La justicia de la tortuga


A pesar de que el conejo es tan listo, algún día el coyote debía tener oportunidad de desquitarse. Eso pasó cuando una mañana el conejo iba a visitar a su compadre el tlacuache y oyó unos gritos horribles.

El conejo buscó de dónde salía ese ruido. Volteó por todos lados hasta que se asomó en una zanja tapada con una piedra.

—¡Auxilio, ayúdenme a salir! —se oía dentro de la zanja.

—¿Quién está ahí? —preguntó el conejo.

—¡Soy yo, el coyote! ¡Me caí en la zanja y una piedra me tapó la salida! ¡Ayúdame!

El conejo dudó. Tal vez el coyote lo estaba engañando.

—¿Cómo puedo confiar en ti si sólo quieres comerme?

—¡Si me salvas nunca más te perseguiré!


El conejo confió en él. Con grandes esfuerzos empujó la piedra y sacó al coyote de la zanja.

En cuanto estuvo afuera, el coyote trató de agarrarlo para comérselo.

—¡Coyote traidor, yo te ayudé y ahora quieres comerme!

—Acuérdate que un bien con un mal se paga, conejo.

—¡No es justo! Preguntemos a tres animales. Si todos están de acuerdo contigo, podrás comerme.

En eso pasó una vaca. El conejo corrió a preguntarle:

—Amiga vaca, ¿es justo que el coyote me coma después de que yo le quité una piedra de encima?

—¡Claro que sí! Un bien con un mal se paga. Yo he alimentado a mi amo durante años. Con mi leche hace queso y mantiene a su familia. Se come mis crías y ahora que soy vieja me quiere matar. ¡Es justo que te coma! —mugió la vaca.

—¿Ya ves, conejo? ¡Ahora te voy a comer! —dijo el coyote.

—No, todavía faltan dos animales.


Esperaron unos minutos y frente a ellos pasó un caballo. El conejo le preguntó:

—Amigo caballo, dime, ¿crees justo que el coyote me coma, después de que yo le quité una piedra de encima?

—Claro que es justo. Durante años trabajé para mi amo. A él y a su familia los llevaba al pueblo, cargaba la leña y ayudaba a la siembra. Ahora que soy viejo, me dejó solo en el monte para que me muera de hambre.


 

El coyote estaba muy contento y ya le enseñaba los colmillos al conejo.

—¡Todavía falta uno!

A lo lejos vieron venir a la tortuga. Cuando pasó junto a ellos, le preguntaron lo mismo que a la vaca y al caballo. La tortuga contestó:

 

 

 

—Necesito ver cómo estaban las cosas para poder opinar.

—Mira, yo estaba dentro de esta zanja —dijo el coyote metiéndose al hoyo.

—¿Dónde estaba la piedra? —preguntó la tortuga.

—Encima de él —contestó el conejo mientras la ponía encima.

—¡Con que así estaban las cosas! El coyote en la zanja y arriba la piedra —dijo la tortuga.

 

—¡Sí, así estaban! —gritó enojado el coyote.

—¿Y ahora qué hago? —preguntó el conejo.

—Tú sabes si le vuelves a quitar la piedra —contestó la tortuga.

Así, el conejo se fue al monte con la tortuga, dejando al coyote metido en la zanja, en espera de que algún animal quisiera sacarlo.