APÉNDICE VI

GENES NI TAN TAN NI MUY MUY

Como en esas películas pueriles en que los buenos son impecablemente buenos y los malos irremisiblemente malos, en el capítulo 1 hemos explicado que los genes que confieren ventajas se conservan y los malos se eliminan. Pero esa descripción distorsiona la verdad pues, como se recordará, los genes pleiotrópicos son responsables de varias características, algunas de las cuales pueden ser adversas pero otras ventajosas. Podríamos decir que estos genes "no-son-tan-malos-después-de-todo". ¿Qué hace con ellos la evolución? ¿Los elimina y pierde así la información valiosa que contienen, o los conserva y sufre entonces las consecuencias deletéreas? Esta situación es análoga a la del dueño de una navaja suiza a la que se parte la cuchilla, pero decide conservarla para aprovechar la lima, el sacacorchos y el destornillador.

A veces el organismo posee otro gene que compensa al "no-tan-malo-después-de-todo", en cuyo caso puede mantener a éste en su alcancía, por si llega a necesitarlo para adaptarse a un cambio ambiental usando, justamente, alguna de las ventajas que le otorga. Ahora bien, si el organismo es homocigota y heredó una copia de ese gene "no-tan-malo-después-de-todo" de la madre y otra copia del padre, está bien frito. Pero si es heterocigota y sólo heredó un "no-tan-malo-después-de-todo" de un progenitor, pero un gene compensador del otro, puede seguir atesorando la información del "no-tan-malo-después-de-todo" por si la llega a necesitar. Es claro que los organismos heterocigotas que conservan esta "carga genética oculta", como se suele llamar, verdaderos "ases escondidos en la manga", tienen mayor capacidad adaptativa que los homocigotas (Dobzhansky, 1964). Así, el investigador mexicano Jesús Valdés (1983) ha demostrado que las poblaciones de mosquitas Drosophila melanogaster cuyos genomas contienen muchos genes deletéreos (heterocigotos subvitales) son capaces de enfrentar mejor las presiones selectivas porque sus descendientes tienen más velocidad de desarrollo.