Antiguamente, las mujeres tenían nombres de animales.
Una mujer llamada Armadillo y otra Tepezcuintle estaban tejiendo sus huipiles. Deseaban estrenarlos antes de que amaneciera.
El huipil de la Armadillo era muy difícil de tejer, porque ella lo quería lleno de flores. El sol empezaba a salir y no habían acabado.
Desesperada, se lo puso sin darle fin, con todo y telar, pues ya amanecía. Por eso, hasta la fecha, se le ven al armadillo unos escalones en la espalda, que son los hilos y los palos del telar.
La Tepezcuintle, en cambio, sí terminó su huipil; por eso, hasta la fecha, el animal tiene un traje bonito y elegante.