Ilustración: Felipe de Jesús Morales
Don Lucio es un hombre muy sabio y, al mismo tiempo, es un sencillo cazador. En este oficio pone en práctica su inteligencia y siempre regresa a casa con conejos, venados, patos silvestres, iguanas, liebres y otros animales que habitan la selva juchiteca.
Un día intentó cazar un armadillo que se atravesó en su camino, pero el animal sacó sus garras dispuesto a defenderse.
Don Lucio se enfrentó a él y ambos sostuvieron una dura lucha en la que se revolcaron sobre el camino de tierra, pero el armadillo no se dejó atrapar. El humilde cazador prefirió pensar, ante la extraordinaria fuerza del animal, que ese día habría de desistir de comer carne de armadillo.
De vuelta a casa, pasó por un río y decidió darse un chapuzón para quitarse el polvo de encima. Antes de desnudarse, miró a un lado y a otro para ver si lo espiaban; no había nadie a su alrededor.
Entonces se desvistió y colgó su ropa de unas ramas secas que había en la orilla.
Se bañó rápidamente. Al salir del agua, sintió frío y estornudó tan fuerte que hizo saltar a un venado. En realidad había colgado su ropa de los cuernos del venado.
Don Lucio intentó descolgarla, pero volvió a estornudar provocando que el venado huyera.
Después, el cazador llegó a su casa con las manos entre las piernas, estornude y estornude.