El indio del Mayab
Sin que nadie se las haya dicho, el indio sabe muchas cosas.
El indio lee con sus ojos tristes lo que escriben las estrellas que pasan
volando, lo que está escondido en el agua muerta del fondo de las grutas,
lo que está grabado sobre el polvo húmedo de la sabana y en el dibujo
de la pezuña del ciervo fugitivo.
El oído del indio escucha lo que dicen los pájaros sabios cuando se apaga
el Sol y oye hablar a los árboles en el silencio de la noche y a las piedras
doradas por la luz del amanecer.
Nadie le ha enseñado a ver ni a oír, ni a entender estas cosas misteriosas
y grandes, pero él sabe, sabe y no dice nada.
El indio habla solamente con las sombras.
Cuando el indio duerme su fatiga, está hablando con aquellos que le escuchan
y está escuchando a aquellos que le hablan.
Cuando despierta, sabe más que antes y calla más que antes.
Antonio Mediz Bolio.
¿Por qué dirá Antonio que el indio cuando despierta sabe más que antes
y calla más que antes?
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