En un pueblo llamado Llano Tlacuache vivía una viuda con su hijo. Una vez, la mujer estaba lavando en el río; su hijo estaba nadando y jugaba en el agua cuando vio que por allí andaba un animal, que era mitad trucha y mitad camarón. El niño quería atraparlo, pero su mamá lo llamó.
La señora siguió lavando. Al rato, buscó al niño y no lo encontró. Regresó al pueblo y vinieron muchas gentes a buscarlo por el río y por el bosque. Y no lo encontraron.
Tres brujos del pueblo se transformaron, uno en arco iris, otro en sapo y el tercero en cangrejo, y buscaron al niño a lo largo del río. Llegaron a Paso Escalera y preguntaron por él. Estaban seguros de que los brujos de ese pueblo se lo habían robado; pero como éstos no quisieron decirles dónde estaba, se regresaron enojadísimos a su pueblo.
Así empezó el pleito. Los brujos de Paso Escalera se prepararon, llamaron a todos los animales del agua: lagartos y peces.
Los de Llano Tlacuache llamaron a sus aliados. Y trece brujos que se convertían en rayos fueron a pelear. Estuvieron siete días echando rayos sobre el río y durante siete días hicieron hervir el agua. Así acabaron con los de Paso Escalera. Pero a pesar de todo, nunca encontraron al niño que se había perdido.