La cacería del nahual

—Salir de cacería es muy divertido, pero también muy peligroso. Por eso conviene ser precavida en esas aventuras. Se pueden cazar conejos de aire, serpientes de mecate y hasta nahuales. Pero una misma puede ser cazada por alguna gigantesca araña invisible o por algún elefante verde lleno de ramas y hojas.

Esto le explicaba Claudia a Sandra, la más pequeña del pueblo, cuando llegaron todos sus amigos, listos para la cacería de ese día. Iban formados, uno detrás de otro, con machetes de madera, ramas de árbol como escopetas y un costal vacío. E iban saltando y cantando:

¡A la víbora, víbora,
de la mar, de la mar,
por aquí pasa el nahual
con sus alas de petate
y sus ojos de comal!

—¿Y qué cazaremos esta vez? —les preguntó Claudia.

—Pues, ¡un nahual! —contestaron todos a coro.

Así que primero comenzaron a vestirse como cazadores de nahuales. Unos se pusieron sombreros de ramitas; otros, cucuruchos de papel periódico; y otros más, paliacates amarrados a la cabeza.

A cada quien se le ocurrió un disfraz diferente, pero todos estuvieron listos en un abrir y cerrar de ojos.

Luego, iniciaron la búsqueda del nahual en el patio de la casa de Claudia y después continuaron por los bosques imaginarios de la calle. Iban todos agachados, uno detrás de otro, y mirando para todas partes con los ojos bien abiertos.

—¡Ay! —gritaron Pablo, Yolanda e Israel cuando al dar vuelta en la esquina de la calle, se encontraron con un perro del pueblo.

Igual Roberto, Raúl y Lupita se llevaron un susto cuando les salió al camino un burro que se había escapado de su corral. Y también Carina y Guillermo, al toparse con los cuernos de una vaca cuando se asomaron al establo de Don Pepe.

Y así andaban, entre susto y susto, hasta que se acercó Sandra a los demás para mostrarles el nahual que había cazado y llevaba dentro del costal:

—¡Miren todos! Ya traigo uno de esos... de esos... ¡nahuales!

Todos rodearon a Sandra, listos para darle duro al nahual si es que intentaba atacarlos a todos. Pero lo que sacó Sandra del costal fue una gallina vieja.

—Pero esta gallina no es un nahual —le dijo Claudia.

Entonces Sandra contestó, toda enojada:

—¡Ah; yo no sé! Ustedes lo único que dijeron fue que esos... esos nahuales tiene alas de petate y ojos de comal. Así que confórmense con esta gallina, que tiene las alas y los ojos como dicen.

Óscar Muñoz.

Y tú, ¿has jugado a la cacería o alguna otra cosa de aventuras?

¿Cómo le has hecho? ¿Cómo se han puesto de acuerdo tú y tus amigos?

Aquí te proponemos algunas ideas para jugar:

Primero digan todos qué se les ocurre jugar ese día.

Ya que cada quien haya propuesto su idea, pónganse de acuerdo en escoger un juego, el que más les guste a todos.

Enseguida, según el juego de que se trate, piensen qué cosas van a necesitar para jugar: si mecates, ramas, papel, pedazos de tela...

También vístanse como lo que van a ser: si cazadores o viajeros o comerciantes. ¿Y cómo? Tal como se les vaya ocurriendo, según la imaginación de cada quien.

¡Que se diviertan!