XII. PIOTERAPIA

LA VERDADERA revolución en medicina está todavía lejos de producirse, sujeta como está hoy al uso casi exclusivo del método empírico, del ensayo y error. Pero el arsenal del médico se ha modificado de raíz y los hospitales modernos parecen laboratorios de investigación, con la añadidura de necesitar grandes inversiones en equipo muy refinado.

Las técnicas de radioterapia se han desarrollado paralelamente a las de la cirugía, con las que guardan parentesco (eliminar los tejidos, tumores u órganos por malignos, inútiles o estorbosos). Y así como un cirujano se ve forzado, en la mayoría de los casos, a cortar por lo sano, la aplicación de radiación para la destrucción de células cancerosas tiene que irradiar por lo sano las células circundantes. Esto ocurre porque los rayos gamma o los electrones que se usan en radioterapia tienen que cruzar necesariamente los tejidos sanos para llegar al tumor o región cancerosa.

Quizá en un futuro próximo estos problemas se reduzcan gracias a la irradiación con unas partículas subnucleares, descubiertas por la física de grandes energías: los piones (o mesones p). La gran ventaja potencial de estos bichos en la radioterapia, según los doctores Bagshaw, Kaplan, Shewttman, Boyd y Fairbank de la Universidad de Stanford, es que se puede controlar el daño que producen en un tejido. A diferencia de las radiaciones comunes en terapia, los piones causan poco daño a un tejido cuando lo atraviesan a toda velocidad, pero al detenerse producen una reacción en el núcleo de algún átomo. Son estas "bombitas" las que podrían utilizarse para destruir el tejido indeseable. Se espera que la pioterapia tenga una eficacia tres veces mayor, para la misma dosis radioactiva, que los métodos convencionales, por lo que los generadores de piones se han estado desarrollando desde hace varios años para ser usados en medicina.

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