Un viejito iba a su rancho cuando vio cuatro guajolotes en el río. Eran brujos: vientos que se habían transformado en aves y que se estaban bañando. Al rato, los guajolotes salieron a la orilla. Se abrazaron con las alas, jugando; frotaron sus picos uno contra otro e hicieron un ruido parecido al de la corneta de un soldado.
Al verlos, el viejito se dijo: "¿Qué clase de animales serán ésos? Voy a echarles fuego, a ver qué hacen." Y lo hizo. Los animales volaron y se transformaron en vientos. El cielo se nubló y comenzó a caer un aguacero muy fuerte con rayos y viento.
El viejito se espantó muchísimo, y regresó a su casa todo empapado. Se enfermó de susto y ya no sanó.