Pedro y el árbol de dinero


Lejos de ahí, Pedro pensó en una nueva maldad. De madrugada se fue a un camino, buscó un árbol pequeño y le pegó monedas en las ramitas. Cuando acabó, se sentó cómodamente debajo de él y esperó a que pasara alguien. Ya tenía un buen rato cuando aparecieron unos arrieros, a quienes les ofreció venderles el árbol de dinero.

—¿Cuánto vale? —preguntó uno de ellos.

—Lo doy en cien pesos —contestó Pedro, que siempre pedía esa cantidad.

—Está muy caro. Te damos cincuenta.

—No, si no estoy loco. Este árbol produce dinero. Si lo compran, se hacen ricos. Se los dejo en cien pesos. Eso sí, con la condición de que yo le dé la primera sacudida.

—Está bien, sacúdelo. Si produce dinero, ya nos dará más.

De esa manera, Pedro vendió el árbol y se quedó con todo el dinero.