LXXXVIII. ENERGÍA EÓLICA

LOS molinos de viento, que inspiraron en don Quijote las fantasías de su realidad, inspiran hoy a quienes investigan cómo aprovechar la energía de los vientos. Originada en el Sol, que al calentar nuestra atmósfera produce corrientes convectivas, la energía eólica sólo ha podido usarse en pequeña escala. Esta limitación se debe a la lentitud de los vientos, que es común excepto en los tornados, los huracanes y demás meteoros que son hoy indomables.

Entre los diseños novedoso de "molinos de viento" es notable el de Jaime Yen, investigador de la Compañía Aeroespacial Grumman, quien concibió algo así como un "tornado de bolsillo". Al aprovechar un fenómeno ya conocido por Jacobo Bernoulli hace 250 años, Yen hace entrar el viento por las paredes ranuradas de una torre vertical, para formar en el interior un torbellino que se acelera al girar hacia el centro de la torre. Lo que Bernoulli descubrió fue que al fluir un gas, la presión disminuye al aumentar su velocidad, tal como en una autopista el tráfico se hace más pesado cuanto más lento sea. Por ello es que en el centro de la torre de Yen se reduce en mucho la presión, y entonces se absorbe aire por la parte inferior. Esta corriente de aire es la que podría utilizarse para mover una turbina o un generador, que según los cálculos generaría un megawatt en una torre de 60 metros de altura y 20 de diámetro.

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