IV. FOURIER Y LA MÚSICA

TODO amante de la "buena" música se ha visto expuesto a alguna variedad de música electrónica, concreta o de computadora. Y el futuro guarda más grandes sorpresas, que esperamos armoniosas los de oído conservador a pesar de su novedad. Durante los últimos años, investigadores musicales de los dos Cambridges (el de Inglaterra y el de Massachusetts) y de París, han desarrollado una manera radicalmente nueva de analizar y sintetizar sonidos musicales. El elemento esencial es una computadora, pero no para hacer la chamba del compositor, sino para crear los sonidos que él todavía tendrá que "componer".
El modo tradicional de considerar un sonido musical lo caracteriza por su intensidad, su tono o frecuencia dominante y su timbre. Ésta es una descripción demasiado simple y primitiva, en donde todas las complicaciones se barren debajo del significado de "timbre". Describir adecuadamente la riqueza de la música con tan pobres elementos es equivalente a tener críticos de pintura que fuesen daltónicos. Para superar la clásica terna intensidad-tono-timbre, que se ha incrustado en el alma de la música occidental, se usa una técnica matemática, desarrollada hace más de siglo y medio por José Fourier y publicada en su libro Théorie analitique de la chaleur. José fue profesor de la Escuela Politécnica, contemporáneo y quizá pariente de Carlos, el profeta social, autor de la Théories des quatre mouvements.

El análisis a la Fourier de un sonido lo descompone en todas y cada una de las frecuencias que lo forman, y le asigna a cada frecuencia una intensidad o amplitud específica. Al conjunto de frecuencias amplitudes se le llama el espectro del sonido analizado. El uso de la espectrometría de Fourier junto con una computadora forma un "instrumento musical" muchísimo más flexible que cualquiera existente. Todavía falta mucho para que nos deleitemos con un concierto para computadora (o para que nos veamos forzados a aguantarlo ¡todo dependerá del compositor!), pero ya las primeras experiencias muestran un mundo musical extraordinario.

¿Quién no ha sufrido en alguna pesadilla la sensación de caer, y caer y seguir cayendo? ¿Quién no ha aguantado a algún conocido que habla continuamente sin nunca decir nada nuevo? Pues el equivalente de estas sensaciones ha podido sintetizarse musicalmente con la combinación Fourier-computadora: un sonido que de manera continua nos parece estar cambiando de tono, volviéndose más y más grave, así lo escuchemos durante tres meses seguidos... pero el sonido permanece siempre igual a sí mismo. Este sorprendente efecto se logra aprovechando que nuestra sensación de tono (y de su cambio) no está determinada únicamente por la "frecuencia" del sonido, cuando éste es complejo, ya que, sencillamente, un sonido complejo no tiene una sola frecuencia, y ni siquiera bastan para definirlo sus armónicos principales. La sensación de "un" sonido es el resultado de toda una serie de ondulaciones de distintas frecuencias, cuyas importancias relativas cambian rápidamente con el tiempo.

No obstante, nuestra percepción auditiva no distingue todas las componentes y es por ello que podemos ser engañados por los sonidos. Esto mismo nos ocurre con muchas "ilusiones ópticas" como las de los conocidísimos dibujos de Escher; éstos aprovechan nuestra capacidad adquirida para "ver" objetos en tres dimensiones cuando están representados en una lámina o dibujo de sólo dos.