A Doña Bernarda le dio mucha risa acordarse de los versos de un animal muy raro, a ver cómo te lo imaginas cuando los leas.
Anoche me picó un piojo y al amanecer lo encontré, de tan pesado que estaba de mi burro me acordé.
Para poderlo lazar cuatro reatas reventé, para poderlo matar, cuatro cuchillos quebré; cuatro matanceros traje los mismos que ocupé.
Las narices del piojito eran cosa de admirar, desde lejos se veían parecían hornos de cal.
Las tripitas del piojito yo las hice longaniza, a cuarenta pesos kilo la pagaba doña Luisa.
La cabeza del piojito yo la hice pozolito, para darle de cenar al pobre de mi viejito.
Ya con ésta me despido y me voy poco a poquito, aquí se acaban cantando los versitos del piojito.