XXXII. EL SOL EN LA TIERRA

UNA de las grandes esperanzas en cuestión de energéticos es la fusión nuclear. La energía que se libera en ese fenómeno mantiene encendidos a los astros durante miles de millones de años, y en nuestra reducida escala humana sólo ha podido manifestarse en la nefasta y famosa bomba H. Los esfuerzos por dominar esa energía de manera saludable llevan ya varios decenios y en su mayoría han tratado de construir un reactor de fusión.

El principal problema a vencer en la construcción de tales reactores es la gran temperatura que deben soportar, lo cual logran usando campos magnéticos a manera de paredes. No obstante los avances logrados en este sentido, podría uno pensar que la solución buscada es demasiado ambiciosa y que habría procedimientos más "rudimentarios"... y más prometedores. Para usar una analogía, es como si al descubrirse el potencial energético de la gasolina, los ingenieros hubieran comenzado por diseñar un avanzado motor de turbina en lugar de uno más sencillo de cuatro tiempos.

Hace varios años se planteó así una alternativa en la fusión: en vez de tratar de controlar una reacción sumamente intensa y continua, optar por un gran número de pequeñas reaccioncitas que se sucedieran en el tiempo. Esta última posibilidad se hizo asequible al progresar la tecnología en un área ajena a la fusión: la fabricación de láseres de gran potencia. Los láseres servirían, a manera de bujías de un motor de combustión, para proporcionar la "chispa" que inicie la explosión. Dos requisitos para que un láser cumpla a satisfacción con su papel de "bujía" son un gran rendimiento energético y una absorción eficaz de la luz del láser por el combustible nuclear que se debe "encender".

Independientemente de los esfuerzos sistemáticos, costosos y confidenciales que se realizan en los EU y en la URSS, un grupo de investigadores canadienses hicieron un experimento que contribuye a cumplir con los dos requisitos apuntados. Lo que descubrieron Baldis, Pépin, Johnston y Parbhakar mediante un láser de bióxido de carbono, es cómo producir en un plasma una absorción de luz mucho mayor que la que se había logrado anteriormente.

Aunque para alcanzar el objetivo ansiado de "tener un sol entre las manos" será necesario todavía un grandísimo número de aportes tecnológicos, los expertos en fusión y en energéticos no dudan de que se llegará a él en un tiempo no lejano. Como las inversiones para entrar en la competencia fusional con las técnicas más convencionales son gigantescas, es lógico que un país pobre como México no participe en esos aspectos (sobre todo si consideramos que comenzaríamos sumamente atrasados). No obstante, es ilógico que no se esté haciendo actualmente el esfuerzo por desarrollar nuestra infraestructura científica y técnica en esta área, incluyendo campos como plasmas, láseres, ingeniería eléctrica avanzada, etc. Ya que no pudimos entrar a la primera carrera, debemos cuidarnos de que cuando ella termine no sigamos como el chinito del cuento...