Presentación

Hace años, una niña llamada Bernarda vivía en un pueblito de Jalisco, donde muchos otros niños como ella y como tú sentían deseos de jugar y cantar, de llenar su mundo de fantasía y diversión. Todos esos pequeños se reunían en las tardes, luego de terminar sus quehaceres, para que su imaginación los llevara a recorrer lugares que nunca habían visto. Así jugaban a inventar cuentos de príncipes encantados, de animales que podían hablar y tener grandes aventuras, o de lo que se les ocurriera. Los cuentos nacían uno tras otro de la boca de los niños y Bernarda los oía con mucha atención, hasta aprendérselos. En las noches en las que el aire refrescaba y nadie tenía sueño, ella era la primera en acomodarse cerca de quien tuviera ganas de platicar una historia o de pasar un rato cantando una vieja canción. Mientras escuchaba, Bernarda se iba imaginando cada relato; así los guardó en su memoria.

Poco a poco, los niños del pueblo crecieron, y preocupados por otras cosas, olvidaron los cuentos que antes los hacían sonreír. Mas hubo alguien que se los aprendió tan bien como para recordarlos siempre. Hoy es una abuela con la cara llena de arrugas y la gente le dice Doña Bernarda.

Como ella es muy platicadora, disfruta contando las historias que oyó de niña. Resulta que al contar una, se acuerda de otra, pues los cuentos quieren salir de su memoria para que los oigan muchos niños. De esa forma, siguen existiendo y la fantasía no se termina.

Un día, le pedimos a Doña Bernarda que nos dejara escucharla y estuvo hablando horas enteras de cuentos, canciones y juegos. En este libro escribimos algunos; ojalá que cuando los leas te llenen de gusto y sientas el deseo de recordarlos y compartirlos con alguien más, igual que Doña Bernarda.