XXXVIII. LA FILOSOFÍA NATURAL GRIEGA Y LA CIENCIA

TODOS aprendimos en la escuela que tanto la ciencia como la filosofía del mundo occidental moderno se iniciaron en Grecia, en el año 585 a. C., cuando Tales de Mileto predijo con exactitud un eclipse solar. En aquellos tiempos no se distinguía entre las actividades científicas y filosóficas, y mucho menos entre diferentes tipos de ciencias o distintas ramas de la filosofía, sino que todo el conocimiento se englobaba en el término genérico de "filosofía natural". Los filósofos griegos presocráticos se enfrentaron a las mismas preguntas eternas que sus antecesores se habían planteado desde los principios de la historia: "¿Cuál es la naturaleza del Universo?", "¿qué sentido tiene la vida?", "¿cómo se formó la Tierra?", "¿de dónde venimos y a dónde vamos?", etc. Pero en lugar de responder a estas preguntas con mitos y leyendas pobladas de seres y acciones sobrenaturales, como hasta entonces se había hecho, los filósofos griegos inventaron una nueva forma de enunciar sus respuestas: eliminaron por completo los elementos sobrenaturales y se restringieron rigurosamente a la propia naturaleza, tal y como ellos la conocían.

Este fue uno de los pasos más trascendentales en toda la evolución del pensamiento del mundo occidental. Hasta ese momento las fronteras entre la realidad y la fantasía, entre la naturaleza y lo sobrenatural, estaban incompletamente trazadas y se prestaban a confusión: en la Ilíada los dioses pelean en la guerra al lado de los héroes e intervienen continuamente en sus asuntos, en la Odisea los personajes sobrenaturales alternan con Ulises y sus camaradas, en la mitología griega primitiva (derivada de Tracia) el hombre surgió del humo de los cuerpos de los Titanes, calcinados por el rayo vengador de Zeus al enterarse éste de que habían atrapado, cocinado y comido a su hijo Dionisio Zagreus. Las respuestas de los filósofos griegos presocráticos a las grandes preguntas de la humanidad no valen por lo que dicen sino por lo que no dicen: Tales señaló que el Universo está formado por agua, Anaximandro prefirió al aire como la materia prima, Empédocles postuló que son cuatro los elementos que constituyen al mundo, Heráclito enseñó que la realidad es consecuencia de la lucha entre el Amor y el Odio. En ningún caso (exceptuando a los pitagóricos, que constituyen un grupo aparte entre los filósofos presocráticos) se echa mano de lo sobrenatural, sean mitos tradicionales, personajes mágicos legendarios o dioses más o menos locales. Queda la impresión de que deben haberles parecido salidas demasiado fáciles, pretextos más bien que explicaciones, capaces de satisfacer solamente a aquellos que no buscan la verdad sino un sustituto que se le parezca, aunque sea superficialmente.

Sin embargo, es un error pensar que la filosofía natural presocrática representa la infancia de la ciencia y la filosofía modernas, que por lo tanto pasaron por la adolescencia y la juventud durante la Edad Media y el Renacimiento. La cultura helénica (incluyendo a la romana) fue un ciclo completo que incluyó infancia, adolescencia, juventud, madurez y decadencia. La antorcha griega iluminó el camino cultural de H. sapiens desde el siglo V a. C. hasta el siglo II d. C., cuando se colapsa el Imperio romano y surge como el máximo poder político y espiritual la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana; en esos tiempos la antorcha mencionada se transformó en una lucecita apenas visible en ciertos monasterios italianos, alemanes y sobre todo españoles, donde numerosos e innominados héroes de nuestra cultura trabajaron horas extras para conservarla, copiando y traduciendo una y mil veces las obras de los autores clásicos: Platón, Aristotóles, Celso, Galeno y otros más.

Cuando el espíritu del hombre occidental vuelve a levantar cabeza, o sea al iniciarse el Renacimiento, se instala un nuevo ciclo cultural en el que las preguntas son diferentes, el método adoptado para contestarlas es distinto, y las respuestas se dan en un lenguaje totalmente nuevo. La filosofía natural presocrática es un venerable precursor de la ciencia moderna, pero más que sentar las bases para el desarrollo ulterior de la actividad científica, lo que hizo fue cambiar para siempre las reglas del juego cuando se trata de alcanzar conocimiento. Los pensadores griegos del siglo V a. C. fueron los primeros en distinguir con claridad entre dos universos totalmente diferentes: lo que creemos y lo que sabemos. En relación con este punto, el profesor Dodds dice: "La distinción honesta entre los que es conocimiento y lo que no es tal aparece una y otra vez en el pensamiento del siglo V a. C. y seguramente es una de sus mayores glorias: es la base de la humildad científica.''

¿Cuáles son las diferencias principales entre la "filosofía natural" de los griegos presocráticos y la ciencia moderna? En mi opinión, son las tres siguientes: 1) la motivación de los filósofos griegos es bien clara: ellos quieren entender la naturaleza de la realidad y del ser humano, aspiran a llenar las incógnitas en su cuestionario sobre la estructura del Universo, así como del origen y destino del hombre (el problema del alma humana es inaugurado por Sócrates, de manera que históricamente no los afecta) mientras que la ciencia moderna no sólo persigue el mismo conocimiento sino que también aspira a controlar a la naturaleza; 2) el método utilizado por los filósofos griegos es el del razonamiento puro, con el que se generan esquemas con dos características esenciales: ausencia de contradicciones internas y compatibilidad con el mundo exterior; no se les ocurrió dar el paso siguiente, o sea poner a prueba sus construcciones lógicas por medio de observaciones y/o experimentos, como lo hace el científico moderno; 3) la posibilidad de progreso en las ideas sobre la naturaleza está ausente de las especulaciones griegas, que se proponen como estructuras acabadas y autocontenidas, cada una de ellas incompatible con todas las demás, mientras la ciencia moderna está edificada con hipótesis tentativas e incompletas, una de cuyas exigencias es que sean compatibles con el mayor número de las existentes; además, las hipótesis se modifican o abandonan cuando no logran pasar las rigurosas pruebas a las que se someten, lo que implica un aumento progresivo y vigoroso del conocimiento.