Seguro que has visto caminar a las moscas cabeza abajo, por el cielo raso de alguna habitación.
¿Sabes por qué no se caen? Porque, al final de sus patitas, tienen un par de pequeñas garras y, entre ellas, una almohadilla de pelos delgadísimos. Estos pelos están insertados en dirección oblicua y cubiertos de una sustancia adhesiva que las moscas la segregan por una glándula que tienen en el cuerpo. En una superficie rugosa, como la corteza de un árbol, la mosca se mantiene en equilibrio porque se sujeta fuertemente con sus garras. Y cuando camina por una superficie lisa, como el vidrio, esos pelos se cubren de dicha secreción adhesiva, como especie de pegol fuerte, y así se sostiene.