Los españoles y criollos habitaban en
grandes residencias con sus esclavos y servidores.
Los indígenas vivían en barrios
alejados, alrededor de la ciudad.
Había muchas iglesias, con portadas de piedra
labrada y hermosos retablos en el interior.
La nueva Catedral, de proporciones
grandiosas, presidía la amplia Plaza Mayor.
El agua potable era conducida a
la ciudad por acueductos .
Las hortalizas se cultivaban en las chinampas
de los pueblos vecinos y
se transportaban hasta el centro mismo de la ciudad
en barcas que se desplazaban por los canales.
Debido a su ubicación lacustre,
México sufría terribles inundaciones en los años de lluvias abundantes.
Por
eso se intentaron diversos trabajos de desagüe, como la construcción de canales
subterráneos .
Las casas de los señores españoles y criollos eran espaciosas.
Alternaban en
sus fachadas la piedra gris, o chiluca, y el tezontle, piedra volcánica roja.
Algunas se adornaban con azulejos fabricados en Puebla; las ventanas se aseguraban
con rejas de hierro forjado.
Se amueblaban con objetos suntuosos, traídos en
su mayoría de Europa y Asia: tapices, biombos, porcelanas, marfiles y ricas
vajillas de plata.
Los hijos de los señores adinerados vivían en medio del lujo.
Se los vestía
con ropas y peinados iguales a los de sus mayores:
joyas, pelucas y artificiosos
maquillajes, imitando casi siempre las modas de las cortes europeas.
Su educación era muy rígida, y casi todos estudiaban en la casa con preceptores.
A las niñas solo se les instruía en religión y actividades domésticas.
También había escuelas, donde los maestros eran religiosos.
Algunas estaban
destinadas a niños pobres.
El poder estaba en manos de los españoles.
La riqueza pertenecía a españoles y criollos.
Para ellos trabajaban los esclavos
negros, la población indígena, las castas y los blancos pobres.
Las castas estaban
formadas por los hijos de las diversas uniones entre blancos, indígenas y negros.
El temor de los blancos ricos ante
esta población mezclada los hizo tratar de encasillarlos en una clasificación
tan detallada como absurda:
de español e indígena, mestizo; de española
y negro, mulato; de español y mulata, morisco; de español y morisca, albino;
de español y albina, torna-atrás; de indígena y torna-atrás, lobo; de lobo
e indígena, zambayo; de zambayo e indígena, cambujo;
de cambujo y mulata,
albarazado; y así muchos otros.
A las castas se les prohibían muchas actividades
y tenían reglamentadas las ropas que podían vestir.
En la ciudad se desempeñaban multitud de tareas y oficios y se desarrollaban
algunas industrias.
En la Nueva España fue muy importante el trabajo de la plata:
con el material sacado de la minas se hacían riquísimas vajillas, marcos de
espejos, charolas, objetos religiosos.
También se trabajaba el cuero y en los
telares caseros se tejían algodón y lana.
El tabaco, planta originaria de América,
había tenido gran aceptación en Europa.
En el siglo XVIII
la fábrica
de tabaco de México empleaba numerosos obreros y utilizaba máquinas que servían
para separar el tabaco de distintos tamaños y eliminar impurezas.
En los siglos XVII
y XVIII
se fundaron muchos conventos de monjas.
Las hijas de familias ricas que no se
casaran, podían entrar a un convento y continuar con su vida llena de comodidades.
Mantenían a sus criadas particulares y podían recibir visitas,
a quienes
convidaban con chocolate y con animada conversación.
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Las monjas eran excelentes
cocineras y preparaban muchos de los dulces que hoy son tradicionales en México.
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