Un antecedente más directo de nuestros dibujos animados es el ZOOTROPO. Su elaboración requiere un poco más de esfuerzo, pero vale la pena.
Calca el modelo 1 sobre una cartulina delgada.
Recórtalo teniendo cuidado de que queden iguales los siete huecos o ventanillas.
Pinta la cartulina de color oscuro o negro.
Forma un cilindro con la cartulina pegando los extremos y dobla los dientes hacia adentro (figura 1).
Recorta en un cartón un poco más grueso dos discos del tamaño del modelo 2.
Haz un pequeño agujero en el centro del primer disco (anaranjado) y pega éste sobre los dientes menores del cilindro (anaranjados), dejando sin pegar los dientes exteriores (figura 2).
Haz un agujero un poco más grande en el centro del segundo disco. Después pégalo sobre los otros dientes (figura 3).
Los agujeros deben estar bien centrados y todo recortado muy cuidadosamente para que el funcionamiento del juguete corresponda a tus deseos.
Sobre una tira de papel o cartulina delgada, calca las figuras siguientes, teniendo cuidado de que el fondo sea siempre de color oscuro o negro y las figuras blancas o muy claras.
Coloca la tira en torno al fondo del cilindro de modo que cada figura esté debajo de una ventanilla.
Toma una aguja de tejer que entre muy fácilmente por el agujero del primer disco y coloca su punta en el agujero del disco interior, sin atravesarlo completamente. Da vuelta con el dedo al ZOOTROPO y mira por las ventanillas. Parece que las figuras se mueven.
Cuando miras por las ventanillas del ZOOTROPO no ves una sucesión de cuadros sino un movimiento continuo. La razón de esto es, como ya lo dijimos, que nuestros ojos conservan la impresión de cada imagen aún después de haber desaparecido ésta de la vista. Antes de que dicha impresión haya pasado, otro cuadro habrá seguido al anterior.
Tal es también el principio en el que se funda el cine.