LXIX. LAS POPULARES CASTÁSTROFES

DESDE su aparición, la teoría de las catástrofes mostró ser gran taquillera. Parecería que casi todas las disciplinas científicas cuentan con fanáticos de las catástrofes, que se han dedicado a aplicar dicha teoría a troche y moche: la física, la psicología, la biología, la sociología, la etología, la ecología, la lingüística, la economía y hasta la politología han recibido el influjo de la teoría de las catástrofes. Sin pretensiones escatológicas, la teoría de las catástrofes se originó con René Thom, del Instituto de Altos Estudios de Francia, al estudiar la "catástrofe" representada por el brinco o discontinuidad en la solución de ciertas ecuaciones matemáticas; los brincos ocurren inesperadamente al variar continua y suavemente los parámetros que en esas ecuaciones aparecen. A partir del análisis de este tipo de problemas, Thom construyó su teoría, la cual ha sido desarrollada y aplicada por muchos y en particular por Cristóbal Zeeman, de la Universidad de Warwick en la Gran Bretaña.

Es tal la variedad de problemas a los que fue aplicada la teoría de las catástrofes —desde la turbulencia en los fluidos hasta la agresividad de los perros, pasando por los motines en las prisiones— que se vio acompañada de una verdadera campaña publicitaria. Inclusive recibió la atención entre los medios no especializados, del Newsweek y del New York Review of Books. Pero tras tan sonado "éxito", la teoría tuvo que enfrentarse a la crítica sistemática y hábil de un número creciente de matemáticos. Las acusaciones fueron en contra de los trabajos de Zeeman y otros "aplicadores", más que en contra de Thom y la teoría original misma. Los críticos, entre los que sobresalió Héctor Sussmann de la Universidad Rutgers, en los EU, mostraron que las mencionadas aplicaciones se hicieron con una lamentable falta de rigor y que se exageraron en demasía tanto sus resultados cuanto sus posibilidades. Entre los que apoyaron a Sussmann en sus críticas estuvieron matemáticos de la talla de Esteban Smale y Marcos Kac.

Los buscadores de catástrofes tuvieron que batirse en retirada. Ya en la tranquilidad de sus cubículos, los matemáticos que sí habían captado el mensaje de Thom continuaron su trabajo. Este callado esfuerzo muy lejano del mundanal ruido de los diarios, nos ha estado abriendo un nuevo campo de posibilidades: fenómenos alineales, bifurcaciones y muchos más. En particular, el trabajo de Thom ha contribuido a conformar la nueva disciplina llamada biología matemática: el inicio de un largo camino que llevará a tratar los fenómenos biológicos mediante modelos y leyes expresadas en lenguaje matemático.

Es curioso que la polémica en contra y a favor de la teoría de las catástrofes casi no tuvo repercusión en México por la sencilla razón de que la teoría misma no llegó a tiempo a nuestro medio subdesarrollado. La lentitud para aprender cosas nuevas se convierte así en clara ventaja al no tener que olvidarlas cuando han sido probadas erróneas.