¿Te gustan los perros? Es casi seguro que sí.

Fíjate que a Celedonio Serrano Martínez, también. Él fue maestro rural; tenía dos perros llamados Salaver y Confite, que fueron sus inolvidables compañeros de cacería. Éstas y otras cosas las cuenta en el libro "El cazador y sus perros".

¿No se te antoja leer unos pedacitos de ese libro?

Aquí los tienes:



El sueño de Confite




Esta mañana, Confite estaba soñando. Mientras lavaba mi escopeta, él se agitaba dormido bajo la enramada. Meneaba las manos y las patas con extraña torpeza, y sus movimientos se desvanecían en el aire. A ratos gimoteaba, como si intentara darle alcance a un animal.

De pronto, creí que algo grave le sucedía; pues ignoraba que también los animales soñaran. Salaver que acudió en su auxilio, al verlo dormido, le olió las orejas y se le quedó mirando. ¡Qué tonto eres, Confite! —entendí que le decía—; pues sus miradas tenían algo de ingenuo y de pícaro. Levantó una mano y quiso despertarlo, pero la resbaló suavemente por su cuello, hizo una pirueta y se fue a la cocina. Cuando despertó, comprendí que deseaba contarme lo que había soñado.


—¿Qué tal, Confite? —le dije para tranquilizarlo. —Ya veo que has vuelto a luchar con el tejón. ¿Acaso fue una pesadilla? Se nota en tus ojos un poco de miedo y desconfianza. Todavía hay en tu cuerpo un leve temblor.

—¿Ves a Salaver? Parece que se burla de ti. Cuando soñabas quiso despertarte, pero tú seguías prisionero de tu pesadilla. ¡Anda, sacúdete ese miedo que se oculta en tu pelo erizado! Tú tienes que ser valiente como tu padre. Tal vez pronto tengas que luchar con un tejón de verdad y, cuando te veas victorioso, recordarás mis palabras y te reirás de esta pesadilla. ¡Anda, amigo, no te pongas trágico! Alégrate y vete a desayunar, que Salaver te puede dejar sin comida.


Celedonio Serrano Martínez