La tromba de agua




Un día se formó una tromba tan fuerte que, al pasar, hasta el suelo escarbaba. En su camino cruzó por un campo donde estaba trabajando un hombre y, ¡zum!, lo levantó. Se lo llevó la tromba, pues. Y lo subió hasta muy alto, por las nubes.

La tromba siguió su camino y se clavó en la presa de San Miguel, donde levantó muchos peces. El hombre ya tenía rato arriba y se moría de hambre. Entonces vio los pescados, tomó uno de los más grandes y le dio una mordida. Pero, ¡puag! como estaba crudo, no se lo comió.

 
   

De pronto, empezó a relampaguear. Y en cada relámpago metía un pescado para asarlo. Comió hasta quitársele el hambre.

Por fin se acabó la tromba y el hombre cayó al suelo, lejitos, allá por Jalos. Cuanto tocó tierra, todavía traía un buen pedazo de pescado asado y, como ya estaba muy lleno, lo regaló a varios señores que andaban por ahí.

Y así fue como pasó, pues.

La próxima vez que te pegue duro el sol o sientas ya pesados los brazos de tanto ayudar, platícale a tus papás o a tus hermanos una de estas largas que cuentan en Santa María del Valle, por Arandas.