. Leontiev: "La cartografía temática actual es un documento fundamental de investigación para el científico, un instrumento absolutamente necesario en la elaboración de todos los proyectos posibles para el aprovechamiento de nuevos territorios y un medio para la comprensión del mundo que nos rodea."

Todavía no se ha llegado a un estado de perfección de los mapas mundiales de tipo geográfico general. La tierra firme es bien conocida por fotografías aéreas e imágenes de satélite, además de observaciones y mediciones directas, pero el relieve submarino se ha cartografiado a partir de mediciones indirectas. En términos generales, puede decirse que es bien conocido el fondo oceánico y están en proceso de elaborarse nuevos mapas que van sustituyendo a los anteriores.

Los primeros mapas del relieve de los océanos Atlántico y Pacífico fueron muy simples; sin embargo, ameritaron su publicación en las revistas geológicas de mayor prestigio. Algo semejante pasa con los mapas de la Luna o los planetas cercanos a la Tierra: presentan una información muy general y pobre en extremo, en comparación con algún mapa equivalente de nuestro planeta. Pero nadie puede negar el inmenso valor de esa información.

Si los mapas alcanzan un grado, digamos cercano a la perfección, puede pensarse que el tema de investigación queda clausurado. Esto es cierto sólo parcialmente. En la medida que los mapas que representaban rasgos físicos de la superficie terrestre se fueron perfeccionando, surgió la necesidad de expresar otros fenómenos y objetos: los suelos (edafología), las comunidades de flora y fauna, las rocas (geología), los climas, la estructura profunda de la Tierra (tectónica). De la cartografía general se pasó a la temática.

Los mapas de carreteras o de ciudades requieren actualización periódica. Esto se hace por medio de un trabajo técnico con el auxilio de fotografías aéreas e instrumentos de precisión. No son trabajos de investigación. Pero se convierten en tales cuando el geógrafo, por ejemplo, aprovecha los mapas mencionados para realizar una serie de estudios diversos como: el tipo de terrenos que fueron afectados (de uso agrícola, ganadero, etc.), la influencia que pueden tener las vías de comunicación en el desarrollo de nuevas poblaciones o crecimiento de las existentes, el flujo turístico o comercial y la influencia de las obras en el ambiente.

Lo importante de todo esto es que un trabajo de investigación se puede resumir en un mapa. Es una síntesis y en muchos casos presenta una valoración final. El mapa cumple con varias funciones: referencia, inventario, explicación, comunicación, valoración y otras.

Los mapas temáticos de un mismo país o región se hacen periódicamente, pretenden que la información contenida en el mismo sea fácilmente comprendida por el lector o usuario. Si ésta es correcta y valiosa, pero mal expresada por no usar los colores o símbolos adecuados, la lectura del mapa se vuelve labor tortuosa. Por esto, el diseño final queda a cargo de un especialista altamente calificado, quien define colores, símbolos, tamaños de letras, grosor de líneas, distribución de la leyenda y otros problemas semejantes. Es la parte artística de la cartografía.

El mapa geológico.

Uno de los mapas temáticos más importantes en el mundo sigue siendo el geológico. Se elaboran los mundiales, continentales, de estados políticos, de regiones y zonas pequeñas y se representan los tipos de rocas, su edad y disposición en la superficie y el subsuelo, además de otros elementos como tipos de deformación y ruptura de las rocas.

Otra virtud de estos mapas es su lenguaje universal. El geológico, como la gran mayoría de los temáticos, utiliza colores y símbolos que permiten al usuario comprender la información, independientemente del idioma en que estén escritas las explicaciones complementarias. No es casual el interés mundial por los mapas geológicos y la creación de comisiones nacionales e internacionales para su elaboración. Son mapas que orientan las exploraciones petroleras, mineras, de aguas subterráneas y de materiales para la construcción.

La escala que se utiliza depende del problema a resolver. La disposición global de yacimientos petrolíferos, los sistemas metalogenéticos y zonas submarinas potencialmente ricas en minerales sólo pueden apreciarse en una escala muy pequeña, uno a treinta-cincuenta millones; se requieren asimismo mapas nacionales para tener una imagen completa. La escala depende, en este caso, del tamaño del territorio. La República Mexicana debe reducirse al representarse en un mapa de tamaño estándar, de tres a cinco millones de veces para observarse completa. Los mapas geológicos en escalas uno a doscientos cincuenta mil y hasta uno a un millón se aplican para un gran territorio. Se utilizan para obtener un conocimiento general y definir zonas recomendables para realizar estudios de detalle. En escalas uno a cien mil a uno a cincuenta mil se elaboran mapas geológicos mucho más detallados. Los estudios aplicados utilizan diversas escalas que van desde las últimas mencionadas hasta las muy grandes, uno a dos mil.

El mapa geológico aparece aquí como un buen ejemplo de la cartografía temática. Se aprecia que las distintas escalas cumplen con diversos objetivos. Por lo mismo, los elementos representados y los medios técnicos utilizados tampoco son los mismos. La importancia de aplicar la escala, de la menor a la mayor, se puede explicar recurriendo al ejemplo de la medicina, que considera importante la observación del cuerpo humano en su conjunto, o alguno de los órganos o las partículas pequeñísimas sólo observables al microscopio. No se pueden estudiar los tejidos a simple vista en una persona, ni a partir de una muestra de microscopio se le puede reconstruir mentalmente. Este es un problema a considerar en la cartografía temática: saber utilizar la variedad de escalas y aplicarlas según el objeto a estudiar o problema a resolver.

Mapas geomorfológicos

Éstos son los que representan el relieve terrestre. Originalmente fueron los morfográficos en los que las montañas y las planicies se expresan por medio de un dibujo muy fino. Con el tiempo, el estudio de las formas y procesos que actúan en la superficie de la Tierra acumuló una cantidad enorme de información que dio origen a muy diversos tipos de mapas geomorfológicos. Los principales muestran las formas del relieve, clasificadas de acuerdo con los procesos que les dieron origen.

Otros mapas geomorfológicos representan, por medio de valores numéricos, determinadas características del relieve como las pendientes (figura 12), la densidad de la red fluvial, y muchos otros. Hay mapas especializados para expresar un relieve fluvial o litoral; los hay aplicados a la exploración de yacimientos de placer, de petróleo o para recomendar el uso más adecuado del terreno.

Mapas sobre riesgos

En los últimos años han tenido una aceptación cada vez mayor los mapas geomorfológicos sobre riesgos (figura 13), que señalan procesos peligrosos inminentes como erupciones volcánicas, derrumbes, aludes, inundaciones, hundimientos, etc. No se limitan a señalarlos, sino que también indican el posible alcance territorial en cada caso. Una gran zona sujeta a un riesgo no lo está en la misma medida en toda su extensión. Elaborar mapas como éstos requiere de trabajo detallado, de investigación y generalmente, también de la realización de otros mapas que anteceden al principal.

Un mapa geomorfológico se modifica en su contenido en la medida que cambia la escala, y finalmente, entre una grande y otra pequeña no habrá semejanza alguna. Incluso, de los mapas resultantes podrán seguirse elaborando otros más especializados.

La diversidad de escalas de los mapas geomorfológicos se puede explicar por lo observable en una fotografía tomada con una cámara a unos cuantos metros de la superficie, desde el techo de una casa, por ejemplo, y otra desde una nave espacial. Todas las formas del relieve terrestre son de interés, lo mismo que los procesos actuantes. Por esto, los temas de investigación en la geomorfología parecen no tener límite.



Figura 12. Mapa de pendientes de la ciudad de México (Atlas Nacional de México, hoja IV.3.2). Valores en grados: 1) <0.5; 2) 0.5-1.5; 3) 1.5-3; 4)3-6; 5) 6-15; 6) 15-25; 7) >25.



Figura 13. Mapa de riegos de la zona urbana de la delegación Álvaro Obregón. 1) Epicentros sísmicos; 2) Escarpes en retroceso; 3) Cabeceras de barrancos, activas; 4) Arroyos. Elaborado por Maricarmen Cordero Estrada.

Se estudian desde los mecanismos de excavación y depositación de materiales por un arroyo hasta los grandes sistemas montañosos en su conjunto.

Otros mapas

Hay mapas temáticos ideados para escalas determinadas. Los tectónicos más comunes (hay varios tipos) expresan la estructura profunda del subsuelo, la disposición de los tipos de rocas más antiguas que subyacen a los continentes: el basamento. En este caso la escala al medio millón es conveniente. Pero se trata de mapas que exigen empezar la observación desde el continente completo (uno a diez-veinte millones), o incluso desde el mapa global que muestra las placas litosféricas y la dirección de su movimiento.

El gran avance que tiene la cartografía temática en la segunda mitad del siglo XX se refleja no sólo en mapas cada vez más precisos y complejos. Hay mapas geohidrológicos con una información más que valiosa. Si tradicionalmente se representaban los cuerpos de agua subterránea relacionados con las rocas que los contienen, en los últimos años se han elaborado otros a los que se agrega la composición química del agua, la dirección de desplazamiento y su velocidad.

Entre los mapas actuales más avanzados por su contenido están los paleogeográficos para representar climas, suelos, vegetación y relieve en distintas épocas de los últimos 100 000 años. Se han elaborado sobre todo para regiones de las altas latitudes, con buena precisión para los últimos 18 000 años. Valiosas investigaciones resumidas en una hoja de papel, en la que el lector puede comprender una riquísima información dedicando un mínimo de tiempo.

Los mapas mencionados van más allá de un puro interés científico, ya que orientan a los especialistas sobre los efectos de los cambios que se pueden producir en el siglo XXI por el ascenso de las temperaturas.

Otros mapas de gran interés que se están elaborando en varios países son una variedad de los neotectónicos, aquellos que muestran cambios de altitud de la superficie terrestre en tiempos históricos. Se han hecho por procedimientos geodésicos repetidos cada cinco o diez años, o por medio de estaciones permanentes de observación que se han situado en zonas muy activas, como la falla de San Andrés en California.

Un movimiento detectado permite a los especialistas publicar sus resultados en las revistas científicas más prestigiadas. Pero la elaboración de un mapa, con datos originales o ya publicados, requiere de información mucho más amplia de grandes regiones y acumulada durante varios años. Con isolíneas se señalan las velocidades actuales con que se está levantando o hundiendo la superficie terrestre de un territorio. Las causas pueden ser diversas: actividad tectónica (de origen profundo) e isostasia (de origen somero).

Lo anterior tiene, naturalmente, un gran interés teórico y práctico. Esto último sobre todo en la geotecnia, aunque también tiene relación con otros problemas.

Otro ejemplo de atlas temáticos de interés es el que se realiza en la Unión Soviética desde 1977 sobre los recursos nivales-glaciales —es el país más rico en ellos—, como parte de un programa internacional. El glaciólogo V. Kotliakov, director del Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias, sostiene que se trata del proyecto glaciológico más grande de todos los tiempos. El atlas muestra las principales características físicas y químicas de los hielos, así como de los territorios que han cubierto en el pasado y presente, además se infiere cómo será la situación en el futuro.

LOS MAPAS Y

ATLAS EN MÉXICO

La tradición cartográfica del país es rica en calidad y pobre por la falta de continuidad de la misma a través de la historia. Un tipo de mapa muy común se encuentra en los códices de Tlaxcala, anteriores a la Conquista.

Heinrich Martin o Enrico Martínez (c. 1555-1632) es un destacado cartógrafo en su época. Carlos Sigüenza y Góngora (1645-1700), según Reyes Vayssade y otros autores, es el mejor cartógrafo mexicano, autor del primer mapa de la Nueva España a fines del siglo XVII. Siguió José Antonio Alzate y Ramírez (1737-1799), quien en 1767 publicó el Nuevo mapa geográfico de la América Septentrional. Alejandro Humboldt (1769-1859) obtuvo y analizó numerosas obras para elaborar su Atlas Geográfico y Físico del Reino de la Nueva España, así como la Carta General de Nueva España, a principios del siglo XIX. Rico fue el siglo XVIII en obras cartográficas: Joaquín Velázquez de León (1732-1786), Eusebio (Padre) Quino fue verdadero explorador y geógrafo (1644-1711), quien elaboró 31 mapas del noroccidente de México y de la Baja California a principios del siglo XVIII; en 1748 se publicó el Theatro Americano, el estudio geográfico más detallado del virreinato, de José Villaseñor y Sánchez (s. XVIII).

A ellos siguió Manuel Orozco y Berra (1816-1881), compilador y estudioso de los mapas y autor de dos obras fundamentales: Materiales para una cartografía mexicana (1871) y Apuntes para la historia de la geografía de México (1881).



Carlos de Sigüeza y Góngora.


En el siglo pasado destacó la obra cartográfica de Antonio García Cubas. El Atlas geográfico y estadístico, publicado en 1857 y el Atlas pintoresco e histórico de los Estados Unidos Mexicanos, de 1885, son dos de sus publicaciones más importantes, mismas que han sido reproducidas recientemente.

La elaboración de mapas nacionales ha sido en México un trabajo aislado. Los mapas base, los topográficos, estuvieron muchos años a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional cubriendo el territorio en escala al medio millón, con aproximadamente 40 hojas. Este material sigue siendo accesible al público en general.

A partir de 1971, la entonces denominada Comisión de Estudios del Territorio Nacional y Planeación (CETENAP) inició la edición de mapas en escala uno a cincuenta mil (unos 2 300), lo que incluía topografía, geología, edafología, uso del suelo y uso potencial (del suelo). Para 1990 se ha terminado el mapa topográfico; el resto fue suspendido cuando se había cubierto aproximadamente un 40% del territorio nacional, para continuar el trabajo en escalas pequeñas (uno a un millón), y medias (uno a doscientos cincuenta mil). En la primera se cubrió el territorio con los mapas temáticos mencionados, a los que se agregaron batimétricos, climáticos, hidrológicos y geohidrológicos. El mérito principal en esta nueva etapa de desarrollo de la cartografía mexicana correspondió al geólogo Juan B. Puig, autor del proyecto, quien comprendió que el país no podía seguir prescindiendo de un sistema básico de cartografía accesible al público.

Diversos mapas temáticos de la República han sido elaborados por distintas secretarías de Estado. Pero ha sido un trabajo orientado más para uso interno que con fines de divulgación. El mapa geológico general del país ha sido uno de los más importantes, es indispensable en numerosas dependencias públicas y privadas. El primero se debe a Antonio del Castillo, entonces director del Instituto Geológico, quien lo inició en 1882 y lo publicó en 1896 en escala uno a diez millones. El mismo autor publicó en 1893 un primer mapa de localidades de la República Mexicana donde se habían encontrado meteoritos. 1 Otros mapas geológicos nacionales se publicaron en 1917, 1920, 1937, 1940 y 1943 en escalas de 3 a 6.5 millones, y posteriormente en escala uno a dos millones en 1956, 1960, 1968 y 1976. Los dos últimos coordinados por Ernesto López Ramos. A pesar de esta valiosa información estamos lejos del mapa geológico definitivo.

Sobre atlas no hay muchos antecedentes en el país. Los principales se deben a Jorge L. Tamayo (1912-1978). El primero de 1943 y reeditado en 1962 es de tipo geográfico general; el segundo, de 1973, es el Atlas de la salud; el título refiere los temas principales tratados, mismos que se complementan con otros socioeconómicos. El tercero, del mismo autor, se publicó en 1976, Atlas del agua, reducido esencialmente a temas de climatología e hidrología.

El Atlas del medio físico, editado por la Secretaría de Programación y Presupuesto en 1981 es en sí un conjunto de mapas temáticos en escala uno a un millón: topografía, uso del suelo, geología, climas y turismo.

Mención especial merecen los tres principales atlas que se han publicado en México reproduciendo mapas antiguos: El territorio mexicano (1982), Atlas cartográfico histórico (1982); Cartografía mexicana, tesoros de la Nación, siglos XVI a XIX (1983).

ATLAS DE OTROS PAÍSES

El primer atlas nacional reconocido es el de Finlandia, publicado en 1899. Hasta 1986 se calculó en forma conservadora que se habían publicado 64 atlas nacionales, según R. B. Parry, y en la década de los años 80, 37 países, incluyendo a México, iniciaron, actualizaron o editaron un atlas. Los mejores de los últimos quince años se hicieron en los prestigiados institutos de investigación geográfica de la República Democrática Alemana (1976), Eslovaquia (1983), Hungría (1989) y Cuba (1989)

No es raro que esto haya ocurrido principalmente en lo que se conocía hasta hace poco como países socialistas. Fue una característica muy positiva de sus regímenes dar gran importancia a la geografía, desde la enseñanza en todos los niveles hasta la investigación. En esto hay profundas raíces históricas, además de la importancia que tiene en la geopolítica y la planificación económica.

Como conclusión de este capítulo se puede decir que los mapas son, y han sido siempre, dinámicos, primero porque estamos lejos de conocer a la naturaleza, y segundo, porque el planeta es dinámico, desde sus movimientos de rotación y traslación, a los endógenos y exógenos que vienen modificando su superficie por lo menos desde hace cuatro mil millones de años, y por último, por la influencia que tiene actualmente el hombre como principal agente modificador de la biosfera.

Por otro lado, el grado de estudio cartográfico de un país refleja en gran parte su avance cultural y científico. Actualmente culmina el Atlas Nacional de México, coordinado por Ana García Silberman, en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Este proyecto pretende, entre otras cosas, reducir la enorme brecha que separa al país de otros más avanzados en el estudio geográfico del territorio.

Hoja I.2.2 del Atlas Nacional de México.