XXVII. PARTÍCULAS ENCANTADORAS

LA FAUNA submicroscópica de las partículas elementales se enriqueció hace unos años con el descubrimiento de dos nuevos ejemplares a los que se les llamó y o psiones.

Para explicar las propiedades de las decenas de partículas subatómicas que se han ido descubriendo, los físicos han tenido que inventar toda una serie de propiedades con nombres como isoespín, extrañeza, paridad, etc. Lo gracioso de los psiones es que para explicarlos se ha añadido una característica llamada encanto (charm). De hecho, el que algunas partículas puedan ser encantadoras fue propuesto hace ya muchos años por Sheldon Glashow en relación con otras partículas, los cuarks, que se supone son los ladrillos para construir los protones y los neutrones, entre otras cosas.

La teoría de las partículas encantadoras (o encantadas) se reafirmó después de casi un año de haberse descubierto los psiones en experimentos realizados en Stanford y en Hamburgo. No obstante, los psiones no son encantadores, porque están formados por la pareja de un cuark encantador y de su antipartícula; esta última tiene un encanto negativo, de manera que su repugnancia se cancela con el encanto de su pareja, quedando el psión sin ningún encanto particular. Después, la búsqueda se centró en encontrar una partícula que sea efectivamente encantadora, pero mientras la encuentran, los que proponen esta teoría: Glashow, Bjorken, Appelquist y otros están encantados de la vida.