¡Ahí viene la bola!

Texto: Francisco Reyes Palma

Fotografía: Jesús Sánchez Uribe

Archivo Casasola



Imagen de un ferrocarril
El ferrocarril fue utilizado
para transportar tropas a gran velocidad.

Las revoluciones no las origina un solo hombre sino un pueblo entero cansado de padecer injusticias. Pero puede suceder que una persona encienda la mecha de la revolución y el conflicto se extienda como reguero de pólvora. Esto fue lo que sucedió en el México de 1910 cuando un hacendado del norte, Francisco I. Madero, exigió que se respetara el voto y que los presidentes no pudieran reelegirse.

Imagen de Francisco I. Madero
Francisco I. Madero.

En una entrevista con un periodista de Estados Unidos, Porfirio Díaz había asegurado que se harían elecciones libres y que dejaría la presidencia. Madero creyó en sus palabras y organizó un partido para ganar pacíficamente esas elecciones. Sin embargo, Díaz lo encarceló y ocupó por séptima vez la presidencia. Cuando Madero logró escapar hizo un llamamiento a todos los mexicanos para que tomaran las armas en contra de la dictadura. Zapata y Villa, dos jefes guerrilleros, se unieron a los maderistas; con su ayuda el ejército porfiriano fue derrotado. Díaz renunció y salió a Francia para no regresar jamás. Al poco tiempo, Madero fue elegido presidente.

Imagen de la entrada de Madero a la ciudad
Entrada de Madero a la ciudad de México.


Imagen de Emiliano Zapata
Emiliano Zapata.

Emiliano Zapata, jefe guerrillero del sur, decidió no abandonar las armas hasta que Madero entregara a los campesinos la tierra que había pertenecido a sus antepasados. Como esto no ocurría, a fines de 1911 Zapata publicó el Plan de Ayala, un documento en que llamaba a los campesinos a recuperar sus tierras. El mismo Zapata empezó a repartir haciendas que quitaba a los terratenientes. Los campesinos del estado de Morelos le tenían tanta confianza que le ayudaban en sus campañas, con una entrega que ningún otro jefe de la revolución pudo lograr.

Imagen de un cartel que ofrecía recompensa por la captura de Pancho Villa
Los estadounidenses ofrecieron recompensa por la captura
de Pancho Villa.

Francisco Villa organizó un ejército popular con mineros, peones, vaqueros y bandidos de la zona norte del país. Su astucia como militar la desarrolló desde que era un joven peón perseguido por la policía. Villa se incorporó a la lucha en apoyo a la rebelión maderista y luego simpatizó con las ideas de Zapata. Supo aprovechar los ferrocarriles para transportar tropas a gran velocidad; contaba además con un ágil cuerpo de caballería y era experto en dirigir ataques nocturnos. Mucha gente se le unió porque repartía dinero a los campesinos.

En 1913 Madero fué asesinado por traición de uno de sus generales, Victoriano Huerta, que contaba con el apoyo de Estados Unidos y de los grandes hacendados mexicanos. La presencia de Huerta en la presidencia significaba volver a los tiempos de la dictadura, lo cual provocó que todas las fuerzas revolucionarias combatieran en su contra: Zapata por una parte; Villa y Venustiano Carranza por la otra.


Imagen que muestra el arresto de Madero
Madero es hecho prisionero.


Imagen que ilustra a Victoriano Huerta


El general Venustiano Carranza era un rico terrateniente que primero colaboró con Díaz y luego con Madero. Siendo gobernador de Coahuila se levantó en contra de Huerta y lo desconoció como presidente. Formó un gobierno en que quedó como presidente provisional, en espera de que se realizaran elecciones; a su vez organizó el ejército constitucionalista llamado así porque defendía la Constitución.

Imagen de Venustiano Carranza
Venustiano Carranza.


Imagen de Victoriano Huerta y un embajador estadounidense
Huerta y el embajador de Estados Unidos.


Como Huerta empezó a favorecer a los inversionistas ingleses, Estados Unidos le retiró su apoyo y decidió quitarlo del gobierno. En 1914 desembarcaron marinos estadounidenses en Veracruz. Los funcionarios y los soldados de Huerta abandonaron el puerto, de manera que la población civil se aprontó a resistir valientemente al invasor. Carranza, por su parte, no aceptó el supuesto apoyo militar que los extranjeros le brindaban para derrocar a Huerta y lanzó un llamamiento para que todos los mexicanos rechazaran la invasión.

Imagen de tropas estadounidenses en Veracruz
Desfile de tropas estadounidenses en Veracruz.

En la capital de la República se organizaron gigantescas manifestaciones de repudio a la intervención; Huerta fue derrotado por los constitucionalistas y huyó a Europa. A raiz de esto, los estadounidenses se retiraron del país; quedó hacia ellos un desprecio muy profundo, como nos lo muestran los corridos populares de la época:

Si ellos son muy poderosos
en armas y municiones,
nosotros tenemos piedras
y muchísimos calzones.

Las fuerzas revolucionarias se reunieron ese mismo año de 1914, en Aguascalientes, en una junta llamada Convención para terminar la lucha. Zapata y Villa pedían que de inmediato se repartieran las tierras y se mejoraran las condiciones de vida de los obreros; por su parte, Carranza insistía en que primero se hicieran leyes. El caso es que no hubo acuerdo y comenzaron a pelear entre ellos. Poco a poco, el ejército constitucionalista comandado por Carranza fue acabando con los ejércitos guerrilleros a los que calificaba como bandas de asaltantes que no respetaban ley o autoridad. En esta época Carranza dio armas a los obreros para que le ayudaran a derrotar a los campesinos. Varios dirigentes obreros no quisieron seguirlo y se unieron a los zapatistas.

Imagen de un enfretamiento entre zapatistas y constitucionalistas
Enfrentamiento entre zapatistas y constitucionalistas.

La revolución significó un largo periodo de hambre y temor para la mayoría de los mexicanos. En el campo, donde vivían las tres cuartas partes de la población, la guerra fue una lucha aún más cruel y dolorosa. Las mujeres soldaderas y los niños participaron unas veces con las armas en la mano, metidos en la bola; otras, apoyando a los combatientes para darles de comer o cuidar sus heridas.

Imagen de un niño dentro de la revolución
Muchos niños sirvieron como correos, espías y soldados durante la revolución.

En 1916 los obreros de la ciudad de México se pusieron en huelga para demandar mejores salarios. Pensaban que por haber contribuido al triunfo militar de Carranza, éste los apoyaría; no fue así, y el ejército impidió violentamente la huelga. Aunque los campesinos y los obreros habían sufrido serias derrotas por parte de los constitucionalistas, siguieron exigiendo sus derechos. Muchas de sus peticiones se incluyeron en la nueva Constitución promulgada en 1917.

Imagen de una huelga de trabajadores
Huelga de trabajadores en la ciudad de México.

Ese año, Carranza fue elegido presidente; sin embargo, la situación del pueblo no mejoró gran cosa y surgieron nuevas divisiones entre los constitucionalistas. En 1920 el general Álvaro Obregón desconoció a Carranza y obtuvo el apoyo del ejército que se rebeló contra el presidente. Éste trató de huir hacia Veracruz y en el camino fue asesinado. De la misma manera, un año antes las fuerzas gubernamentales mataron a traición al dirigente más importante del movimiento agrarista, Emiliano Zapata.

Imagen de Álvaro Obregón
El general Alvaro Obregón.

En 1920 la revolución armada había llegado a su fin, con un costo de un millón de vidas. Apoyado por los obreros, Obregón fue elegido presidente y comenzó a realizar el proyecto de los constitucionalistas que pretendía construir una nación moderna e industrializada como Estados Unidos. Para evitar nuevos conflictos repartió parte de las tierras a los campesinos, mejoró la situación de los obreros e impulsó la educación popular.

Con Obregón colaboraron hombres capaces y prácticos como José Vasconcelos que fundó la Secretaría de Educación Pública, de la que fue ministro. Durante este gobierno se entusiasmó a los maestros para que fueran a los pueblos más apartados, a lomo de mula, a enseñar a leer y escribir a niños y adultos. Se publicaron libros para ellos, se fundaron bibliotecas públicas y se establecieron nuevas escuelas.

También se llamó a magníficos pintores para que decoraran los edificios públicos con gigantescas pinturas murales donde se representaban la vida y las luchas del pueblo mexicano.

Imagen de un mural de José Clemente Orozco conocido como La trinchera
La trinchera.
Mural de José Clemente Orozco.



Terminado el gobierno de Obregón en 1924 se realizaron nuevas elecciones, y Plutarco Elías Calles se encargó de la presidencia. Anteriormente, Calles había sido militar revolucionario y participado en los gobiernos de Carranza y Obregón. Calles y los miembros de su gabinete se propusieron desarrollar la economía; para ello se amplió la red de caminos y carreteras, se construyeron presas y canales de riego y se mejoraron las instalaciones para producir electricidad. Para contar con recursos se fundó el Banco de México. También se permitió que los extranjeros continuaran administrando las empresas de ferrocarriles y explotando los campos petroleros. Con los impuestos que pagaban las empresas extranjeras se obtuvo parte del dinero necesario para realizar las obras, pero el país no logró su independencia económica.

Imagen de Plutarco Elías Calles
El presidente Plutarco Elías Calles.



Imagen de un billete emitido por el Banco de México
Los nuevos billetes emitidos por el Banco de México.

El número de escuelas aumentó en esta época, sobre todo en el campo, donde había maestros que no sólo enseñaban las letras sino también cómo perfeccionar los cultivos y cuidar la salud.

Cuando al fin parecía haber paz, las viejas fuerzas empezaron a crear conflictos. Las autoridades eclesiásticas, que bajo la dictadura de Díaz habían obtenido privilegios especiales, se encontraban descontentas por los cambios revolucionarios y criticaron públicamente artículos de la Constitución. En respuesta, en 1926 el gobierno cerró las escuelas religiosas y expulsó a sacerdotes extranjeros.

El asunto no paró ahí, la Iglesia dejó de realizar ceremonias en los templos y provocó el descontento de los campesinos que sintieron que se atacaba su religión. Varias regiones del país se levantaron en armas y fueron combatidas por el ejército. A esta lucha en que perdieron la vida míles de mexicanos más se le llamó guerra cristera.

Imagen de un soldado cristero
Soldado cristero.


Cuando finalizaba el gobierno de Calles, en 1928, Obregón presentó nuevamente su candidatura a la presidencia. Ganó las elecciones pero fue asesinado por un hombre descontento con el gobierno por el conflicto religioso. Comenzó entonces un periodo en que Calles tuvo gran influencia sobre los tres presidentes que le siguieron. El primero de ellos fue Emilio Portes Gil, un ingeniero que realizó la idea de Calles de fundar un partido que agrupara a las fuerzas revolucionarias para evitar peleas y divisiones: el Partido Nacional Revolucionario (PNR), que actualmente se conoce como Partido Revolucionario Institucional (PRI). Luego siguieron Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, que resultaron gobernantes bastante incapaces y que fomentaron la corrupción entre los funcionarios públicos.

Imagen de una mansión en la ciudad
Los que se enriquecieron con la Revolución
construyeron grandes mansiones.


Nuevamente se vieron en la ciudad pretenciosas construcciones como en la época de Díaz. El descontento volvió a extenderse y se temió un nuevo conflicto armado general. El Partido Nacional Revolucionario postuló entonces, como candidato a la presidencia, a un hombre honrado que contaba con el respeto y la confianza de sus compatriotas. Este hombre fue el general Lázaro Cárdenas.
Imagen de Lázaro Cárdenas
El joven Lázaro Cárdenas.

Cárdenas triunfó en las elecciones de 1934 y, como primera medida de gobierno, cambió la residencia presidencial del Castillo de Chapultepec a una casa en Los Pinos. El Castillo, que había sido habitación del emperador Maximiliano, de Porfirio Díaz y de otros presidentes, se convirtió en Museo Nacional de Historia.

Durante el cardenismo, de 1934 a 1940, se duplicó el número de escuelas, se crearon bibliotecas y se editaron libros de texto gratuitos para niños y para trabajadores. Asimismo, se fundaron el Instituto Nacional de Antropologia e Historia y el Instituto Politécnico Nacional. Este último se creó con el propósito de que los hijos de los trabajadores cursaran estudios superiores para aprender a resolver los problemas del país.

Para promover el desarrollo rural, se repartieron millones de hectáreas de tierra fértil, se establecieron bancos para dar crédito a los campesinos y se multiplicó el número de presas y canales de riego. A Calles no le parecieron estas medidas y quiso seguir interviniendo en los asuntos de gobierno, por lo cual fue expulsado del país.

Cuando las compañías extranjeras, que explotaban el petróleo mexicano, se negaron a aumentar el sueldo a sus trabajadores, éstos se pusieron en huelga. El gobierno los apoyó, revisó las cuentas de esas empresas y descubrió que hacían trampa para robarle al país y a los trabajadores. Las compañías fueron expropiadas y mediante un pago pasaron a manos de los mexicanos.

Imagen del anuncio de la expropiación petrolera hecha por Cárdenas
El presidente Cárdenas anunció por la radio la expropiación

Esta medida ocasionó muchos conflictos con los empresarios extranjeros, pero el pueblo mexicano apoyó al gobierno y contribuyó con lo que pudo para pagar la deuda. También los ferrocarriles pasaron a ser propiedad de la nación.

Imagen que muestra la ayuda que la gente ofreció para el pago de la expropiación
El pueblo contribuyó a pagar los gastos
de la expropiación petrolera.

Aunque el cardenismo no pudo resolver muchos de los problemas económicos de México, con las expropiaciones se dio un paso muy importante para el desarrollo futuro del país.


Imagen de una manifestación realizada en apoyo a la expropiación
Gran manifestación
en apoyo de la expropiación.