XIII. LAS SENSACIONES CINÉTICAS

EL CUERPO humano es sensible a otro tipo de acciones distintas a las descritas hasta el momento. Así, por ejemplo, si se pone la mano encima de una llama, inmediatamente tendemos a retirarla, sin que conscientemente hayamos dado la orden para ello. Este tipo de movimiento se llama "arco reflejo". Una de sus características es la velocidad con la que se realiza. Si hubiésemos ordenado quitar la mano a nuestro organismo de manera deliberada, entonces la respuesta no hubiera sido tan veloz.

Otro ejemplo es cuando sentimos comezón en alguna parte de nuestro cuerpo. Sin pensarlo, empezamos a rascarnos y la mano va directamente, sin titubeos, hasta el lugar correspondiente. Realizamos este movimiento en forma no deliberada. Sabemos que podemos rascarnos aun si cerramos los ojos o si estamos platicando de cualquier cosa con otra persona, o leyendo un libro. Es decir, no tenemos que guiar la mano hasta el lugar necesario en forma conciente.

Otro ejemplo ocurre con la postura que adopta nuestro cuerpo. En muchos casos ni siquiera pensamos y mucho menos ordenamos cómo se debe acomodar nuestro cuerpo en diferentes circunstancias. Por decirlo así, se acomoda "automaticamente". Lo mismo ocurre cuando caminamos; el movimiento de los brazos no lo controlamos concientemente.

Los anteriores son ejemplos de ciertas sensaciones que se llaman cinéticas o motoras, que se motivan por los procesos que ocurren en los órganos del movimiento al cambiar su posición en el espacio. En general, la recepción de sensaciones que dan lugar a actividades motoras como las arriba descritas ocurre a través de los mecanismos de recepción como el tacto, la vista, etc. Esto quiere decir que el cuerpo utiliza los sentidos no solamente para las funciones que ya describimos en capítulos anteriores, sino que tienen otro tipo de funciones.

Consideremos, por ejemplo, el esquema de un músculo (Figura 67); éste consta de fibras paralelas con estrías verticales que están relacionadas con él mecanismo que hace posible su contracción. Sin embargo, entre las fibras estriadas existen otras fibras que tienen una estructura diferente: presentan en su interior una bolsa o abultamiento en el centro que contiene terminaciones nerviosas que reciben información sensorial sobre el valor de la tensión que el músculo está soportando en ese lugar. Esta información es enviada al cerebro que a su vez manda instrucciones al músculo sobre cómo debe reaccionar. Por ejemplo, si estamos sosteniendo algún objeto con la mano extendida, entonces estos receptores informan al cerebro acerca del peso del objeto y la tensión que está ejerciendo el músculo para poderlo levantar. Sin embargo, si el peso del objeto llega a cierto límite, la orden que se recibe del cerebro es de relajarse, antes de llegar al extremo de dañar al músculo.





Figura 67. Esquema de un músculo.

Las sensaciones cinéticas se estimulan en receptores especiales llamados proprioceptores, los cuales se encuentran distribuidos en los músculos, tendones, ligamentos y articulaciones de nuestro cuerpo.

Las sensaciones cinéticas han llegado a un alto grado de desarrollo en la mano humana, en la que están unidos los sentidos del tacto con el de dichas sensaciones, las cuales dan lugar a la capacidad de apreciar la forma de los objetos, aun cuando no se esté usando la vista. Esto se logra por medio de la palpación y de la ejecución de movimientos. Cuando queremos reconocer algo teniendo los ojos cerrados, lo que inconscientemente hacemos es mover nuestra mano sobre el objeto por todas partes. Esto es lo que hacen las personas ciegas. La acción mutua de los dedos pulgar e índice proporciona una ayuda extraordinaria en este proceso.

Otros ejemplos de ocurrencia de sensaciones cinéticas son el habla y la escritura. Al hablar ocurre una coordinación muy precisa de diferentes movimientos: los de las cuerdas vocales, de la lengua y de los labios. Asimismo, al escribir también ocurre un control preciso de los movimientos de la mano. En general, los movimientos que podemos realizar de manera exacta y rápida son coordinados por los controles cinéticos.

Lo anterior se observa con claridad cuando alguna persona ha sufrido una alteración de receptores proprioceptivos. En este caso, al tratar de realizar deliberadamente un movimiento, por ejemplo rascarse la nariz, muestra, en primer lugar, una torpeza de acción, en segundo lugar, lo hace muy lentamente si se compara con los correspondientes movimientos normales y, en tercer, lugar, no puede llevarlo a cabo con los ojos cerrados. Es decir, tiene que guiar concientemente la mano hasta la nariz.