LI. LOS TÉMPANOS Y LOS DESIERTOS

EL PRÍNCIPE Mohamed Al Faisal, cuando era director de la Compañía para Conversión de Agua Salina, de la Arabia Saudita, cual moderno mecenas, contrató a una compañía francesa para estudiar la factibilidad técnica y económica de remolcar grandes témpanos desde la Antártica hasta su sediento país. Los resultados del estudio mostraron que esa operación podría hacerse a un costo inferior al del proceso de desalación de agua de mar y hasta se hicieron planes para comenzarla. De hecho, Al Faisal llegó a fundar una compañía llamada Iceberg Transport Internacional.

La idea es sólo una aparente novedad, ya que alrededor del año 1900 pequeños témpanos fueron remolcados desde la Antártica hasta Valparaíso, Chile, y Callao, Perú. La posibilidad no deja de ser fascinante por atrevida, y si es una muestra del uso que se le dio a los petrodólares —además de los miles de becarios venezolanos, iraníes y árabes que invadieron las universidades de Europa y los EU—, no cabe duda de que en unas décadas la ciencia y la tecnología de los países más listos de la OPEP será tan imaginativa y dinámica como la que más.