Fueron dotados de inteligencia. Vieron y al punto, se extendió su vista,
alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando miraban, al instante
veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo
y la faz redonda de la tierra.
Las cosas ocultas, por la distancia, las veían todas, sin tener primero
que moverse; enseguida, veían el mundo desde el lugar donde estaban. Grande
era su sabiduría. Su vista llegaba hasta los bosques, las rocas, los lagos,
los mares, las montañas y los valles.
Éstos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados:
el primer hombre fue Balam-Quitzé; el segundo, Balam-Acab; el tercero,
Mahucutah; y el cuarto, Iqui-Balam.
Entonces les preguntaron el Creador y el Formador:
¿Qué piensan de su estado? ¿No miran? ¿No oyen? ¿No son buenos
su lenguaje y su manera de andar? ¡Miren, pues! ¡Contemplen el mundo,
vean!
Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos,
oímos, pensamos y andamos. Sentimos perfectamente y conocemos lo que está
lejos y lo que está cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el
cielo y en la tierra. Les damos gracias, pues, por habernos creado, ¡oh,
Creador y Formador!, por habernos dado el ser, ¡oh, abuela nuestra!, ¡oh,
nuestro abuelo! dijeron dando las gracias por su creación y formación.
Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones y los cuatro
puntos de la bóveda del cielo y de la faz de la tierra.
Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto.
No está bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras. Todo
lo saben, lo grande y lo pequeño, dijeron.
Y así, celebraron consejo nuevamente los Progenitores.
¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vista sólo alcance a lo que
esté cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra! ¡No está bien
lo que dicen! ¿Acaso no son por su naturaleza simples criaturas y hechuras?
¿Han de ser ellos también dioses? ¿Y si no procrean y se multiplican cuando
amanezca, cuando salga el sol? ¿Y si no se propagan? así dijeron.
Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien lo que vemos. ¿Por
ventura se han de igualar ellos a nosotros, sus autores, que podemos abarcar
grandes distancias, que lo sabemos y vemos todo?
Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los cuales
se empañaron como cuando se sopla la luna de un espejo. Sus ojos se velaron
y sólo pudieron ver lo que estaba cerca.
Así fue destruida su sabiduría y todos los conocimientos de los cuatro
hombres, origen y principio de la raza quiché.
Así fueron creados y formados nuestros abuelos, nuestros padres, por
el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra.
Leyenda tradicional. |