XV. LA ROYAL INSTITUTION

LA DESHUMANIZACIÓN del arte se puso de moda con Ortega, pero nadie se ha preocupado de la ciencia. Ésta se ha cosificado y así como se puede hablar del arte-objeto, también es posible identificar la ciencia-objeto.

Hoy día tenemos ciencia-útil, ciencia-motivo-de-conversación; ciencia-justificadora-de-planes-gubernamentales, y en fin, ciencia-cosa que ha convencido incluso a muchos científicos, medrosos de llegar a ser hombres de ciencia. No debería olvidarse este fenómeno cuando se habla de la tradición científica que requiere el país, pues hay de tradiciones a tradiciones.

En 1800 se fundó en Inglaterra una casa muy particular, la Royal Institution, por la instigación de ese aventurero de la acción y del intelecto que fue Benjamín Thompson. La inestabilidad del fundador —que la abandonó de apenas cuatro años para ir a cortejar a la viuda de Lavoisier— no se transmitió a su obra, la cual constituyó una pieza clave de la mejor ciencia decimonónica. Al dejarla Thompson, la Royal Institution quedó en manos de Tomás Young, quien además de investigar los fenómenos de interferencia de la luz, contrató como ayudante a Humphry Davy. Inventor de la lámpara de arco, estudioso de la electroquímica y descubridor de elementos como el sodio, el potasio, el estroncio y el calcio, Davy hizo su mayor descubrimiento en la persona de Miguel Faraday. Éste vivió en la Royal Institution, donde además de llevar al cabo sus investigaciones acerca del electromagnetismo y la fisicoquímica, hizo famosas sus conferencias navideñas para jóvenes, que otros han seguido impartiendo sin interrumpción hasta nuestros días.

Entre los que pasaron por la Royal Institution como conferencistas o profesores (léase también investigadores) están Juan Dalton, Juan Guillermo Strutt —mejor conocido como Lord Rayleigh—, José Juan Thomson, Ernesto Rutherford y Jaime Jeans, para sólo mencionar a los "clásicos". En ese mismo lugar se hizo pública la teoría atómica y el descubrimiento del electrón.

La Royal Institution encamina sus actividades en tres direcciones: avanzar en el conocimiento mediante la investigación, estimular la mejor comprensión de la ciencia y cuidar el edificio que la alberga, el cual contiene entre sus muros los recuerdos obvios o sutiles de muchos hombres de ciencia que ahí vivieron. Su actual director, Jorge Porter, premiado con el Nobel y descubridor de la fotólisis relámpago, se refiere a estas tres funciones como a una triple alianza: historia, exposición e investigación. La tradición que ahí se cultiva permanece siempre vigente al cuidar el pasado en sus fuentes, el presente en las nuevas investigaciones, y el futuro en las jóvenes generaciones. Así como la rotación de cultivos y la selección de semillas ayuda al mejor aprovechamiento del suelo, en la Royal Institution florecen continuamente las investigaciones, gracias a la rotación de investigadores —todos tienen contratos por tiempo fijo— y al cuidado en escogerlos; con ello los distintos temas de investigación se suceden unos a otros natural y fructíferamente. Ser contratado por la Royal Institution está lejos de constituir un "hueso"; es una oportunidad magnífica y una seria responsabilidad en investigación y difusión.