Pedro y la olla de virtud


En otra ocasión, Pedro consiguió una olla, carbón y frijoles, y se fue a la orilla de un camino. Ahí escarbó un hoyo, dentro puso el carbón y lo prendió para que se calentara la tierra. Encima colocó la olla con los frijoles y esperó a que alguien pasara. Llegaron dos caminantes.

—¿Qué haces, Pedro? —le preguntaron.

—Puse a hervir mis frijoles en esta olla de virtud. Nomás la siento en cualquier parte y solita se calienta. Ya después se le echa la comida y solita la cuece.

—Ah, pos sí —dijo asombrado uno de los caminantes—. Véndenosla.

—Se las dejo en cien pesos.

Los caminantes se llevaron la olla. Horas más tarde, cuando les dio hambre, la sentaron en el suelo frío y... ¡qué frijoles se iban a cocer!