Ningún sabio ha logrado un invento tan perfecto como el cuerpo humano.
No existe robot o computadora que puedan pensar por sí mismos, leer historietas, pelearse con los hermanos, enamorarse, tener hijos...
En el principio tú fuiste un huevo diminuto, así: .
Creciste protegido en el útero de tu madre.
Poco a poco todos tus órganos empezaron a funcionar.
A través del cordón umbilical te llegaba la sangre cargada de alimento y de oxígeno.
En nueve meses estuviste formado y listo para nacer.
Ahí dentro estabas cómodo, tibio.
Los músculos del vientre de tu mamá te ayudaron.
Desde el momento en que te cortaron el cordón umbilical, comenzaste a ser una persona independiente.
Tu estómago y tu intestino también funcionaron.
Mojaste infinidad de pañales...
Y desde entonces tu organismo funciona sin parar.
Ya sea que estés dormido o despierto, tu cuerpo trabaja.
¿Has pensado que mientras duermes tu corazón late, respiras, haces la digestión, sueñas y hasta te crecen las uñas y el cabello?
Mientras duermes siguen creciendo.
Dormido, tu cerebro se activa y tu fantasía se libera, aunque no siempre recuerdes lo soñado.
A veces tus sueños son en colores. Pero casi siempre son en blanco y negro.
¡Qué bonito es soñar cosas alegres y tranquilas!
¡Qué impresionantes son los angustiosas!
Pero, por suerte, al despertar te alivias porque son sueños nada más.
Unidas, las células del mismo tipo forman conjuntos distintos.
Son tejidos que realizan diferentes funciones.
Muchas células musculares juntas integran los músculos; las óseas forman los huesos.
Estas células que ves aquí están dibujadas cientos de veces más grandes que su tamaño natural...
Todas tienen diferentes formas.
Comenzaste siendo esa diminuta célula, en forma de pelotita.
Tú naciste protegido por la piel.
Ella te cubre por completo del aire y del sol.
Tu cuerpo está compuesto de un 72 a un 85 % de agua.
Si no tuvieras piel, el sol y el aire te pondrían arrugado, como fruta seca.
La capa exterior de tu piel se llama epidermis. La profunda es un tejido resistente llamado dermis. Las células muertas de la epidermis son las que se desprenden. En las yemas de tus veinte dedos puedes notar la existencia de unos pequeños surcos. Estas huellas son diferentes en cada dedo y en todos los individuos. Aún hoy la impresión digital, como la firma, identifica legalmente a las personas. Todos los órganos de la piel están dentro de la dermis. Allí se encuentran dos clases de glándulas: las del sudor y las que producen aceite. |
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Los vellos que salen de tu piel están conectados a una glándula de aceite que
los lubrica.
Tienes millones de poros en tu piel.
Todos los animales regulan la temperatura de su cuerpo de alguna manera. Los gatos toman el sol por la mañana, y durante la noche buscan el calor en los rincones.
El guajolote, como todas las aves, abre y cierra sus plumas para ventilarse.
La evaporación del sudor produce un descenso de la temperatura de tu cuerpo. Esto te refresca.
La piel te protege de los gérmenes. Cuando te bañas, muchos se van con el agua.
El pelo está dentro de una bolsita llamada folículo. Cuando lo cortas, vuelve a crecer porque tiene raíz. Y no te duele porque, al igual que las uñas, no tiene terminaciones nerviosas.
Tu cabello te aísla del sol y del frío.
Cejas y pestañas protegen tus ojos del sudor, las basuritas y la luz.
La piel también te protege de las quemaduras del sol.
Los rayos solares intensos hacen daño.
La piel defiende al cuerpo de estos rayos.
Pueblos enteros, que durante siglos han vivido donde hay mucho sol, tienen una protección permanente debido a que su piel, morena o negra, posee melanina en mayor cantidad.
La melanina y el caroteno son pigmentos que están esparcidos debajo de la epidermis.
Hay quienes aprecian o desprecian a otra persona por el color de su piel.
Esta forma de pensar es absurda. Por debajo de la piel, todos funcionamos igual.
¿Cuántos zapatos, pantalones, vestidos y camisas has agujereado de tanto jugar?
Tu piel, a pesar de las cicatrices, está intacta. Siempre se renueva.
Te protege del mundo exterior.
Debajo de la piel tenemos una capa de grasa que nos protege del calor y del frío.
Debajo de la grasa tenemos la carne. Ésta, en parte, forma el músculo.
Los músculos son los encargados de mover el cuerpo.
Se calcula que de cada cinco kilos de carne, dos son de músculos.
Tienta algún músculo voluntario de tu antebrazo y flexiona el brazo.
Al jalar, el músculo se acorta, se ensancha y se endurece.
Cada músculo está hecho de muchas fibras pequeñas.
Cada fibra tiene un nervio conectado a él.
Cuando un mensaje del cerebro viaja por el nervio y llega a la fibra muscular, el músculo se contrae, se acorta.
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Esos tubos están formados por capas de fibras musculares.
Las contracciones de esos músculos son lentas e involuntarias.
Con práctica, entrenamiento y trabajo, puedes desarrollar los músculos de tu cuerpo.
¿Por qué estos personajes tienen diferente desarrollo muscular?
Tu cuerpo tiene una estructura compleja, formada por huesos.
El esqueleto de un bebé es más elástico que el de un adulto.
Con la edad los huesos se van endureciendo.
Los ancianos los tienen sumamente quebradizos.
Son tejidos vivos, porosos. Algunos son huecos por dentro.
Imagínate lo que pesarías si fueran macizos.
Algunos huesos forman armazones para proteger órganos delicados.
Gracias al cráneo puedes cabecear la pelota sin que se lastime tu cerebro.
Puedes resistir empujones en el pecho y la espalda, porque la caja torácica, formada por las costillas, resguarda los pulmones y el corazón.
La columna vertebral es muy flexible.
Protege completamente la médula espinal que va dentro de ella.
Todos tenemos el mismo número de huesos.
Las mujeres tienen la pelvis o cadera más ancha, porque están formadas para poder ser madres.
En la pelvis, tanto del hombre como de la mujer, se articulan las piernas.
El esqueleto del adulto tiene 206 huesos.
Por dentro, algunos huesos tienen tuétano o médula ósea.
¿De qué está compuesta la sangre?
La mayor parte es un líquido amarillo claro que se llama plasma.
En el plasma hay tres clases de células: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
Los glóbulos rojos tienen la hemoglobina, un pigmento con mucho hierro que colorea la sangre y acarrea el oxígeno a todas las células de tu organismo.
Los glóbulos blancos atrapan los microbios y así combaten las infecciones.
Cuando te cortas, ¿por qué se forman las costras?
El rápido trabajo de las plaquetas, ayuda a formar coágulos evitando que la sangre se derrame.
La médula ósea hace una labor muy intensa.
Por cada segundo se reemplazan tres millones de glóbulos rojos viejos.
La sangre es como un río subterráneo. Circula por un increíble entretejido de tubos constituido por arterias, capilares y venas. A través de tu sangre, los glóbulos rojos llevan a tus células el oxígeno que respiras y los alimentos que comes transformados en sustancias nutritivas.
Estas sustancias son partículas diminutas de lo que comes diariamente.
Los glóbulos rojos dejan las sustancias nutritivas, y recogen el bióxido de carbono y otras sustancias que las células eliminan.
La misma sangre circula y se purifica cada vez que pasa por los pulmones y los riñones.
En el cuerpo tienes tres tipos de tubos por donde circula tu sangre: |
Por las arterias, que son tubos gruesos, sale del corazón la sangre color rojo vivo.
Estos tubos se van haciendo cada vez más delgados.
Cuando se vuelven finos como un cabello se llaman capilares. A través de los capilares las sustancias nutritivas y el oxígeno pasan a las células y, al mismo tiempo, los desechos, como el bióxido de carbono, entran a la sangre.
A causa de estas impurezas, la sangre se vuelve oscura y regresa al corazón por las venas.
Localiza una vena en la muñeca de tu brazo. La descubrirás por el color azul.
La sangre impura pasa al pulmón, donde se oxigena.
Recupera su color rojo vivo y regresa al corazón, reiniciando la trayectoria por el circuito. Este recorrido toma sólo 20 segundos.
Tu corazón es un músculo muy resistente. Trabaja sin descansar para bombear la sangre. Pon la mano sobre tu pecho, del lado izquierdo. ¿Como sientes después los latidos? |
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Es muy importante para tu salud que el aire que respires sea puro.
El bofe que se vende en los mercados es pulmón de vaca. Su tejido esponjoso es parecido al de nuestros pulmones.
Los pulmones se expanden cuando tomamos aire y se contraen cuando lo expulsamos.
El diafragma es un músculo involuntario que sube y baja como un fuelle, acompañando a los pulmones al respirar.
Cuando hablas, cantas, lloras, gritas, pasa aire entre tus cuerdas vocales.
Los músculos de la laringe las tensan o las aflojan. El aire que sale de los pulmones las hace vibrar.
Canta una nota baja y pon la mano sobre tu garganta.
Toma una liga. Estírala entre tus dedos índice y pulgar.
Con la otra mano jálala, ténsala y aflójala.
¿Notas que cambia el sonido?
Cuando las cuerdas vocales están tensas, el sonido que producen es agudo.
Cuando están más sueltas emiten sonidos graves.
Sólo el hombre tiene lenguaje articulado. Los labios, los dientes, la lengua, la boca y el paladar, trabajan en equipo para que esos sonidos se articulen como palabras.
Los demás animales emiten sonidos, pero solamente hacen vibrar sus cuerdas vocales.
Mira los dibujos y descubre en cuál de ellos el niño dice:
Todos los días comes y bebes. Conviertes la comida en sustancias que pueden aprovechar tus células.
Es un largo trabajo que empieza en la boca.
Cortas la comida con los dientes.
Las muelas la trituran. Cuanto más mastiques, más fácil será la digestión en tu estómago.
Al masticar, la comida se mezcla con la saliva y se ablanda.
Con la lengua saboreas y empujas una bola de alimento hacia atrás. La comida pasa entonces por el esófago.
La epiglotis es una especie de tapadera que impide que la comida entre a la tráquea y te ahogue.
En el estómago, los jugos gástricos ablandan las bolas de comida y las disuelven.
El estómago es una bolsa de tejido muscular fuerte y flexible.
Muchos creen que está a la altura del ombligo.
No es así; lo tienes mucho más arriba.
En más de tres horas de batido constante, la comida queda revuelta y convertida en papilla. Si pudieras espiarla por una ventanita de vidrio, no reconocerías nada de la que hubieras comido.
La primera parte del intestino delgado es el duodeno.
Aquí, la bilis que llega de la vesícula, desde el hígado, y el jugo que viene del páncreas, junto con los jugos intestinales, descomponen aún más la papilla. Gracias a todo esto los alimentos se convierten en una solución.
Por las paredes del intestino delgado millones de tentáculos minúsculos o vellosidades absorben y pasan las sustancias nutritivas a la sangre. La comida se transforma así, por una parte, en la energía que consumes mientras corres, juegas, piensas, vives; por la otra, en materiales que van a ocupar las partes de tu cuerpo que se han gastado.
Lo que quede de la solución lo tendrás durante medio día en tu intestino grueso.
Finalmente, cuando vas al baño, eliminas por el recto todo lo que tu organismo no necesita.
El hígado cumple varias funciones.
Sus secreciones sirven a la digestión.
Separa los glóbulos rojos viejos de la sangre y ayuda a mantener en ella la cantidad necesaria de azúcar.
Elabora las proteínas que necesitas para crecer y reponer células. Elimina sustancias tóxicas y segrega bilis para digerir las grasas de los alimentos. La bilis se almacena en la vesícula, una bolsita que envía jugos al intestino.
Esta glándula produce el jugo pancreático, también importante para la digestión, que se mezcla con la bilis.
Además produce la insulina, que sirve para convertir el azúcar en energía y, junto con el hígado, controla el azúcar de la sangre.
El bazo es como una esponja que se encuentra a la izquierda del estómago. Almacena sangre rica en glóbulos rojos y la deja salir poco a poco. Cuando realizas ejercicios físicos, consumes mucho oxígeno.
Entonces el bazo se contrae rápidamente para proporcionar más sangre al organismo.
Detrás de tu abdomen, a cada lado de la columna vertebral, tienes un riñón.
Los riñones son un par de filtros incansables. Toda la sangre pasa por ellos porque ahí se eliminan las impurezas. La sangre, ya limpia, sigue su viaje al corazón. El 1% de los líquidos que filtra el riñón se convierte en orina, que está formada por impurezas diluidas en agua.
Cae gota a gota, a través de unos tubos, los uréteres, a la vejiga.
En ellos puedes almacenar casi medio litro de orina.
Para que no se salga, tienes un esfínter que funciona como una válvula muscular. Cuando sientes deseo de orinar, tu vejiga se contrae y expulsa el líquido.
Cuando nace un bebé, de los senos de su mamá sale leche para alimentarlo. Esta leche se produce en las glándulas mamarias.
Otras glándulas segregan sustancias que no podemos ver.
Son las glándulas de la secreción interna; producen hormonas que envían directamente a la sangre.
La palabra hormona significa "despertar a la actividad", pues es eso precisamente lo que hacen. Mantienen en buen funcionamiento a los órganos, y regulan el crecimiento del cuerpo y la capacidad de reproducirnos.
La pequeña glándula tiroides está en el cuello, sobre la tráquea. Controla el calcio de los huesos y el fósforo del cerebro.
El timo se encuentra en lo alto del pecho y produce hormonas para combatir las infecciones. En el recién nacido es del tamaño de su puño y luego se va reduciendo.
El páncreas está detrás del estómago; segrega jugos para facilitar la digestión y produce insulina para convertir los azúcares en energía.
Las glándulas suprarrenales, que están arriba de los riñones, funcionan en caso de requerirse un esfuerzo importante. De golpe segregan adrenalina para que puedas enfrentar situaciones de emergencia en las que se necesita mucha energía, como un susto o un coraje.
Las glándulas sexuales son los ovarios en las niñas y los testículos en los niños. Las hormonas que producen hacen que crezca la barba y el vello en el pecho de los muchachos y que su voz tenga un tono grave. En las muchachas, hacen que las caderas se ensanchen y les crezcan los senos.
El cerebro y la médula espinal son la base de todo tráfico de avisos y señales.
El cerebro está protegido por un cofre especial: el cráneo.
Respiras, caminas, corres, cantas, hablas y haces miles de cosas al día, porque el cerebro envía órdenes constantemente. Capta y graba sonidos, imágenes, olores y sabores. De él depende que sientas dolor, pena, alegría, decepción.
El cerebro está formado por millones de células nerviosas que se llaman neuronas y son muy delicadas. Son las únicas que no se regeneran. Quizá hayas visto los sesos de algún animal. Nuestra masa encefálica, es muy parecida. Tus sensaciones, ideas, sentimientos, emociones y sueños están almacenados y clasificados en esta prodigiosa computadora.
La coordinación y el equilibrio de tu cuerpo dependen del cerebelo.
También de él dependen el caminar, el tragar, el respirar y muchas actividades más que desarrollaras sin pensarlo.
Tu cerebro y tu cerebelo han madurado desde que naciste. Por eso has aprendido a caminar solo, a hablar, a leer y a realizar muchas otras cosas complicadas, como echarte un clavado o bordar.
El bulbo raquídeo une el cerebro con la médula espinal. Controla el movimiento de tus ojos, así como el hambre, la sed, el frío, los latidos de tu corazón, la respiración y muchas actividades involuntarias.
El cerebro, el cerebelo y el bulbo raquídeo forman el sistema nervioso central. El hombre tiene estos centros nerviosos más desarrollados que cualquier otro animal.
Todos los sentidos funcionan gracias al cerebro. Escuchas, hueles, ves, sientes y degustas, porque el cerebro está siempre alerta.
Los sentidos son un complicado radar que capta la luz, el calor, los sonidos, las formas, los sabores.
Los sonidos nos mantienen informados del mundo que nos rodea.
Nos permite gozar de las cosas bellas, reconocer lo agradable y evitar el peligro. Saber dónde estamos y a dónde vamos.
Los poetas comparaban los ojos con el agua, las ventanas, los espejos. Son eso y mucho más.
Cuando la luz ilumina los objetos puedes verlos. Los ojos captan las imágenes del mundo, la vida en movimiento.
Tus ojos están muy protegidos. Los párpados son como puertas: quedan cerrados solamente cuando duermes.
Con una lente llamada cristalino enfocas los objetos hasta que, en el fondo del ojo, queda clara la imagen de lo que estás viendo.
Ahí se encuentra una membrana nerviosa y finísima, la retina, que registra las formas y los colores. La imagen captada se encuentra invertida.
El nervio óptico envía mensajes desde la retina a tu cerebro. Éste recibe el mensaje y endereza la imagen.
Las lágrimas mantienen húmedos y limpios los ojos, y permiten que tus párpados se deslicen suavemente. Si la luz es my intensa, las pupilas de los ojos se cierran por la acción de un diafragma llamado iris. Si es de noche, el iris se abre y al ojo le entra más luz. Esto te permite ver las cosas en la obscuridad.
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Continuamente tu oído capta sonidos que envía en forma de mensajes al cerebro. Las ondas sonoras llegan a la membrana del tímpano, que vibra como la piel restirada de un tambor. La oreja, el conducto auditivo y el tímpano forman el oído externo. El tímpano hace vibrar los huesitos del oído medio: martillo, yunque y estribo. Esos huesitos hacen vibrar el líquido del oído interno que está dentro del caracol. Ahí, las vibraciones son captadas y analizadas por nervios muy delicados, que a su vez las envían al cerebro. Además el oído interno tiene tres tubos en forma de argollas, llenos de líquido y corpúsculos flotantes, que sirven para que conserves el equilibrio.
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Si estás en movimiento continuo, como cuando vas a los caballitos, a la rueda de la fortuna o juegas a dar vueltas, esos corpuscúlos también giran.
Cuando te detienes y el líquido sigue girando te sientes mareado.
Aunque siempre se da el ejemplo de los perros nosotros también somos buenos cazadores de aromas.
Lo olores son producidos por el contacto con pequeñas partículas de sustancias expulsadas por los objetos, que estimulan las células olfativas.
Las partículas entran por las fosas nasales. Las fibras nerviosas reciben las sensaciones olorosas y las transmiten al cerebro.
Captas los olores por las membranas mucosas de la cavidad nasal. Puesto que están muy arriba, cuando quieres oler aspiras y husmeas como lo hacen los perros.
Así te ayudas a diferenciar los olores. Cuando más cerca estás de la fuente del olor, más moléculas te llegan y lo percibes más intenso.
Saboreas con la lengua, pero el gusto y el olfato tienen mucho en común. Por eso es difícil degustar los sabores con la nariz tapada, porque las células olfativas de la parte alta de la nariz nos ayudan a distinguir muchos sabores. Pide a un amigo que se tape la nariz, véndale los ojos y dale a probar un pedazo de melón y otro de sandía. ¿Los distingue? Verás en el dibujo que cada parte de la lengua percibe mejor ciertos sabores. ¿Por qué será? Porque sus papilas tiene nervios que envían mensajes al cerebro. A través de ellas percibes cuatro sabores basicos: dulce, salado, agrio y amargo. |
Desde que naciste tienes un sentido del tacto muy desarrollado.
Sin ver puedes reconocer muchas cosas como cuando juegas a la gallinita ciega. Descubres con tus manos qué cosas tocas y también a quién.
Por medio de tu piel conoces lo duro, lo áspero, lo rugoso, lo liso, lo frío, lo caliente. En la piel tienes conjuntos de células nerviosas que te permiten captar la temperatura, forma y superficie de las cosas.
Los nervios llevan, a través de ellas, muchos mensajes al cerebro. Si una sensación es demasiado intensa sientes dolor, el cerebro recibe el mensaje y hace reaccionar tus músculos para evitarlo.
Cuando tocas algo caliente, en el momento en que te duele retiras la mano.
Sientes dolor por el tacto. Otros dolores los captas desde dentro de cuerpo.
Los nervios te indican si algún órgano no funciona bien. Por eso el dolor es útil; nos avisa cuando estamos enfermos.
Los sentidos son como antenas que perciben lo que pasa dentro y fuera de tu cuerpo.
La vista nos sirve para leer, conocer amigos, jugar al yoyo, ver televisión, apreciar un cuadro.
El gusto, para saborear los platillos.
El olfato, para distinguir los aromas y alejarte de los olores desagradables.
El oído, para escuchar a las personas y poder conversar, para disfrutar de la música, para sentirte molesto por los ruidos, para avisarte de peligros, para caminar sin caerte.
El tacto, para conocer las cosas, para saber si estás acariciando un perro o un pollito, para reconocer si lo que tocas te lastima o te quema.
Cuando una persona pierde algún sentido, total o parcialmente, desarrolla más habilidad en algún otro. El cerebro lo compensa.
Por ejemplo. los ciegos suplen la vista desarrollando el tacto y el oído. Logran leer a través del tacto una escritura hecha en relieve. Esta escritura se llama Braille.
Los sordos tienen muy desarrollada la vista. Po eso pueden entender lo que se habla observando el movimiento de los labios.
La actitud hacia el cuerpo va cambiado. Ya no encierra tantos secretos. ¡Qué gusto nos da conocernos mejor! ¿Cómo es que un jóven se vuelve hombre y una niña se hace mujer? Los varones tiene en el exterior del cuerpo sus órganos sexuales: el pene y los testículos. Las mujeres tienen en el interior del cuerpo la vagina, el útero y los ovarios. Cuando los niños se convierten
en jóvenes, sus glándulas sexuales empiezan a trabajar.
Producen hormonas que hacen salir la barba y el vello del cuerpo. Su voz
se vuelve más grave. |
El cuerpo de las niñas también cambia cuando empieza a producir hormonas femeninas. Crecen los senos y se ensanchan las caderas. Las mujeres tienen almacenadas, dentro de sus ovarios, cientos de células sexuales. Cuando las niñas se convierten en jóvenes, cada mes una de éstas células sexuales óvulos madura, se desprende y es expulsada del ovario. A este proceso se le llama ciclo menstrual. |
Para que un bebé se forme hacen falta el papá y la mamá. El óvulo (célula femenina) debe ser fecundado por un espermatozoide (célula masculina).
El óvulo fecundado o embrión descendera hasta el útero y ahí se desarrollará durante nueve meses. El embrión continuará creciendo, porque sus células seguirán dividiéndose, hasta formar cada parte del nuevo ser.
Algunas células formarán una bolsa, dentro de la cual al bebé
se desarollará protegido dentro de la madre.
Cuando el óvulo ya fecundado se divida en dos, y estas mitades se vuelvan
a separar, nacerán gemelos. Éstos serán muy parecidos y
del mismo sexo. Y cuando dos óvulos sean fecundados a la vez, nacerán
mellizos. Éstos podrán ser de distinto sexo y no se parecerán
tanto entre sí.
Otras células formarán el cordón umbilical. La sangre
materna circulará por dicho cordón para llevar al feto oxígeno
y sustancias alimenticias; así sucederá durante nueve meses
que dura la gestación.
Entónces el útero de la madre se contraerá para ayudar al bebé a nacer. El bebé sale generalmente de cabeza y unido al cordón umbilical.
Cuando ya respira por cuenta propia, quien atiende el parto corta el cordón y lo amarra cerca del ombligo.
¡Qué estupendo! Empezaste siendo un huevo diminuto así: .
Te formaste protegido dentro del cuerpo de tu madre. Naciste. Creciste. Y ya eres tan grande que ahora terminas de leer este libro y de aprender un poco sobre cómo funciona tu cuerpo.