LXXXVII. IZQUIERDISMO NATURAL

LA MATERIA de los seres vivos es en definitiva izquierdista, en cuanto puede polarizar la luz en el sentido levógiro. Esta propiedad de la materia viva natural se origina en la estructura de los aminoácidos que la forman, que actúa sobre la luz y le comunica el giro a la izquierda. Lo sorprendente es que, si los aminoácidos se sintetizan en el laboratorio, entonces no muestran ninguna preferencia por la izquierda. Esto indica que la tendencia predominante en el mundo natural hubo de haberse instaurado, hace muchos millones de años, entre las moléculas que dieron origen a los primeros seres vivos de los que descendieron —¿o ascendieron?— todos los demás.

Pero todo esto descansa en la distinción entre derecha e izquierda, y tal distinción, como bien saben los matemáticos, los físicos y los niños, es tan sutil que casi sólo puede establecerse por convención. En efecto, si nos pusiéramos en contacto con una persona de una civilización hasta ahora desconocida, pero sin posibilidad de verla o de intercambiar dibujitos con ella, nos costaría un trabajo horrible dilucidar si su "derecha" es la misma que la nuestra, o si coincide con nuestra izquierda. La primera manera de distinguirlas claramente fue descubierta por Yang y Lee, allá por 1956, al estudiar la desintegración "beta" de los núcleos radiactivos. Este descubrimiento les valió a sus autores el premio Nobel de Física.

Desde el descubrimiento de Yang y Lee, varios investigadores han tratado de dilucidar si los rayos beta, que no son sino electrones emitidos por algunos núcleos atómicos, pueden inducir, en la síntesis o descomposición de las sustancias orgánicas, una preferencia por una polarización levógira de la luz. Según el doctor Ulbricht, quien le ha dedicado años a la cuestión, las pruebas parecen acumularse para indicar que los rayos beta son capaces de producir ese efecto, aunque permanece en el misterio el modo en que lo hacen.