En lo más profundo de las selvas vive el Salvaje. Tiene los pies al revés y hace un enorme estruendo al derribar árboles y ramas que estorban su paso. No puede doblar el cuerpo por en medio, de manera que nunca recoge lo que se le cae. Tiene el vientre abierto, así que se le ven las entrañas. Es el habitante más terrible de la selva y las balas no lo hieren.
¡Ah! pero si escucha música, se vuelve manso como un corderito: es la manera de dominarlo.
Hace muchos años, un brujo decidió cazar al Salvaje. Para hacerlo salir de su guarida imitó sus gritos. Cuando el Salvaje se acercó, el brujo tomó tabaco y copal, y pronunciando unas palabras mágicas, se puso a hacer como que tocaba la guitarra con su sombrero. El Salvaje se revolcaba de la risa; tanta risa tenía, que no pudo hacer nada para impedir que el brujo sacara un afilado machete y le cortara la cabeza.