Pero, como lo primero es lo primero, en este libro vamos a hablar de los anfibios, llamados así porque pueden vivir de dos maneras: dentro del agua, como peces, o sobre la tierra, como cualquiera de nosotros.
En cambio, los anfibios siempre tienen el cuerpo a la misma temperatura del lugar donde habitan. Si los llevas a un clima muy frío, ¡pobres! Y si los cambias a una zona muy cálida también sufren. |
Como sucede con todos los animales, entre los anfibios existen diferencias. Sin embargo, hay algunos que se parecen entre sí.
Tomando en cuenta estas semejanzas y diferencias, y para evitar que nos hagamos un lío fenomenal, los especialistas hicieron la siguiente clasificación en subconjuntos:
a) Sapos y ranas c) Cecílidos |
En el lenguaje científico, el primer subconjunto se conoce con el nombre de anuros, lo que significa "anfibios sin cola". El segundo se denomia urodelos, que quiere decir "anfibios con cola". Y el tercero se llama ápodos, cuyo significado es "anfibio sin extremidades".
En México también hay salamandras y ajolotes, o sea, esos anfibios que los científicos denominan urodelos porque tienen cola. En realidad no son muy abundantes y se les ve poco, porque parece que son muy huidizos.
La gran mayoría de las salamandras son de tamaño pequeño. Su cuerpo, que es alargado y semicilíndrico, mide unos veinte centímetros con todo y cola. Sólo hay dos especies que alcanzan los dos metros y medio: una en China y otra en Estados Unidos.
Y por fin llegamos a los cecílidos, que son unos anfibios cilíndricos, alargados y sin extremidades, parecidos a las lombrices. Su cuerpo vertebrado apenas llega a los ocho centímetros de largo y su cola es muy corta.
Los cecílidos no habitan en el agua, pero tampoco sobre la tierra.
Siempre enterrados en los pantanos. Para desplazarse, se encogen y se estiran como acordeón, haciendo uso de la cabeza para abrirse camino. Y como son muy pocos los cecílidos existentes en la actualidad y siempre están ocultos, sus costumbres son poco conocidas. ¡Vete a saber qué harán ahí, debajo de tanto fango!
¿De qué se alimentan los anfibios?
Y ahí se acabó la historia, pues como la lengua de los anfibios secreta una sustancia pegajosa, los insectos quedan adheridos a ella y de inmediato pasan al estómago del cazador. |
Como ves, los anfibios no causan daño a los intereses del hombre. No molestan a nadie, y hasta son beneficiosos, pues muchos de ellos se usan para controlar plagas de insectos.
Y en el caso de ciertas ranas y salamandras, mucha gente guisa con ellas platillos deliciosos. | |
Por otro lado, los anfibios no tienen manera de defenderse frente a los seres humanos. Prueba de ello es que, cuando el hombre fue estabeciéndose en lugares habitados por anfibios, muchos de éstos fueron desapareciendo.