Coyolxauhqui

Texto e Ilustración: Juan Yadeun


Imagen de la ciudad de Tenochtitlan

Hacia fines del siglo XV, una tarde empezó a temblar en el Valle de México y comenzaron a escucharse ruidos extraños en la bella ciudad de Tenochtitlan. Los pueblos que vivían alrededor del lago se alarmaron.

De pronto, se escuchó un estruendo que provenía del Centro Ceremonial mexica. Luego, apareció una gran cuarteadura en la esquina derecha del Templo Mayor, dedicado a Tláloc, dios del agua, y a Huitzilopochtli, dios de la guerra. El suelo seguía cimbrándose.

Imagen de un templo desmoronándose por el temblor

En medio de la confusión, el jefe de los aztecas, el tlatoani, acudió presuroso al Centro Ceremonial y vio cómo la esquina del templo se desmoronaba estrepitosamente, rompiendo una hermosa piedra labrada y dejando al descubierto una pirámide edificada mucho antes.

El tlatoani no atinaba a explicarse si lo sucedido era un defecto de la construcción o una muestra del enojo de los dioses.

Imagen que muestra la restauración del Templo Mayor

Poco después de aquel temblor, los sacerdotes del agua imploraron a Tláloc para que no volviera a agitarse la tierra. Vestidos con trajes ceremoniales y máscaras, depositaron ofrendas: conchas, corales, cocodrilos y vasijas con la imagen de su dios.

Una vez despejado el lugar de la catástrofe, los sacerdotes de Tláloc le informaron al jefe azteca que la esquina de la pirámide se había derrumbado porque los soportes de los cimientos no habían resistido el movimiento sísmico.

Imagen que muestra el derrumbe que sufrió el Templo

Sin embargo, los sacerdotes de Huitzilopochtli le dieron otra versión: que el derrumbe había sido un claro signo de la ira del dios de la guerra. Según este mensaje debían conquistar pueblos vecinos como lo venían haciendo. Y el tlatoani aceptó esta interpretación porque le convenía capturar prisioneros para utilizarlos en la reconstrucción del Templo.

Imagen de gente preparada para la guerra

Los aztecas se prepararon para la guerra y, poco después, invadieron varios pueblos. Fueron tantos los hombres tomados presos que el tlatoani decidió hacerlos construir una pirámide más grande encima de la dañada.

Imagen de un dibujo azteca
Imagen de la guerra en un pueblo

Era costumbre, entre los antiguos pueblos mexicanos, superponer las edificaciones para hacerlas cada vez más grandes.

Por último, labraron una nueva piedra, igual a la que se había roto.

Todo quedó otra vez nuevo, resplandeciente de color.

Imagen de la reparación del Templo

La hermosa piedra representaba a una mujer desmembrada, la diosa de la Luna o Coyolxauhqui. Los historiadores y los arqueólogos discuten diferentes versiones del mito de esta diosa.

Una de ellas dice que, cuando Coyolxauhqui supo que su madre Coatlicue, diosa de la tierra, iba a dar a luz, se sintió muy indignada. Sabía que su nuevo hermano había sido engendrado por la pluma de un colibrí y celosa por ello quiso matar a su madre. En el momento de intentarlo, nació su hermano. Como todos los dioses, vino al mundo vestido y con armas y fue llamado Huitzilopochtli, o sea "hijo de colibrí". Una serpiente hecha de teas que obedecía los mandatos del recién nacido, decapitó a la diosa de la luna. La cabeza quedó en la ladera de la montaña y el cuerpo rodó cuesta abajo, fragmentándose.

Se dice también, que la piedra simboliza el momento final de una lucha entre dos grupos mexicas que se disputaban el poder. Al ser derrotado, el bando representado por Coyolxauhqui quedó desmembrado; según la leyenda, aquellos de sus guerreros que lograron huir, se convirtieron en estrellas.

Imagen de una batalla sobre una pirámide

Y aún hay otra versión, según la cual, en alguna época entre los mexicas dominaban las mujeres. Al ser desplazadas por los hombres, el poder femenino quedó desarticulado y también sus diosas, entre ellas Coyolxauhqui.

Pasaron los años, vinieron los conquistadores y hacia 1521 destruyeron el gran Centro Ceremonial. Acabaron así con el Templo Mayor, dedicado a Tláloc y Huitzilopochtli, el más importante de Tenochtitlan. Y usaron sus piedras para construir la catedral de la ciudad de México. Derribaron también otras pirámides, como las dedicadas al dios del viento y al del sol. Y lo mismo le ocurrió a una especial, en la que tenían prisioneras las imágenes de todos los pueblos conquistados.

Así terminó la vida de aquel centro, en la que además existieron escuelas de guerreros y sacerdotes, un jardín zoológico, pequeños adoratorios, y hasta una cancha para el juego de pelota.

Hoy, lo que queda del Templo Mayor, se puede ver al lado de la catedral, en el Zócalo de la ciudad de México.

Imagen del Templo Mayor

1. Templo del sol

2. Juego de pelota

3. Escuela de sacerdotes

4. Altar de cráneos

5. Adoratorio

6. Templo de los guerreros

7. Alberca

8. Templos de la agricultura

9. Templo de los elementos tierra, agua, fuego

10. Templo de los dioses cautivos

11. Edificios político-administrativos

12. Habitaciones de los sacerdotes

13. Templo Mayor

14. Agua dulce

15. Albaradón

16. Agua salada

 

Imagen de Coyolxauhqui

Durante cientos de años, muchos se preguntaron cuál habría sido el destino de las esculturas de este Templo.

En 1978 se iniciaron los trabajos de rescate y salvamento de aquella edificación. Esta labor, los descubrimientos y las investigaciones acerca del Templo Mayor han dado varias respuestas. Y así ya conocemos más del arte, los rituales, la sabiduría y las técnicas de construcción de los aztecas. Gracias a estos trabajos pudo ser encontrada Coyolxauhqui, diosa de la Luna.

Cuando los arqueólogos la descubrieron yacía al pie de la gran escalinata del templo. Su cabeza está adornada con cascabeles en las mejillas, tupé sobre la frente, plumones sobre la cabellera, orejeras, narigueras y penacho. La hermosa piedra es una de las piezas prehispánicas más importantes entre las descubiertas en el siglo XX.