Señoras, no soy tan feo: lo que tengo es mal cuidado. Dénme caldo de gallina pa´ ponerme colorado.
Desde aquí te estoy mirando recargado en el potrero: para qué te necesito, lagartijo chirrionero.
Cuando te digan chaparro, chaparro por estatura, recuerda que el perfume caro siempre viene en miniatura.
Mi verso no te engaña, mi verso no tiene fin, tienes cachetes de iguana y pelo de tacuazín. En la esquina de mi patio tengo un pedazo de ocote para acordarme de ti, que pareces guajolote.
Para las muchachas bonitas, una corona imperial; para las viejitas revoltosas, una penca de nopal.