Y en todas estas aberturas, que algunas eran muy anchas, había
puentes de grandes y anchas vigas por donde podían pasar diez hombres
a caballo y todos juntos al mismo tiempo.
Esta ciudad tenía muchas plazas, donde había mercado continuo.
Entre estas plazas había una muy grande, toda rodeada de portales, donde
iban cerca de mil aztecas a comprar y vender. Ahí se podía encontrar todo
tipo de mercancías como joyas de varios metales, piedras, conchas, caracoles,
huesos y plumas; materiales de construcción como cal, piedra, adobes,
ladrillos y maderas; verduras y frutas; leña, carbón y braseros de barro;
petates de todo tipo y tamaño; miel de abeja, de maíz y de maguey; hilados
de algodón, pinturas de varios colores y cueros curtidos de animales;
maíz en grano y en tortillas; pescado fresco, salado, guisado y en empanadas;
así como loza de barro, vidriada y pintada.
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