Texto: Lourdes Navarijo
Ilustración: Odile Herrenschmidt
Todos los pájaros son ovíparos. Es decir, nacen de huevos que las hembras ponen después de ser fecundadas. Los huevos de los pájaros son de formas diversas; de colores y tamaños diferentes, y su cantidad, en la nidada, es variable.
El huevo más grande es el del avestruz; uno de los más pequeños es el del colibrí. Un ave ya extinguida, el pájaro-elefante de Madagascar, ponía enormes huevos, casi como balones de futbol.
Te preguntarás como nacen los pájaros.
Bajo la cáscara se encuentra una masa gelatinosa que llamamos clara; en su interior está la yema y, en ella, la célula del embrión, o sea, el futuro pájaro. Enseguida que pone los huevos, la hembra se echa sobre ellos para darles calor. Esto es la incubación, proceso que permite crecer al embrión y convertirse en polluelo. Durante su crecimiento, el embrión se alimenta de la yema. Cuando ya está desarrollado, el propio polluelo rompe la cáscara desde el interior y sale del huevo.
Algunos polluelos nacen desnudos; otros cubiertos de suave pelusa o de plumas, con los ojos cerrados o bien abiertos. Algunos pueden valerse por sí mismos desde que nacen; otros dependen de sus padres que deben alimentarlos directamente. En general, los pájaros tardan un tiempo en volar bien. Los terrestres, entre 14 y 20 días; los acuáticos, de 6 a 12 semanas. Estos últimos, nadan apenas se ponen en contacto con el agua.
La mayoría de las aves pueden caminar y correr. Otras son magníficas nadadoras o excelentes buceadoras. Entre los pájaros voladores, algunos alcanzan grandes velocidades.
Los pájaros que vuelan son aerodinámicos. Esto es, están formados para volar. Por lo tanto, tienen un cuerpo que ofrece la menor resistencia al aire; un esqueleto liviano, de huesos huecos; dos alas musculosas, y patas que funcionan como tren de aterrizaje. Cada pluma, todo el cuerpo, está adecuado para el vuelo. Al volar, la mayoría de las aves mueve las dos alas al mismo tiempo.
Cada especie tiene su estilo de vuelo: los petirrojos aletean, los colibríes revolotean, las gaviotas planean, se deslizan o se remontan.
El despegue no es problema. Los pájaros despegan al encuentro del viento. Ciertas aves acuáticas, igual que los aviones, necesitan tomar impulso, corriendo un trecho antes del despegue. Ya en vuelo, la cola hace de timón para regular el equilibrio y la dirección. Hay pájaros muy veloces, como el águila dorada que alcanza los 200 kilómetros por hora; los aguanieves, los 160; el vencejo, los 100. Y más lentos, como los patos y los gansos, que difícilmente superan los 70 kilómetros por hora.
Cuando emigran, los pájaros recorren cientos o miles de kilómetros y no se pierden nunca.
Las migraciones son de día o de noche. Por ejemplo, en el día migran las golondrinas, los halcones, los patos y otras especies.
De noche, pájaros como los zorzales, los cucús, los tordos o los gorriones. Como los marinos, se guían por la posición del sol o de las estrellas.
Y un dato para tu agenda: Cristóbal Colón se ayudó en su ruta siguiendo el vuelo de pájaros migratorios.
Desde tiempos muy antiguos, los pájaros han simbolizado virtudes, valores o defectos. La paz se representa con una paloma; la felicidad, con un pájaro azul; la sabiduría, con el buho; la soledad, con el pelícano; la cobardía con el avestruz; la dignidad, con el águila. Hay pájaros que representan a algunos países; el quetzal a Guatemala, el cóndor a Chile, el gallo a Francia, y el águila azteca a México.
El pavo real es el ave ornamental más antigua de que se tiene noticia. Dos mil años antes de nuestra era, fue llevado de la India, su lugar de origen, hacia Persia y Grecia. Su impresionante cola, que se despliega como un abanico de colores, es un gran espectáculo. Según la mitología griega, los círculos que la adornan son los cien ojos del gigante Argos, puestos allí por Hera, la reina de las diosas, para perpetuar su memoria.
Pero es mejor evitar las comparaciones, porque no sólo las plumas hacen la belleza de los pájaros; también sus trinos, sus melodías y sus vuelos.
Los pájaros están presentes en las leyendas de casi todos los pueblos.
Una leyenda cora cuenta que, cuando empezó el Diluvio, Nakawé ordenó al hombre construir una caja y encerrarse allí con un loro y una guacamaya. A los cinco años, estos pájaros avisaron al hombre el fin del Diluvio y dividieron las aguas en cinco mares.
En casi todas las tradiciones sobre el Diluvio, un pájaro anuncia su inicio y su fin.
En los ritos religiosos de los aztecas, huicholes y otros pueblos, el loro, la guacamaya, el colibrí y el águila, se ofrendaban al Sol. Las plumas más vistosas adornaban los altares y centros ceremoniales. Algunas tenían el significado de oraciones: las del loro, para la lluvia; las de la guacamaya, para el Sol.
¿Has visto la danza de los voladores? En ella, los bailarines se disfrazan de pájaros sagrados y, con los cuatro vientos, vuelan hacia los cuatro puntos cardinales.
Desde hace siglos, nosotros recibimos grandes beneficios de las aves. Las gallinas, los patos, los gansos, los pavos y los faisanes, especialmente, nos dan carne y huevos para el sustento diario. Los pájaros contribuyen también a impedir la sobrepoblación de animales como insectos, diversas moscas, y peces. Son entonces algunos de los grandes planificadores de la naturaleza.
Ciertos pájaros se convierten en buenos ayudantes para la agricultura al eliminar plagas dañinas para las cosechas. Otros, como los cormoranes en Asia, ayudan en la pesca.
Muchas aves acarrean las semillas de algunas plantas a zonas donde éstas no existen, permitiendo así que nazcan y se desarrollen en otro lugar. Además, se comen las semillas de las malas hierbas, limpiando de este modo las zonas de cultivo, y algunos la carroña de otros animales.
Sus cantos y trinos alegran el ambiente. Con las plumas se fabrican diversos objetos de adorno y de utilidad doméstica, como los cojines.
Y, en muchas regiones del mundo, sus excrementos se emplean como fertilizantes o abono.
Cuando tengas que criar un polluelo abandonado, dale de comer con frecuencia porque son muy hambrientos. Para ello, ábrele el pico y coloca la comida profundamente en su garganta. ¡Hazlo con mucha suavidad! El menú debe ser nutritivo: pedacitos de huevo cocido, mosquitos, pedazos de lombrices y trocitos de fruta o huevos de hormiga.
No hay pájaros buenos y malos. Ellos, como tú y como yo, son parte de la naturaleza. Por eso, tenemos que combatir todos los peligros que los acechan: los cazadores, la contaminación de las aguas y los cambios que provoca el hombre en el equilibrio natural.