EPÍLOGO

A lo largo del libro te habrás convencido que la Vida "sabe" hacer las siguientes proezas: hacer vivir a cada célula ochenta años (como a las neuronas); proliferar muchas veces a cada una (como en la mucosa intestinal); restituir todo un aparato (como el digestivo del pepino de mar); restituir todo un miembro (como una pata de cangrejo) o interrumpir la decrepitud para ofrecer una nueva juventud (como las truchas plateadas). Si en lugar de permitirnos vivir un siglo, la vida hubiera combinado todas esas habilidades... tal vez la evolución no hubiera generado aún la especie humana y los longevos organismos que poblarían esta Tierra serían muy distintos de los actuales, tendrían una interacción para nada comparable a la que hoy vemos (figura 6), y tal vez la falta de una angustia de muerte haría que no tuvieran una cultura ni un lenguaje para pensar y hablar de estos problemas.