Para decir del rosa
no nombraré a la rosa,
sino al matilisguate
de madera preciosa,
que en los montes de Chiapas,
húmedos y soleados,
florece en una gloria
de capullos rosados.
Hermosos son el cedro,
la ceiba y el amate,
pero ninguno tanto
como el matilisguate,
y el pájaro que dentro
de su copa hace nido,
tiene un palacio rosa
como nadie ha tenido:
su canto se sonrosa
cuando entre flores late,
corazón invisible,
en el matilisguate.
Gilda Rincón.
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